Amigos

En vista de tan insigne festividad, cabalmente me he puesto a pensar cómo es que surge la amistad. Del amor el comienzo es medianamente claro: miras a alguien con agrado, intentas conocerlo mejor, salidas, cortejos y si hay química –aquí está lo inexplicable– simplemente se da. Podríamos reducir, al menos el comienzo, groseramente a la visión. Pero la amistad es diferente, no se escoge un amigo por ser atractivo o porque viste de tal forma o porque tiene cierto auto (en una amistad decente), parece pues que la afinidad amistosa surge de otro modo. Afinidad, lo he mencionado, para entonces he de sobreentender que debe entre los amigos haber alguna clase de ánimo compartido, ya bien sea en música, comida, deporte o lo que sea, convienen en algo. He aquí una primera respuesta. La amistad surge en una afinidad. Así si encuentras a alguien en el mismo pasillo en una librería o tomando la misma caja de cereal en el supermercado, podría decirse que tienen algo en común y por ende, podría surgir de allí una amistad.

Aunque la anterior se figure como resolución, francamente no lo es. Muchas veces es evidente la semejanza en gustos o aficiones con personas con quienes no cruzaríamos siquiera palabra. Así un grupo de clase e incluso, extremándolo, las personas con quienes se abordaría el tren. El fin y el interés es el mismo: abordar cierta temática y arribar a igual destino, pero ciertamente eso no hace de los compañeros o próximos, amigos. Y por el contrario, también sucede que dos o más personas no posean entusiasmo por idénticas cosas y que, no obstante, abrigan una buena amistad. Quizá radique también en la clase de ánimo compartido que se posea, no es lo mismo comprar en la misma zapatería que leer a los mismos autores, las charlas –médula del trato– presumirían ser muy diferentes. Al final, la interrogante sobre el surgimiento de una amistad ya no es tan fácil de resolver. De pensar es la posibildad de que tenga incidencia alguna clase de química equivalente a la del amor.

He pensado que tal vez la respuesta podría verse al advertir quién puede ser llamado con propiedad ‘amigo’, empero la cuestión es análoga, cómo explicar quién es éste. Los problemas implicados en la pregunta son graves, a veces los enemigos se hacen pasar por lo contrario con fines algo perversos o no se sabe que alguien es amigo hasta tiempo después o no se consideraría a alguien así sino luego de hacer algo más; como si la amistad necesitase comprobación (¿la necesita?). Llamar a alguien ‘amigo’ no es cuestión de un momento, lleva mucho tiempo, compañía, conversación, diversión, confianza y variadas de esas cosas que hacen saber a uno que tiene a alguien a su lado y que no le traicionará, puesto que la verdadera quiere ser permanente. El amor de amigos es duradero, relajado e íntimo. En lo particular creo que todos sabemos a quiénes se les denominaría tales y quizá hasta las razones de por qué, pero de ahí a descifrar qué es lo que hace de un amigo, ‘amigo’, se me ha complicado harto más.

La cigarra

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