Demasiado

“Harold March was the sort of man who knows everything about politics

and  nothing about politicians. He also knew a great deal about art, letters, philosophy,

and general culture; about almost everything indeed, except the world he was living in.”

Chesterton

 

Aquellos ojos Emilio no los olvidaba. ¡Qué cosa tan bella! Sólo por ellos se levantaba y por la mañana llenaba su bolsillo de pequeñas invenciones baratas. Una noche –como todas- se había puesto a pensarlos, a recordarlos, a sus ojos y a ella. ¿Qué los hacía tan especiales? Debía ser lo grandes que estaban. Debían ser sus hermosas y enormes pestañas. Debía ser su color, ese azul profundo como del mar de sus sueños… ¡No! Era el brillo, ése que parecía agua en sus ojos. Ése que escondía quién sabe cuántas cosas, que guardaba secretos. Sí, sin duda eso era. Ojalá nunca contara esos secretos –pensaba Emilio-. Mejor que callara, no fuera a ser la de malas y se le esfumara el brillo. María se moría de hambre ¡qué horror tener hambre! No entendía por qué, había estado comiendo más que bien. Su panza rugía, su cabeza dolía; no podía más. Por fin llegó la hora, la deliciosa hora, su madre era excelente cocinera. Había crema de espárragos, chuletas de cerdo, puré de papa, espinacas, queso y coliflor. Luego su arroz con leche de todos los lunes. Se lo comió todo. Se lo comió tres veces. Se enfermó. Su madre se lo advirtió, ¡esto te pasa por atascada! –añadió. Román era un joven como todos, y como todos tenía algo especial. A él los dioses le dieron el don de escuchar el pensamiento; escuchaba a su madre, a su padre, a su hermana. ¡Qué maravilla! –pensaba al principio. Pero poco a poco se le acabó la dicha, se acabó el misterio. Después ya no fue bueno; el pobre supo demasiado. Supo que su padre amaba más a su hermana, que su madre no amaba a su padre, y que María no lo amaba a él. Tal vez los dioses no lo querían tanto. No fue feliz.

¿Qué tanto es tantito? ¿Qué tanto es demasiado? Demasiado es un extremo, como todos, peligroso. Demasiada comida, demasiada información. Saber, saber, saber. Saber quién sabe por qué. Saber sin pensar para qué. Hoy somos hombres que queremos, decimos querer o creemos saber demasiado. Invadimos y nos gusta que nos invadan el mundo (real y virtual). Me pregunto si descubrir todos los secretos es lo ideal.  Tal vez nos caiga de peso la demasiada información, no sé si esto es lo mejor. No nos vayamos a empachar, enfermar, aburrir o desilusionar. Mejor (saber) poco pero (pensarlo) bien.

PARA APUNTARLE BIEN: “Ya no llora. En cierto modo usted le ha sustituido. Las lágrimas del mundo son inmutables. Cuando alguien empieza a llorar, alguien deja de hacerlo en otra parte. Lo mismo sucede con la risa. No hablemos mal de nuestra época, no es peor que las pasadas. Pero tampoco hablemos bien. No hablemos.” –Pozzo. En Esperando a Godot (de Beckett).

MISERERES: Los números del mundo se mueven: la incertidumbre griega tiene a la economía mundial temblando. Hoy empieza la segunda mitad de las campañas. Siguen los muertos y más muertos. No hay que rutinizar la violencia (ahora fueron 49 muertos de un jalón en Cadereyta). Para esto de la violencia no parece haber unidad en las propuestas, ¿quién convoca a la unidad? No aparecemos. Acá hay un análisis del debate: http://www.sergioaguayo.org/html/columnas/Jugadaexitosa.html