Una sincera disculpa

 

Las disculpas se ofrecen por la culpa que uno siente ante la falla en alguna acción. Aunque también puede darse el caso que esta culpa no sea sentida, sino sólo sea una manera de zafarse, de manera cobarde, de alguna mala mirada que se dirigirá a uno cuando los demás no aprueben la acción; aunque uno no se sienta culpable por el hecho de hacerlo. Pero hay muchos casos, como éste, en que uno sí se siente culpable por saber que, aunque pudo haber hecho más, ha fallado ante quienes no debería de hacerlo. Momentos en los que uno siente ganas de agachar la mirada por saber que es culpable de algo que hizo o de algo que pudo haber hecho, pero no fue así; de algo que se hizo mal o de algo que se pudo hacer mejor. Así que, ante la falta de palabras idóneas, no tengo más que ofrecer una disculpa por estas líneas.