La identidad latinoamericana como pregunta

El motivo de este pequeño texto es pensar la identidad nacional en Latinoamérica, en especial, la identidad nacional argentina y mexicana. Esto desde tres “fuentes”: El Laberinto de la soledad de Octavio Paz, “Cartas de mamá” de Julio Cortázar, en la colección Las Armas Secretas, y la canción La Casa desaparecida de Fito Paez. Es posible establecer, desde estos discursos y por medio de una generalización, que el latinoamericano se relaciona con su patria, o, en otras palabras, se piensa como miembro de su comunidad de una manera conflictiva y peculiar. El latinoamericano no es parte de un estado, no es con-formador, vive una realidad que considera autónoma y auto-poiética. Su incidencia en dicha realidad es respuesta, reacción, no pregunta, no reto. Su pasado se le aparece como un fantasma separado de las causas que le dieron origen (la Conquista, la Colonia, las dictaduras militares, etc.) La relación que entabla con su historia es la del olvido, la del ocultamiento. Dicho olvido parece haberse acordado de manera tácita, como los personajes de “Cartas de mamá” de Cortázar que deciden olvidar Buenos Aires, que Argentina se les aparece en sellos postales y en palabras de familiares, y no en hábitos ni memorias, sino en imágenes perturbadoras y sofocantes. Por otro lado, es curioso que el análisis de Octavio Paz en El laberinto de la soledad arranque con la pregunta por la mexicanidad en la cultura norteamericana, como si sólo en otro país, donde los otros desconocen el pacto, la infantil pregunta “¿quién soy?” o “¿de dónde vengo?” cobre un nuevo sentido y no reciba una sonrisa perversa, la del adulto.
Algunos autores argentinos han señalado que la identidad nacional argentina debe pensarse desde la Pampa: territorio vacío, silencio absoluto, distancias inconmensurables. En la Pampa el argentino vive a Argentina como una casa desaparecida, como un espacio que exige humanización y habitación, como un espacio abstracto que exige reflexión, que llama a la interioridad. En la Pampa el mundo no está hecho y el argentino experimenta una emoción que su historia le ha hecho olvidar: ¿cómo mirar, cómo ser y vivir un espacio sin historia? Esta fue quizás también la pregunta del conquistador español, y el latinoamericano, al formularla, resuelve una de las dicotomías que ponen en vilo su ser: decide ser español. Pero al serlo, no es ya indígena ni autóctono. ¿Qué putas entonces significa ser mestizo? ¿Cómo ser mestizo? ¿Cómo carajos fundar una comunidad en un pasado de sometimiento? Explicitar las conductas y las circunstancias históricas que rodearon hechos como el de la Colonia es un factor, aunque no suficiente, sí necesario para re-pensar la identidad latinoamericana. “Crear” una cultura reflexiva, crítica y genuina de la situación latinoamericana sea quizás una labor de muchas generaciones, pero es quizás la única manera, no sólo de insertarnos en el concierto de las naciones, sino de entendernos y romper el silencio, hacer emerger al diálogo, no escribir y hablar en voz baja, tampoco la euforia del grito o el aullido, mirar de cara el pasado, el presente y que el asombro conduzca a la pregunta, a la palabra.

2 Comentarios

  1. Námaste Heptákis dice:

    También está la elegante propuesta de Alfonso Reyes: abrir las ventanas de par en par y llamar a la superstición por su nombre, que es la manera de alejarla. Es decir, trabajando hasta alcanzar la mayoría de edad.
    ¿Y cómo? Sigue siendo la pregunta…

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  2. roberto dice:

    Pues más o menos te entiendo. Aunque me llama la atención eso de la «mayoría de edad». Una visión por demás eurocéntrica (sobre todo kantiana) de la política y bastante masticada, pero mal digerida.

    Lo último no lo entiendo Octavio.
    ¿Quieres decir si la pregunta por la identidad latinoamericana tiene sentido? Me parece que sí, ya que aunque ha sido contestada (boom latinoamericano, revoluciones políticas, transición a la democracia, ismos, etc) no ha sido desarrollada plenamente. Lo americano ha sido pensado desde lo europeo. La pregunta y la respuesta no han sido genuinas.

    Quien llama mi atención en este sentido es Dusserl y el marco de «lo periférico» para elaborar la pregunta por lo latinoamericano.

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