Una visita olvidable

Honestamente no me gusta mucho la idea de escribir una entrada a manera de diario, pero por las cosas que me sucedieron hoy, quizá tenga justificación que lo haga de esta manera. Estimado lector, si no quieres leer mi bilis, por favor cambia de entrada. Aún estás a tiempo.

 

¿Se puede considerar contaminación la compañía de una persona? Imagínese, mi apreciable lector, una persona que se toma un descanso de su trabajo no porque este día sea semi-feriado, sino porque juzga que “se merece un descanso” de una jornada de cuatro horas. Alguien que toma lo que viene de la vida de manera extremadamente pasiva, pues lo activo se reduce sólo dos posibilidades: o maldecir cuando es algo que “no debería sucederle”, o jactancioso recuento cuando es algo que la fortuna le debía.

 

Minutos –u horas después de sus merecidas vacaciones— pregunté a mi incómodo huésped si había algo que le gustaría hacer de su vida, a lo cual me respondió “el trabajo es tan malo que te pagan por hacerlo”. Después simplemente rió. Había un escalofrío además de su risa, –sin ser inmortal como Utanapíshtim—no busca nada de la vida, salvo mantenerse vivo. (y esto no es exageración ni interpretación mía, sino que lo escuché de su boca)

 

Antes de este día pensaba que uno de los peores males era padecer una compañía desagradabre, pero esto lo trasciende ¿qué hacer con alguien así? Mucho peor que el cuervo de Poe, el no se iba y seguía diciendo sandeces, cada una peor que la anterior. Tras muchas horas  de eso, se fue llevándose todas mis posibilidades de continuar el ensayo sobre ****** ****** * ********** que tres entregas lleva de añejamiento.

 

Aunque ni siquiera esté bien contada mi desventura un puñado de preguntas incómodas queda enrareciendo el aire de esta casa ¿qué me separa de alguien como él? Después de todo, el retoque de mi ensayo debía estar listo desde ayer ¿Hay algo que se pueda hacer con los pusilánimes que rondan por el mundo? ¿Se puede llamar contaminación este tipo de compañía? El ruido a veces es intolerable, pero al menos –y por definición— se presenta como indescifrable si uno no desea analizarlo y descomponerlo ¿por qué –con un demonio— no le mostré la salida a tiempo? ¿Venir a echar bilis a un blog como este es válido? Quizá hubiera sido mucho mejor dejar sin entrada este día.

 

Bueno, el párrafo anterior estaba destinado a ser el último de esta caída en espiral, pero por respeto a este blog y al lector que haya llegado a este punto, veamos si podemos transmutar esta lamentable queja en algo de utilidad (en algo bello es evidente que no, o al menos no tengo la presteza para eso, sino ya lo hubiera hecho). Se me ocurren tres cosas para ello, las mencionaré en orden ascendente, es decir, de la opción más superflua a la más posiblemente valiosa. Primera, mencionar por qué el invasor no se fue del todo impune, pues mi hermano y yo nos encargamos de vapulearlo. Segunda responder a las preguntas que me planteé arriba. Tercera, que reflexionar en torno a esto nos lleve a algún linde menos hostil.

 

Dado que todas las preguntas giran en torno a mi incómoda experiencia, la única que me salvaría de dar vueltas es la tercera opción. Así que intentemos dar el último giro a este círculo. Empecemos por la contaminación: parece que más que contaminación es envenenamiento lo que he sufrido, mucho mejor que buscar un antídoto sería prevenir el mal trago, así que lo que yo aprendí a las duras, podría servir a quien no haya experimentado esto para prevenir encuentros así.

 

Algo hay de hybris en lo que acabo de decir. El párrafo anterior supone que esta queja semi-reflexiva puede hacer un bien al lector; y además, se presenta como novedosa, siendo que ya hemos oido de “quienes recorren el trillado de los hombres”, o “aquellos que  olvidan a dónde lleva el camino”, o acerca de “el último hombre”, o de aquél Uno heideggeriano.

 

Además ¿señalar un problema (en este sentido, un problema ético) basta para entenderlo y, prevenirlo a futuro? Esta pregunta es la que realmente importa pues, al final es la que va a influir en el pensar la causalidad de las acciones humanas. Es decir disciplinas de conocimiento tales como la ética, la psicología y la sociología…

 

La última pregunta es la que no me es fácil responder ¿no era mejor dejar sin entrada este turno mío?