En serio

El que tiene un haber serio, gusta que otros tomen por tal su labor. De ahí, que sea desdeñable una mala broma o una pasada de lo que hace o dice éste; el serio se ofende porque no encuentra que lo suyo realizado, sea risible en ningún sentido. Y quizá la peor ofensa no radique precisamente en que hagan risa de su hechura –pues existen quienes pretenden que la risa puede ser incluso cosa seria. Razón no tan irrazonable–sino podría encontrarse en que tomen como poco grave o poco considerable lo que sea que haya emprendido, cuando él lo que anhelaba era ser mucho de ambos adjetivos. El para qué serlo, ya es cosa diferente, el serio habrá de tener serios motivos para ello.

¿Qué es ser serio? No sabría decirlo con exactitud, pues –ya lo he dicho– no es quien sencillamente no ríe, a éste se le llama amargado; ni el que llora, éste es el chillón, ni es quien no siente lo que le es dicho, éste es el inamovible de espíritu. El serio es, en pocas y mal significadas palabras, quien toma las cosas con seriedad. ¿Y eso qué significa? No sé, pero sé bastante bien cuándo usarlas. Sé distinguir, además, entre quien puede tomar y quien no, las cosas con seriedad.

¿Qué cosas han de tomarse con seriedad? Quién sabe, hay quienes ríen en los velorios y quienes lloran cuando ganan la corona de Miss Universo; supongo que los grados de seriedad los designa el mismo sujeto que apetecería serlo, lo cual ciertamente es problemático y de ahí que vengan conflictos cuando alguien ríe de algo que no debería hacerlo. Ahora, es claro que aquí se ha asomado otro asunto: ¿cuál es el contrario de lo serio? Porque hasta aquí pudo entreverse que era la risa, pero no lo es en realidad. Quizá lo desinteresado, lo grosero o lo negligente, pero no sé, creo que estos a su vez
tienen sus contrarios: el interés, lo amable y lo cuidadoso. Así que su opuesto exacto parece ser simplemente lo no-serio, aunque en la cotidianeidad se le haya polarizado más bien con juguetear o con retozar, pero creo que incluso esas son dos actividades que podrían hacerse con seria diligencia.

Al final, considero que poco puede decirse cabalmente de la seriedad, pues es difícil lograr buena idea de ella si no es bajo su uso, el cual, dado que depende de quién lo utilice, será particular y con ello, indecidible con rigurosidad.

La cigarra