Dinero habido

Debido a la situación precaria que en la actualidad se vive en el país, he tenido a bien escribir un poco acerca del dinero. Esto por creer que mucha de la violencia que se padece se relaciona estrechamente con la obtención de dinero. Robar, matar, secuestrar, distribuir droga y demás, es visible que va acorde con el afán de tenerlo o no tenerlo. Así, se abre una interesante clasificación: dinero bien o mal habido.

En supuesto, el dinero bien habido es el que se ha obtenido con un gran esfuerzo devenido de un trabajo honesto en donde no hay robo ni nada parecido, sino sólo horas de oficina, de reparación o construcción de artefactos o de investigación diligente e incluso tiempo de transportación y comidas fuera de casa. Sacrificando periodos de sueño o esparcimiento y entregándolo todo a una empresa, local o institución que remunera económicamente dicho trabajo. El dinero bien habido se deposita y retira honestamente en algún banco o se entrega en un pequeño sobre manila,  semanal, quincenal o mensualmente. Este dinero proviene de fondos rectos obtenidos de las ganancias por los servicios que, a su vez, presta quien paga. Fondos almacenados en cuentas íntegras por personas honradas e igualmente trabajadoras y servicios que verdaderamente suministran cosas útiles y nobles para una vida proba. Es, finalmente, el que cobran nuestros padres, hermanos, cónyuges y jefes, si es que no son secuestradores o algo parecido.

Por el contrario, se supone que el dinero mal habido es el que ganan y gastan los narcotraficantes, los secuestradores, los ladrones y esa gente que su fin es perjudicar o lucrar algún aspecto inconveniente para las personas. Es el que se deposita en cuentas de las Islas Canarias o que se entrega en enormes maletas escondidas en botes de basura y también el que pasa de contrabando en los aeropuertos. El dinero mal habido, en su obtención, requiere disposición para matar y morir en cualquier momento o para ser encarcelado de por vida. Es el dinero que llega en grandes cantidades rápidamente y del que el gobierno no está orgulloso de obtener del extranjero; del que no se guardan registros públicos, facturas ni recibos.

Así, la distinción se nos va de entre las manos y deja de tener la clara delimitación que nos habían prometido, porque ¿quién cumple con todos los requisitos que hacen decir que un dinero fue bien habido? La industria del vino no podría jactarse de ello, ni tampoco los abogados, por ejemplo. Además, ambas adquisiciones requieren un gran esfuerzo, encaminado a distintos ámbitos, pero al final es trabajo arduo. Cierto es que mi vecino, por ejemplo, cumple una función decorosa yendo todos los días a la fábrica, la cuestión es que en ella se elaboran diariamente millones y millones de cigarros que a la postre están matando lentamente a un número importante de personas, y el servicio dado entonces se aleja de serle valioso a una vida proba. Paralelamente, me enteré de un pueblo en el estado de Oaxaca donde la construcción de la escuela, la plaza, el parque y la iglesia fue financiada por el narco estrella de otra región, todos inmuebles que sí parecen ayudar a tener una vida más digna.

Dicen que nadie sabe para quién trabaja, yo añadiría que tampoco para qué. Las personas honradamente se emplean, ya de dónde provenga el dinero dicen que no es lo importante, pero sí importa si se quiere hacer uso de un dinero bien habido. Finalmente, ni en la concesionaria de autos ni en la agencia de viajes preguntan de dónde salió el dinero: mil pesos valen mil pesos, se hayan ganado en jornadas duras de más de 8 horas o se le hayan arrebatado a alguien saliendo del cajero automático. Eso hablando económicamente, claro.

La cigarra

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