Una propuesta inoportuna

“¿Quieres ser mi esposa?”, le preguntó temeroso mientras ella asentía con la cabeza, resultado, más bien, de la distensión de los músculos de su cuello, que cedían ante la inevitable morbidez que el cáncer le había provocado luego de seis meses de confinarla a la cama del hospital donde acababa de exhalar su último aliento, frente al que en otras circunstancias sería su prometido.

Gazmogno

 

Deja un comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s