Flores de Oriente

 

En 1972, Kenneth Rexroth publicó The Orchid Boat, antología con la que presentó a Occidente un considerable catálogo de poetisas chinas ubicadas temporalmente entre el siglo IV a.C. y mediados del siglo XX. Revisitamos hoy cinco poemas de dicha antología.

 

De Chuo Wên-chün (siglo II a.C.)

Mi amor es tan puro como mi pelo:

blanquísimo como lo es la nieve,

brillante como luna tras la nube;

pero he descubierto su recelo.

Al límite hemos llegado.

Por nosotros hemos brindado.

Sola caminaré mañana

y miraré fluir las aguas

en el frío acongojada.

¿Por qué nos da tantas lágrimas

la vida junta, acompañada?

Sólo quise un hombre con corazón

y vivir juntos por todo el tiempo

hasta que blanco nos fuese el pelo,

pero no quise a quien estuviera

cada momento en persecución

de vivos peces allá en la rivera,

lejos de toda consolación.

Que vale más, ahora lo sé,

un hombre íntegro, siempre leal,

que todo el dinero que puedas desear.

 

Anónima (Siglo V d.C.)

 

¡Floridas laderas de la montaña!

Ahora que ha muerto mi amor,

¿cómo soportaré la vida solitaria?

Si tú aún me quieres, amor mío,

abre un poco tu ataúd

y ahí llévame contigo.

Si lleno de hombres está el mundo,

¿por qué estoy desconsolada

y a ti anhelo hasta lo profundo?

Yo quisiera ser la hiedra

que sube a los pinos más altos;

y que entre las nubes estuvieses cerca

para algún día poder mirarnos.

 

De Li Ch’ing-chao (Siglo XI d.C.)

El viento ha cesado.

Nada queda; sólo el polvo.

Queda ahí la primavera.

El día está avanzado;

he podido arreglarme poco.

Lo mismo sigue siendo todo;

pero él ya no existe más.

De hacer algo ya no soy capaz.

Las lágrimas me ahogan antes de hablar.

Unos dicen que la primavera

sigue preciosa en Dos Ríos.

Yo me temo que allá no podré remar,

pues el dolor me va a ahogar.

 

De Mêng Chu (Siglo III d.C.)

En la soleada primavera,

entre marzo y abril,

cuando el agua y la hierba

tienen el mismo matiz,

conocí a un joven

que vagaba por el camino.

¡Cómo hubiera querido

antes haberlo conocido!

En la soleada primavera,

entre marzo y abril,

cuando el agua y la hierba

tienen el mismo matiz,

con la mano tomé una flor:

¡fue su perfume aliento de amor!

Llevo esperándote

cuatro o cinco años.

Y la larga espera,

oh amor, se ha vuelto pena.

Ojalá podamos marcharnos,

volver al lugar solitario,

y ahí abrazarnos

como en sagrario.

 

De T’ang Wan (Siglo XII d.C.)

Se debilita el amor del mundo.

Y perverso se vuelve el humano.

La lluvia, en el ocaso,

arranca la flor y el fruto.

El viento, por la mañana,

va a secar cada lágrima.

Intento escribir sobre la angustia,

la pena de mi corazón;

pero no encuentro la ocasión.

Es difícil, muy difícil.

Todos estamos solos.

Hoy no es ayer.

Mi cabeza de mujer

da vueltas dando tumbos.

Algo suena en la noche fría.

¿Es acaso mi agonía?

Por temor a las preguntas

que hará toda la gente,

yo que no soy valiente

todas mis lágrimas tragaré,

ser feliz yo fingiré:

engañaré, engañaré, engañaré…

 

Parte de guerra 2012. 6959 ejecutados al 31 de agosto.

Voces de la caravana. “Este domingo voy a cumplir un año de que me vine a Estados Unidos con mi familia. La última vez que estuve allá, un día llegó un grupo de hombres armados a mi casa. Nos tiraron al piso a todos y empezaron a preguntarse a quién se llevarían: si a mi mamá o a mi tía. Al final se llevaron a mi tía. Desde entonces no sabemos nada de ella. No hemos encontrado su cuerpo. No la podemos enterrar. Para ellos, los malos, la vida y todo es un juego, pero para nosotros no”. Daniel Vega, miembro de la Caravana por la Paz, 29 de agosto de 2012.

Coletilla. “La transformación lenta de un pueblo hacia lo más vil ocurre en el fondo de los corazones y su apariencia sólo son sus actos”. A. Cortés