De democracia a oligarquía

Estamos convencidos que la democracia es la es la solución al problema actual del país, y día a día nos preguntamos cómo hacerle para ser cada más democráticos, si no somos lo suficiente; o qué hacer para que la democracia sea mejor, que funcione, que sea una buena democracia. Estamos convencidos de la grandeza del régimen democrático. Cada día que pasa somos más libres y más tolerantes. Democracia, libertad y tolerancia son el motor de nuestra sociedad.

Pero quizá convendría retroceder un paso más a estas nuestras dudas y preguntarnos, qué es eso de vivir en democracia. En algunos casos, suponemos que vivir en democracia es tolerar que otro haga lo que su libertad individual le dicta, pues él tolerará las acciones guiadas por la nuestra; que es posible que todo mundo opine y crea lo que quiera creer, y sea respetado. El problema es cómo vivir en comunidad. Eso no nos ha quedado claro; nos relacionamos pero no se tiene claro el bien que como comunidad buscamos.

Lo principal en una democracia no es que haya una gran cantidad de personas que voten en las elecciones; lo que la caracteriza son el tipo de personas que tienen el poder en ella, de la clase social dominante. El tipo de bien que persigue una comunidad depende de la clase social que tiene el poder en aquella. La principal diferencia que se haya en una comunidad es aquella que se establece mediante la diferencia entre ricos y pobres. Aunque mencioné que la democracia no depende del número de personas que en ella toman decisiones, en casi todas las comunidades el número de personas pobres es mayor al de las que se consideran ricas. Toda comunidad busca favorecer a todos aquellos que son considerados ciudadanos. Con un régimen oligárquico, son los más ricos quienes tienen el poder sobre los pobres (y en la mayoría de los casos, los que son más).

Lo que considera bueno tanto un régimen como el otro, es absolutamente diferente. Por lo tanto lo que es bueno para uno, no lo será por necesidad para el otro. En ambos regímenes la clase gobernante persigue lo que para ella es bueno. Se comienza a hacer evidente que lo bueno para los ricos no es lo bueno para las personas del régimen democrático; los últimos –entre otras cosas- buscan igualdad, mientras los otros no.

El régimen oligárquico en la mayoría de las comunidades, a diferencia del democrático, tiene por clase dominante a una minoría. Esta minoría se caracteriza por ser quien tiene el poder económico. Quienes tienen el poder económico, siendo una minoría, difícilmente aceptarán que se promueva la igualdad, pues ellos hallan una diferencia entre su minoría y la mayoría de las personas de una ciudad; ellos tienen dinero y el poder para gobernar. Por otro lado, aquellos que viven en un régimen democrático consideran que todos los hombres son iguales.

Estamos convencidos de nuestro régimen democrático, de que todos somos iguales porque podemos votar por quien queremos, consideramos que las decisiones que dan dirección al país son tomadas por la comunidad democrática que consideramos ser. Nos preocupa mucha cómo hacerle para ser más democrático y para hacer mejores democracias. Estamos convencidos que la apuesta por la democracia es la solución de los problemas del país. Pero parece que nos hemos detenido a pensar si efectivamente nuestro régimen es democrático. Quizá conviene detenernos, y preguntarnos si seguimos cuestionando cómo ser una mejor comunidad democrática o comenzar con seriedad a preguntarnos si nuestro régimen oligárquico o democrático.

Deja un comentario