El rabillo del ojo.

Hay historias de vida que si fueran grabadas en el rabillo del ojo de aquellos que tienden a ser insensatos ahorrarían muchos dolores y sufrimientos. Scherezada nos cuenta cada noche una historia diferente y entre todas esas historias algunas merecen permanecer en la memoria de quienes tienden a ser imprudentes y se dejan guiar por su curiosidad insana y por un deseo excesivo de placeres, aunque en ello les vaya perder el ojo derecho o la vida misma.

La imagen de una historia grabada en el rabillo del ojo es hermosa si pensamos por un momento en la manera en que miramos cuando caminamos por un sendero sinuoso en el que no conviene distracción alguna.

Si nos pensamos como caminantes que andan en lugar que por no ser camino ya trazado está lleno de piedras y peligros mortales, notaremos que debemos tener siempre la mira dirigida hacia el sitio donde hemos de posar los pies, esto a fin de dar cada paso con algo de seguridad y certeza, al menos la suficiente como para continuar caminando de la mejor manera posible.

De la imagen del caminante se infiere la necesidad de mantener la vista siempre dirigida hacia el frente, hacia donde van los pies, y no hacia los lados, porque al ver hacia otros sitios aunque sea con el rabillo del ojo, es decir, al suponer que sólo por actuar un rato de una manera en que se sabe no se debe actuar en la vida, lo que se pierda es algo más que un paso, o el tiempo que se ocupa en voltear hacia donde no se debe.

Las historias que nos advierten de los peligros que hay al tomar a la ligera la dirección en la que vamos guiando la mirada y, junto con ella, nuestros pasos, deben ser grabadas en el rabillo del ojo a fin de que al apenas asomarse a lo no debido, seamos capaces de corregir el rumbo sin tener que perdernos en el camino tal y como ocurre con muchos de los personajes que más que entretenernos alimentan nuestra alma por boca de la sultana Scherezada.

Maigo.

Por añadir: Mis condolencias a los lectores de Carlos Fuentes.