En el camino

No hay honor más grande

que a tu lado caer andando.

Andar, andar, amigo;

a andar compañero andante

Señas particulares

“Recuerdo aquella noche en que la dejé,

pero no recuerdo a dónde la dejé…”

Les Luthiers

“No hay pierde” le habían dicho, pero en realidad sí le costó un poco de trabajo dar con el lugar. Una vez que llegó, se detuvo un momento, volteó la cabeza hacia arriba y soltó un suspiro. El edificio era tan alto que no se alcanzaba a ver dónde terminaba. Lo más probable era que aquello le tomara toda la mañana, acaso también la tarde. Lanzó otro suspiro y, habiendo tomado valor, caminó decidida hacia la entrada: las puertas automáticas se abrieron en seguida. De inmediato se dirigió al directorio. El departamento que buscaba se encontraba en el piso 88. Buscó entonces el área de los elevadores: se encontraba hasta el otro extremo de la estancia. Tanta era la gente que apenas si podía caminar, así que lo hizo despacio, cuidando que no la atropellaran quienes más prisa llevaban. Unos minutos después estuvo frente a las puertas de uno de los ascensores con un grupo numeroso de gente que también esperaba para subir. De la docena de personas que subió junto con ella, sólo tres se dirigieron a otros pisos. Se preguntó qué habrían perdido y a qué departamentos tendrían que ir.

-Departamento de Personas Perdidas. Bienvenidos. Favor de tomar una ficha y esperar a que sean atendidos. ¡Gracias!- resonó una voz dulce por los altavoces cuando las puertas del elevador se abrieron. No fue difícil dar con la fila para las fichas: era la más larga de todas. Frunció un poco los labios y siguió caminando. Ya estaba ahí, sería estúpido echarse para atrás ahora. Para matar el tiempo, sacó un chicle de su bolsa y los audífonos de su celular; escucharía música por lo mientras. No tardó mucho en tomar su ficha, a pesar de todas las personas que habían formadas antes que ella. Lo realmente pesado iba a ser la siguiente espera. Le había tocado la ficha número 2421 y la pantalla decía que apenas iban en el turno 2011. Suspiró de nueva cuenta y fue a buscar un lugar para sentarse. Al principio volteaba a ver el reloj de pared cada cinco minutos y en algún momento se cansó de que el tiempo no transcurriera más rápido, así que mejor cerró sus ojos. Cuando los abrió, había transcurrido ya una hora, pero sólo faltaban dos personas por pasar y por fin sería su turno. Diez minutos después, la pantalla le indicaba que sería atendida en el cubículo 113, el cual no se encontraba muy lejos de donde ella había estado sentada.

-Buenos días. Tome asiento, por favor- le dijo la amable señorita detrás del escritorio y enseguida añadió -¿En qué puedo ayudarle?- La miró rápidamente y guardó silencio un minuto. -Pues… vengo buscando a una persona perdida…- le respondió dubitativamente mientras pensaba que era lo obvio, si no ¿qué demonios hacía en ese departamento?. La señorita no dijo nada, sólo sonrió y se acomodó frente a la computadora, lista para teclear los datos que ella le fuera proporcionando. Estaba a punto de hacerle las preguntas correspondientes, cuando ella la interrumpió. -Perdón- se disculpó. -¿Es verdad que no necesitan el nombre de la persona perdida?- le preguntó angustiada. La señorita sonrió de nuevo y repuso: -Sí, es verdad, no tiene que darnos el nombre de la persona, pero sí necesitamos que nos dé algún otro para ubicar el expediente- Se quedó callada un momento pensando y entonces preguntó de nuevo. -¿Pueden ser sólo iniciales?- La señorita le dijo que si no estaban ocupadas ya, no habría ningún problema. -FM, como la frecuencia de radio- La señorita no dijo nada, simplemente capturó el nombre y se dispuso a hacer las preguntas.

-¿Cuándo perdió a esta persona?

-El jueves pasado.

-¿En dónde?

-No… no lo recuerdo bien- contestó con voz trémula.

-¿Sabe a qué hora ocurrió más o menos?

-Creo que en la tarde… ¡No, espere! Fue en la noche, ¿o no?- La señorita le dedicó una sonrisa y le dijo que no se preocupara.

-¿Señas particulares?

-Pues… tiene pies egipcios.

-¿Pies egipcios dice?- repuso extrañada la señorita, arqueando la ceja, pues nunca había escuchado hablar de ellos.

-Sí, pies egipcios como su abuelo. Ya sabe, cuando los dedos están acomodados como en escalerita. Bueno, en realidad sólo cuatro de sus dedos son egipcios. El gordo y el que le sigue los tiene casi a la par- La señorita dudó por un momento de la salud mental de aquella joven, pero no dijo nada. Si llegaba a ponerse más extraño el asunto, con toda la pena llamaría a Seguridad y atendería a otra persona.

-¿Puede decirme el color de piel, de ojos y del cabello, la ropa que llevaba puesta ese día y si tenía otras señas, además de los pies egipcios, como una mancha de nacimiento, alguna cicatriz…?- “¿Color de piel?” pensó ella. Nunca lo supo, lo llevaba escondido debajo de tantas pecas, así que se lo inventó. En cambio, sus ojos sí los recordaba: eran cafés con unos toques de finas líneas amarillas y miraban bonito. ¿El cabello? No le venía otra cosa a la cabeza más que rebelde, quizá también era café, lo había olvidado. La ropa tampoco la recordaba, así que también se la inventó. ¿Qué importaba todo eso? La clave estaba en los pies egipcios, pero ya no le dijo nada. La señorita tecleaba como autómata a la vez que le hacía más preguntas que ella no sabía responder y cuyas respuestas, sin más remedio, inventaba.

-¿Cuál es su parentesco o relación con esta persona?- El corazón le dio un vuelco cuando escuchó la pregunta. Era la única cuya respuesta sabía y no tenía duda de ella. “Ninguna” era la respuesta, por eso él se había marchado y por eso ella estaba en aquel edificio buscándolo entre las personas perdidas…

Hiro postal

Descripción del beso

Traslado al español de la estrofa 186 del segundo canto de Don Juan de Lord Byron.

 

Un largo, largo beso de amor y juventud,

bello y tan absolutamente concentrado

cual rayos encendidos bajando en altitud;

besos que sólo en la juventud han estado,

cuando corazón, alma y sentidos son alud,

la sangre es lava y hoguera los latidos.

Cada beso es un terremoto, y su fuerza,

según creo, se reconocerá por grandeza.

 

Parte de guerra 2012. 3548 ejecutados al 27 de abril.

Garita. En entrevista con el diario chileno El Mercurio el candidato presidencial del nuevo PRI Enrique Peña Nieto, al ser cuestionado por los casos de clientelismo y corrupción en que han participado notables miembros de su partido, afirmó: “hemos aprendido de ellos para no volver a repetirlos”. Anotemos la fecha y la declaración, para lo que se ofrezca.

Coletilla. “Cada poeta es un latido en el río del lenguaje”. Octavio Paz

Cabalgata

Cabalgó toda la noche esperando encontrar el sol en su mirada, pero lo único que pudo hallar fue la muerte.

Gazmogno

La Portentosa Cuchara Azucarera

Ésta es la portentosa cuchara azucarera. Nadie sabe de dónde proviene, pero probablemente la creó hace mucho alguno de los dioses nórdicos con su incomprensible magia. No desaparece de la vista de pronto, no flota, no brilla espontáneamente. No hace ninguna de esas cosas vistosas; pero lo que hace es un poco mejor. Podrían decir que más útil, por lo menos. Azucara. Jamás hay que tomar el azúcar de ningún recipiente, ni hay tampoco que preguntar al que beberá el café cuántas cucharadas quiere: se introduce la cuchara vacía en el café, se revuelve como si se le hubiera endulzado, y al sacarla el café está azucarado. Y nunca más de lo conveniente ni menos de lo que quiera quien vaya a beber. Extrañamente, no puede endulzar ni tés, ni agua sola, ni ningún líquido salvo el café. Su función es suficiente para sorprender a todos los científicos del mundo, pero si no lo fuera, los sorprendería entonces su grado sumo de especialización. Eso sí, sirve en cualquier café, sea chiapaneco, chileno, colombiano, o de cualquier lugar; y sirve en concentraciones de americano, expreso, capuchino o el que sea (siempre y cuando sepa a café). Pocos meses después de su descubrimiento, investigadores de todo el mundo aspiraron a reproducirla en laboratorios, pero las terribles mutaciones producto de tales empresas están mejor confinadas al olvido. No obstante, no toda experimentación con ella ha sido menoscabo. Se ha comprobado hasta ahora que la cuchara puede azucarar una tina de 80 litros de café con el sabor de aproximadamente dos cucharadas por taza, pero no se conoce su límite (ni si lo tiene), y se han usado exitosamente piletas cafeteras así endulzadas en eventos importantes como dinámicas de psicología, de pedagogía, y pláticas de superación personal. Otros experimentos no han sido ni devastadores ni gloriosos, como la vez en que el Dr. Heisenhöhner trató de azucarar una mezcla de café con sal para corroborar si la cuchara añadía suficiente dulzor como para desaparecer el dejo salado, y acabó comprobando en su lugar los efectos vomitivos de la mezcla; o cuando se la llevaron al espacio en transbordador para comprobar su actividad, y no hizo nada que no hubiera hecho una cuchara normal, según dijeron los de la NASA, porque el café que flota no es café. Es más, una vez se intentó montar una planta extractora de azúcar que solidificara el café endulzado milagrosamente para obtener azúcar infinita y terminar con todos los problemas del mundo; y era un noble ideal, pero salía más caro mantenerla que lo que se ganaba con azúcar, así que cerró y fue abandonada. Es una lástima que de todos los artificios sorprendentes que la fortuna pudo haber depositado en nuestro camino para sacarles provecho, hayamos encontrado éste, de tan estrecho alcance; pero lo peor de su hallazgo, por lo menos para mí, es que yo no le pongo azúcar al café.

Escritura horrible

Aquel calla que escribe lo que nadie lee; y es peor que el silencio escribir lo que no puede acabarse de leer, y más reprensible acabar de escribir lo que  cualquiera se arrepiente de acabar de leer.

Hoy no puedo escribir sobre algo bello, y eso que hay bastantes cosas bellas rodeándome, seres vivos increíbles que demuestran constantemente que hay voluntad y seres eternos que iluminan nuestras vidas.

Me siento abandonada por las musas, y dudo de que en algún momento me asistieran en mi hacer diario. Quizá por eso condeno lo que puedo al calor de las llamas y de lo demás reniego.

Hoy podría escribir sobre cosas horribles y miserables, parece que no puedo ver otra cosa que lo que es nauseabundo, pero si eso es así prefiero no escribir esta vez y no contagiar ni mi pesimismo ni mis nauseas. Así que me disculpo por mi imposibilidad.

Maigo.

La prima

“O what land is the Land of Dreams

What are its mountains & what are its Streams

O Father I saw my Mother there

Among the Lilies by waters fair”

W. B.

 

Ella. Tan bella. Mírala, ahí viene otra vez. Mírala, viene cantando y bailando. Ella, tan presumida ella. Llena de un calor bañado de perfecta frescura. Vela bien, siéntela. Trae ese olor que tan bien le va, con esos colores que no le van a nadie más. La envidia de todas. Tan sonriente y campante. Siempre en su mundo, desinteresada del mundo. Ponle atención, disfrútala porque –sábelo- viene pero se irá otra vez. Viene de rápido porque, como siempre, la muy grosera se aburre y se impacienta. Aventurera. Diamante de la inquietud que nos hace disfrutarla más porque sabemos bien que nos va a dejar. Pero no llores tanto, porque nos deja siempre algo. Deja su recuerdo, riega jacarandas, el olor de sus jazmines y el sabor de sus ciruelos. Nos deja con la esperanza de verla una vez más. Nos deja con la sospecha de que pronto volverá. Y,  además, esta vez nos deja algo más. Viene cantando los himnos de nuevas propagandas.  Llena de palabras renovadas. Con nuevas y originales máscaras que esconden dinosaurios y monstruos. Viene cantándole al amor y al cambio. Ahora viene regando nuevos sabores que tal vez no nos gusten tanto. Tal vez esta vez no sólo nos deje esperanza. Cuando se haya ido ahora no será lo mismo; nos dejará anunciándonos las buenas nuevas o las malas viejas. Cuidado, pues tal vez esta vez deseemos no haberla visto jamás. A ella: a la primavera.

PARA APUNTARLE BIEN: El epígrafe es de The Land of Dreams de William Blake, y lo pueden ver acá completito: http://www.bartleby.com/235/135.html. También les dejo esto de Cummings, aunque ya sé que es el papá del cliché (pero hoy no importa):

SOMEWHERE I HAVE NEVER TRAVELLED,  E. E. Cummings

somewhere i have never travelled, gladly beyond

any experience, your eyes have their silence:

in your most frail gesture are things which enclose me,

or which i cannot touch because they are too near;

 

your slightest look easily will unclose me

though i have closed myself as fingers;

you open aIways petal by petal myself as Spring opens

(touching skillfully, mysteriously) her first rose

 

or if you wish be to close me, i and

my life will shut very beautifully, suddenly,

as when the heart of this flower imagines

the snow carefully everywhere descending;

 

nothing which are to perceive in this world equals

the power of your intense fragility: whose texture

compels me with the color of its countries,

rendering death and forever with each breathing
(i do not know what it is about you that closes

and opens; only something in me understands

the voice of your eyes is deeper than all roses)

nobody, not even the rain, has such small hands.

 

MISERERES: En Francia no pinta tan bonito el futuro de Sarkozy, pero el de Hollande sí. Acá en México el candidato del PRI sigue diciendo “no, no, no” a nuevos debates (él nomás dos, él nomás con los del IFE). También dice “no” a la discusión sobre la legalización de las drogas.  Y un poquito más sobre las campañas lo pueden ver acá (escribe Sergio Aguayo): http://www.sergioaguayo.org/html/columnas/Porlatercera_180412.html