Votar por la dignidad


 

¿todos se han muerto, se han ido, cántaros

rotos al borde de la fuente cegada?

Octavio Paz

 

La política es cuestión de hechos, no de ideales; así reza el credo de la real politik. Y añaden: Orientar la acción desde lo ideal es condenarla a lo inefectivo. Vale más lograr algo que no lograr nada. En política el éxito es fin. Por desgracia, pienso, podemos ser exitosos en lo pernicioso, podemos ganar una batalla cuyo triunfo nos condene al vicio, podemos enorgullecernos de haber vencido al otro sin percatarnos de su humillación o de nuestra soberbia. La política es cuestión de hechos sólo porque es práctica, no porque sea cínica, no porque carezca de ideales, no porque busque el éxito a toda costa. Todo lo cual vale en nuestro actual momento político, pues todos aquellos que no queremos el regreso del PRI a la presidencia de la república deberíamos tener presente la practicidad de la política para elegir qué hacer con nuestro voto. Entre aquellos que no queremos la vuelta del PRI predominan dos posiciones: el voto útil y el voto nulo. (No considero aquí la abstención, pues sólo se valida en dos casos: el rechazo a la elección –posición que elimina de base la oposición al PRI-, o la aceptación de un fraude previo –posición que ya no tiene nada qué discutir-). Ambas posiciones pueden ser pensadas respecto a la anterioridad de la elección (aquí un excelente ejercicio) o respecto a la posterioridad de la elección. Orientándonos a los días que siguen al 1 de julio, ¿es mejor el voto útil o el voto nulo? Si la única razón que tienen los promotores del voto útil es evitar el triunfo del PRI en la elección, el voto útil resulta inútil, pues su ejecución se reduce a dos posibilidades. En el primer escenario el voto útil evita el triunfo de Enrique Peña Nieto y se lo da a Andrés Manuel López Obrador. ¿La «unidad» por la que AMLO arribaría al triunfo se vería reflejada en un gobierno de unidad? Es claro que no, pues el amoroso López Obrador labra sus tierras para sembrar las semillas de la discordia, todo en su discurso es él -legítimo representante del pueblo bueno- contra la mafia en el poder -ilegítimos represores del pueblo bueno-. ¿En qué medida votar por AMLO sería votar por el bien de la nación? Una arista de esta posición es que, efectivamente, AMLO forme un gobierno de unidad, pero nada de ello se ha escuchado como para llegar a creerlo: él ya tiene su equipo, él ya pensó su gabinete, él ya soñó su primera presidencia. En el segundo escenario el voto útil no lograría la derrota de Enrique Peña Nieto, pero sí haría muy cerrada la elección. El proceso de auscultación de la elección estaría marcado por la incordia y el alegato de fraude. Nuevamente saldríamos de la elección «con un soplo en el corazón de la patria» -imagen originada en la mente de Sabina Berman con relación a las elecciones de hace seis años-. ¿En qué se beneficia con ello la nación? Promover el voto útil pensando más en la elección que en la gobernabilidad es imprudente.

Por su parte, del voto nulo sólo me persuade una posición: anulamos nuestro voto porque no queremos participar de las elecciones de la ignominia y no nos abstenemos porque no rechazamos al país. En esta posición, anular el voto es una postura ética: negarse a participar de unas elecciones que vacían de sentido nuestra vida pública y lo reducen todo a la propaganda y a la cuantificación -por ello no importa que no se contabilice el voto nulo-. Anular el voto es participar de la vida democrática sin apoyar a los vividores de nuestro sistema democrático. Anular el voto es decirle no al pragmatismo deshonesto de Enrique Peña Nieto, no a la laxa tolerancia de Josefina Vázquez Mota, no al amor prostituido de Andrés Manuel López Obrador, no a la hipocresía caricaturesca de Gabriel Quadri de la Torre, no al abstencionismo inane, no a la compra de votos, no al pragmatismo cuantificador que nos pide el voto útil. Dicho así, parece que el voto nulo sólo puede decir que no, y quizá sea cierto, pues necesitamos decir no a lo indignante, no a lo inaceptable, no a la pérdida de sentido, para volver a decir a la dignidad, a la paz, a la recuperación del sentido de nuestra vida pública. Yo estoy por el voto nulo porque creo que la política sí es asunto de ideales, porque ninguna práctica puede ser buena sin una mínima idea de lo bueno, porque creo que “hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces” y que de esas raíces surjan los árboles bajo cuya sombra en un futuro nos podamos sentar a platicar.

 

Námaste Heptákis

Parte de guerra 2012. 5050 ejecutados al 22 de junio.

Garita. “Antes de la alternancia votaba con resignación, ahora lo hago con desasosiego”, dijo el pasado martes Guillermo Sheridan.

“El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad ha llamado a las víctimas de la guerra y la violencia, así como a la ciudadanía en general, a acudir a las urnas y votar por la paz”, afirmó el pasado viernes Emilio Álvarez Icaza.

Mientras, Álvaro Enrigue pronostica hoy que “vamos a necesitar ejércitos de hombros para sentarnos a llorar”.

Coletilla. La Real Academia Española publicó ayer 1697 cambios al DRAE. Entre los términos que ingresan oficialmente al DRAE están: argumentario, blog, bloguero, chat, chatear, cienciología, cuentacuentos, culamen, dontancredismo, espanglish, friki, gracieta, mexica, okupa, okupar, papamóvil, SMS, sudoku, sushi, USB. Por desgracia, en varias de las definiciones de los neologismos la RAE no cuida las formas, por ejemplo, la definición de bloguero registra “blogs”, aunque lo correcto sería “blogues”. ¡Lástima!

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