El que no habla a un hombre, no habla al hombre;
el que no habla al hombre, no habla a nadie.
El silencio está creciendo, pues ahora casi todo lo cubre el ruido. Inmersos en el trabajo que sostiene al progreso nos queda poco tiempo para platicar. Inmersos en el descanso al que obliga el progreso nos queda poco de qué platicar. Inmersos en el progreso vamos olvidando la plática y la substituimos por el ruido. El silencio nos está acechando. Que aún nos esté acechando, que aún no lo cubra todo, que aún esté creciendo, quiere decir que aún es posible platicar. ¿Dónde?
Sócrates platicaba en la plaza. Pocos han puesto atención, leyendo las fuentes, a la hora en que Sócrates llegaba a la plaza; pues a pocos les ha interesado ver el sentido de las pláticas socráticas. El confortable lugar común es afirmar que el ocio es necesario para la reflexión y que el trabajo es necesario para el ocio, por lo que las pláticas socráticas tenían su lugar en un tiempo distinto del trabajo. Sin embargo, quienes sostienen el confortable lugar común suelen perder de vista que no toda actividad ha de ser interpretada desde el supuesto de la escasez, sino que también es posibilidad pensar la acción como actividad plena de ser. La diferencia no es banal: de un lado uno hace para ser más, del otro se hace para ser más reales; de un lado se gana ser, del otro simplemente se es. Quienes piensan las pláticas socráticas desde la escasez suelen afirmar que Sócrates iba a la plaza a o bien enseñar o bien aprender, pues lo suponen o bien sabio o bien ignorante; sin posibilidad alguna de que la plática sea otra cosa. Una vez que se supone a la plática como actividad de compensación de ser es inevitable afirmar a la actividad socrática como formativa. Así la entendió la discreta mayoría de atenienses que condenó a Sócrates y así lo entiende ahora la mayoría que ya no lo condenaría. El resultado de verlo así: la imposibilidad de distinguir entre el filósofo y el sofista en cuanto a su actividad pública se trata (Eutidemo, 305a). No es de sorprender, por tanto, que posteriormente las pláticas se trasladaran a un punto medio entre lo público y lo privado: la Academia y el Liceo.
Sin embargo, ni la Academia ni el Liceo pudieron ser nuevos lugares para la plática, pues los platicantes se tomaron demasiado en serio a sí mismos y asumieron sus paseos por el peripato como formación. Lo mismo pasó en el jardín de Epicuro que en la Estoa. Todos necesitaban ser formados. Nadie dejaba claro por qué. No había tiempo para platicar.
Mientras el ruido pautaba la decadencia del mundo clásico, leves rumores de plática subieron desde las catacumbas: eran los primeros cristianos quienes encontraron en la fe una buena razón para platicar. Cuando el rumor se volvió himno la plática nuevamente se perdió. No tardó en instaurarse la necesidad de la formación, ahora justificada por la salvación del alma, mediante la prédica; cancelando al otro e inaugurando el ruido redentor -de la instauración del culto religioso oficial por Constantino en 325 a la clausura de la Academia en 529 por Justiniano-. El punto medio entre lo público y lo privado se desplazó a los monasterios, primero, y a la universidad medieval, después; pero tampoco ahí primaba la plática: en uno valía más un voto de silencio y en otro el aprendizaje de la lección del día.
Impulso inicial del Renacimiento fue la disociación del saber del orden eclesial mediante la apertura de nuevas academias. Sin embargo, las nuevas academias no podían ofrecer un espacio para la plática: lo importante era producir para compensar el mecenazgo. Además la universidad cautivó a las academias y los sentidos de la formación y el mecenazgo se aglutinaron para producir las universidades nacionales, haciendo a una doble escasez fundamento de la nueva formación: primero era necesario producirse por recursos ajenos y después retribuir los recursos siendo productor. La producción lo ocupó todo. No quedó tiempo para platicar.
No hubo tiempo para platicar hasta que la producción misma produjo el tiempo para la plática, hasta que se realizó completamente el confortable lugar común que supone a la escasez como el modo principal de ser. Así nacieron los intelectuales de café. Ellos han de producirse de tal modo que tengan el tiempo libre para producirse como platicantes de café. Como tales, han de ocupar sus pláticas en una formación ociosa que siga siendo productiva y por tanto retributiva a los medios que han subsidiado su formación pasada. Por ello, los intelectuales de café han de tener su propio mercado: primero está el café -tanto el establecimiento como la bebida amarga-, después la boinita y el cuello de tortuga, simultáneamente la infaltable ropa obscura -pues sería catastrófico para la industria textil en tiempos de paz, cuando no se producen tantas viudas-, más tarde -si el pudor lo permite- cargan libros y hacen como que los leen, y ya si su endeudamiento roza la quiebra se comprometen con la lucha social y tienen que comprar papel revolución y tintas roja y negra para pancartas y cartelitos. Todo el trabajo que conlleva producirse intelectual de café, mantenerse a la vanguardia, resta tiempo a la plática, la hace inviable. Añádase la versión autóctona -quizá no vanguardista, pero finalmente empantanada en lo anecdótico- más recurrida por nuestros intelectuales: el filósofo de cantina; y véase una idéntica situación. “Lo importante es pasarla bien, liberar la tensión y olvidarse un tantito de los problemas”, dirán los más asiduos.
Quizás en nuestros días sólo queda una opción para la plática, la misma que quedó desde que se obligó a Sócrates a abandonar la plaza: la intimidad. Sin embargo, ahí está el celular, inoportuno pitido necesitado de atención, que lo rompe todo y con un “me permites” deja en suspenso… No, no, aquí estoy mal, ya no hay esa decencia, se deja al otro con la palabra en la boca y ya… Pero lo que se platica en la intimidad es distinto a lo que se platica en las pláticas de tipo socrático. Quizás el espacio que queda para la plática, ya sea pública ya sea privada, es aquel que se escabulle al ruido y encuentra un lugar efímeramente pacífico para ser más reales. Llamémosle plática fugitiva y no digamos más de ella.
Námaste Heptákis
Electolalia. Cercanos al día de la elección de diputados federales hay una bonita lección que debemos aprender: “sólo puedes portarte mal si tienes amigos en la política, porque un fuero lo salva todo”. Para explicar la lección hay que hacer algunos señalamientos.
1. En marzo de 2008 el ejército colombiano realizó un operativo militar contra un campamento del grupo narcoterrorista de las FARC en la frontera con Ecuador. Entre las personas que se encontraban en el campamento se hallaba la insigne “investigadora universitaria” Srita. Lucía Morett, quien realizaba una investigación de campo para desarrollar su tesis de licenciatura en Literatura Dramática y Teatro bajo el tema “El teatro guerrillero en Colombia”. En el mismo mes la UNAM, mediante declaraciones del Rector José Narro Robles y el entonces director de la Facultad de Filosofía y Letras Ambrosio Velasco, declara públicamente su apoyo a la destacada estudiante pues la institución es “respetuosa de la diversidad” y la ocupación de sus espacios por grupos radicales es “perfectamente normal”.
2. En mayo de 2008, en el zócalo de la ciudad de México, durante una asamblea informativa del Frente Amplio Progresista del señor López, la luchadora social y a veces senadora Rosario Ibarra leyó una conmovedora carta que la Srita. Morett envió al Pueblo de México donde declaraba que su visita al campamento del grupo narcoterrorista tenía como causa el deseo de conocer las “propuestas de paz” de la guerrilla colombiana (porque las guerrillas se forman para la paz, ¿no?). Inmediatamente, la Srita. fue ascendida “democráticamente” a “importante intelectual”. A esto siguieron marchas de apoyo, pláticas en la UNAM (su casita de su corazón), una misa oficiada por el obispo Samuel Ruiz y una larga serie de cartas de apoyo, admiración y compromiso en las páginas de La Jornada.
3. En marzo del presente año se divulgó información que relacionaba a las FARC y sus representantes en México con negociaciones ilegales en las selecciones de rectorados universitarios, apoyo y capacitación del grupo guerrillero a taxistas pertenecientes a uno de los grupos de apoyo de Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal, y apoyo político y de divulgación ideológica bolivariana entre los partidos PRD, PT y Convergencia y el grupo narcoterrorista colombiano.
4. El 30 de abril del presente año la Srita. e “importante intelectual” Lucía Morett descarta aceptar cualquier propuesta de diputación para el proceso electoral 2009.
5. El 12 de mayo de 2009 se informa que el Partido del Trabajo ha ofrecido una diputación plurinominal a la Srita., “investigadora universitaria” e “importante intelectual” Lucía Morett porque pertenece a la agrupación Eureka de Rosario Ibarra y “tiene un gran arraigo entre los jóvenes”. La Srita., “antiimperialista”, “bolivariana”, “obviamente de izquierda”, “marxista”, “sandinista”, “guevarista”, “zapatista”, “investigadora universitaria” e “importante intelectual” aceptó (resignadamente) la nominación.
6. El 1 de septiembre de 2009 la Srita. será diputada sin que alguno de nosotros haya votado por ella, tendrá fuero y no podrá ser investigada, y por tanto nunca se aclararán las relaciones de ese grupo narcoterrorista con la política mexicana.
Al leer este ensayo no pude dejar de pensar en Heidegger por un lado y en Reyes por el otro, siento que ambos coinciden en el ser de manera similiar, respetando las etapas y pláticas de situaciones distintas, creo que lo que se sostiene en las líneas del autor puede ofrecernos una visión (al menos así me sucedió) de lo es «ser». Aún me es difuso, tendré que buscarle más…
P.D. Interesante crónica de la «investigadora universitaria» e «importante intelectual», si gana, todos sus trapitos se esconderán del SOL(no perredista)Que feo!!
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tengo una duda acerca de las pláticas que sostenía Sócrates, y consecuentemente las que acaso pudiera tener o haber tenido en alguna ocasión alguien más. y eso se conecta innevitablemente con lo que las pláticas íntimas son o pueden ser. la cuestión es ¿es la plática, como hacer del hombre, quizás como el hacer que más propio le es (pues es de él y de nadie más, según alcanzamos a ver), importante por sí misma? ¿no existe una relación necesaria con el resto del hacer humano, y el comportarse de él después de ella?
reconozco que mi duda es materialista en cierto sentido; además de profundamente paranoica, pero, ¿eso querría decir que no importa con quién se esté platicando mientras ése con el que se está platicando se esté prestando a la plática? lo digo porque, tú lo sabes de verdad (yo sólo lo supongo), muchas personas de muy diversos modos de ser, y que a la postre tendrían destinos igualmente diversos, fueron interlocutores de Sócrates. con ello no me quiero referir a que los otros tendrían que haberle aprendido a Sócrates, sino a que ¿no podría pensarse en algún sentido que Sócrates sólo se sirvió de los interlocutores para llegar a verse a sí mismo, independientemente de lo que estuviera sucediendo con ellos? cabe subrayar que es muy probable, como se ve en tu escrito, que esos otros simplemente estuvieran entendiendo lo que Sócrates hacía de una manera errada.
en ese sentido, ¿crees que sería posible que hubiera una especie de comunidad de actitud socrática toda ella, por pequeña que fuera? ¿o precisamente debido a esa hipotética imposibilidad es que Sócrates fue una persona entre una multitud ruidosa, de manera semejante a que el individuo platicante de hoy sería una persona entre otra comunidad ruidosa y disfrazada, ya sea de café, de cantina, con o sin celular o de cualquiera de los tipos que has hecho notar en lo que dices?
no sé si se entendió bien mi duda, pero me gustaría que, si sí, me dijeses que opinas; y si no, que intentásemos aclararla un pococ más. también me gustaría ver qué opina alguien más.
cambio y fuera.
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… ahh; de la Electolalia, sólo puedo decir que era algo de esperarse…
Ríamos.
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Bueno. Por orden de aparición.
etnatm. Exactamente, algo muy alfonsino está en las pláticas que han llevado a esta plática. Y también es cierto que, no en el fondo sino en lo evidente, la cuestión central está en el ser.
martinsilenus. Me parece poco probable la existencia de una comunidad socrática. Sin embargo, eso no implica que sea imposible. La probabilidad reduce en tanto nos vamos a los extremos: o pensamos que la plática es valiosa por sí misma o que es la expresión ociosa contraria al trabajo -en tanto éste es lo que vale-. La dificultad radica, entonces, en mantenernos en la justa medida.
Gracias por los comentarios
¿Cómo ven?
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Excelente texto. La escasez como lugar común. Como no somos tenemos que hacernos. Marx planteó que la historia de los humanos solo cuenta a partir del momento en que comienzan a producir sus medios materiales de vida y por otra parte, que la división del trabajo sólo era tal cuando cuando trabajo material y trabajo intelectual se dividían realmente, esto sería el comienzo de toda ideología, fundamento también de una vida pública y otra privada. Creo que el primer lugar para la plática fue precisamente este momento, en que se discutió o platicó dicha división. Interesante como muestras una topología para la plática y a la vez describes un tiempo para la misma, esto es que la plática socrática es el tiempo del ocio y no del trabajo, lugar común. El núcleo de tu escrito, me parece, está en el hecho de que en el trabajo se platica y se platica de manera más radical y vehemente que en cualquier seudoplática de café, de perípato o de plaza. Quiero decir el modo en que se platica en un trabajo altamente mecanizado, ahí sucede una suspensión del tiempo y el espacio del «ahora» para someterlo a una dinámica extemporánea, lúdica, profunda o superficial, muchas veces, aunque no por eso menos plática. Podríamos hacer una teoría de la conspiración en esos lugares suspendidos, en los lugares donde toda plática es cifrada. Sólo así me parece legible que saltes a las consideraciones acerca de la cuestión electorera. El motivo que retomas no es sino el síntoma de toda práctica política, en el sentido mexicano del término: el lugar en donde todo lo manifiesto simplemente encubre una plática de intereses privados, de poder. El poder (sin intentar hacer abstracciones vacías) platica en serio. ¿Cómo hacemos para escucharlos?
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Námaste Heptákis dice la señora de la cantina de Bucareli que le pagues las dos cagüamas que le debes, esas que bebiste con martinsilenus la otra vez.
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smerdiakov: excelente lectura que has realizado de mi escrito. Muchas gracias. Quizá sólo añadiría la consideración inicial de la diferencia entre la plática y el ruido. Gracias en verdad.
Thimocrates: dile que yo no le debo nada, que se lo debe la Nación.
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Realmente me ha parecido muy interesante la reflexión que haces en torno a ese lugar común (el ocio) y la plática, pues resulta bastante curiso que entre más se busca un lugar suspendido del tiempo y del espacio para platicar, más nos alejamos del mismo.
Respecto a lo dicho por martinsilenus, sólo puedo señalar que cuando habla de la posibilidad de que entre platicantes uno logre verse a sí mismo y otreo sea usado como mero espejo, tengo mis dudas, pues considero que la plática se lleva a cabo entre iguales, y afecta a todos los inmiscuidos en uno u otro sentido, aún cuando esas afecciones conduzcan a los platicantes a caminos diversos, quizá el único lugar donde podría ver que no hay afectación mutua es en la plática que se da mediante la lectura de aquellos autoes que no ven ya que los leemos. ¿cómo vez?
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