“Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación
de saber que estos son los últimos versos que te escribo…”
Joaquín Sabina
He aquí la espera:
fingiendo no quererte,
voy olvidándote.
Hiro postal
"Una docena de años viendo cómo se parten por docenas otras cosas en el mundo"
“Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación
de saber que estos son los últimos versos que te escribo…”
Joaquín Sabina
He aquí la espera:
fingiendo no quererte,
voy olvidándote.
Hiro postal
para ti,
a quien estoy esperando
Mi vida es como una gota de rocío, y tú la hoja que me arrancará el amanecer.
Námaste Heptákis
Parte de guerra 2012. 7385 ejecutados al 14 de septiembre.
Voces de la caravana. «Imaginen a un niño que devuelve al océano algunas estrellas de mar que quedan a la orilla de la playa.
– ¿Qué haces?- le dice al niño su papá.
– Lanzo estrellitas de mar- contesta el niño.
– ¿Para qué? Mira: ¡Son miles! Nunca vas a acabar. Unas cuantas no hacen la diferencia.
– Mira esta estrellita de mar, papá. Mírala bien, para esta yo ya hice la diferencia.
Eso está haciendo esta Caravana. Una pequeña diferencia». Enrique Morones, 9 de septiembre.
“Nosotros, a pesar del dolor que esta guerra nos ha infringido, no hemos hecho de nuestro sufrimiento un motivo para el odio y la derrota. Lo hemos transformado en amor y en una larga búsqueda de paz. Pero si ustedes no toman nuestro camino y pasan por alto la urgencia de este momento diciendo que esto no es asunto suyo, nos habrán dejado muy solos y un día también ese sufrimiento terminará por alcanzarlos. […] Soñamos que juntos podremos salvar la democracia y darle un nuevo y más profundo cauce, el de una democracia que ponga por encima de cualquier interés la dignidad y la libertad de los seres humanos. Esta es nuestra esperanza. Esta es también la fe con la que durante un mes hemos caminado por territorio estadounidense y regresamos a México. Con ella encendemos una vela en la oscuridad que nos envuelve y aguardamos, en la esperanza, que muchas más se enciendan hasta que la luz termine por cubrir las tinieblas”. Javier Sicilia, 12 de septiembre.
Obituario. Diariamente, en pequeñas cápsulas radiofónicas, Ernesto de la Peña nos invitaba a reflexionar sobre los misterios de la vida. Testimonio y celebración era el nombre de su sección, y la nombraba perfectamente. Testimonio y celebración es un buen título piadoso que hunde sus raíces en la savia del humanismo erasmiano. Testimonio y celebración sería igualmente aceptable como un buen título de la labor pública de Ernesto de la Peña. Su presencia en los medios culturales fue siempre testimonial: testimoniaba la entrega al saber, la delicia de la cordura que se deleita en el arte, la moderación poética del arrebato musical; en suma, testimoniaba la presencia de lo divino en lo humano y de lo humano en lo divino. Ernesto de la Peña nos enseñó en sus cápsulas, en sus programas y selecciones musicales, en sus poesías y ensayos, el testimonio de lo perfecto en la pequeñez del mundo, de lo perfecto en el instante, de lo perfecto en lo temporal humano. Y al testimoniar, el maestro de la Peña celebraba: celebró el genio humano a través de la palabra, celebró la gracia natural a través de la música, celebró a la Creación a través de la cordialidad de su obra: “tal vez Dios es el deseo incumplido de los que no tenemos fe”. La obra de don Ernesto de la Peña, su presencia pública, fue testimonio y celebración de la sabiduría. Descanse en paz.
A veces simplemente hay que llorarlo todo, callarlo todo, soltarlo todo y esperar. Dejarse llevar como la hoja que se suelta de la rama y se arroja voluntariamente al vacío, confiando en que el viento la llevará a su destino.
Gazmogno
Tuve alguna vez la mala fortuna de participar de un accidente automovilístico muy aparatoso, y la buena fortuna de salir de él ileso. Pasado tanto tiempo, recuerdo mejor el cuento por haberlo contado mucho que por tenerlo presente en la memoria; pero hay un detalle que veo muy nítidamente: en el momento exacto del choque yo no entendí lo que estaba pasando. Sé que antes de que ocurriera vi que se acercaba el golpe, sé que después del impacto me examiné asegurándome de estar entero y sano. Lo que no sé es qué pasó en la colisión.
Con la vista es muy obvio que ocurre eso: estar demasiado cerca de algo grande nos impide verlo bien y, por supuesto, nos impide entenderlo. Lo curioso es que esta experiencia sea tan afín a otro tipo de vivencias que podamos hacer la analogía sin problema, como ocurre con los momentos: este suceso tan grave ocurrió tan de cerca que no pude verlo. Con el recuerdo se hace el trabajo de darle sentido a lo que vivimos, y puede uno imaginarse fuera del momento como siendo un espectador externo que comprende el principio, el medio, y el final de la sucesión. Ese espacio que le otorga el transcurso del tiempo a uno para que le dé sentido a lo que le ocurrió es como la distancia en pasos, es como alejarse uno mismo para que la mirada tenga mayor rango.
Las cosas más bellas no se aprecian bien estando ni demasiado cerca ni demasiado lejos, ¿será igual con las cosas más horribles? Y tal vez pueda no sólo ocurrir con la experiencia de un individuo (poco valdría que así fuera), sino que también sirva la analogía para percatarnos de que una época gravísima difícilmente será comprendida por quienes la están viviendo en ese mismo momento, pues están tan cerca que no se atisban sus alcances, ni sus consecuencias. Tal vez nos esté pasando ahora mismo algo que después del choque, como al recién despierto, nos devuelva la mirada a nuestro rededor, y buscándonos nos aseguremos de que aún estamos enteros.
Se acerca el 15 de septiembre, y no se puede dejar de notar, en la calle casi todos los habitantes de por aquí cambian la decoración de sus casas, éstas dejan de ser lo que casi siempre son para convertirse en receptáculos de banderas tricolores, de guirnaldas de plástico y escudos del mismo material. Todos esos adornos, acabarán pasados unos días, o quizá unos años, dependiendo del deseo de no gastar en el año siguiente, en la basura o en el olvido.
Pero, no sólo cambia el exterior de las casas, también cambia el interior de los estómagos que en ellas habitan, no falta quien considere de suma importancia y quizá hasta vital el consumo de tequila, o bien el de comida sumamente picosa o muy condimentada. Curiosos alimentos y bebida, que pasados esos días son considerados como impropios de gente bien educada en lo que es comer o beber.
Todo esto me hace pensar por unos minutos, que no muchos, en el patriotismo de quien así se muestra ante el mundo como perteneciente a una nación, de la quizá atinadamente alguien dice que grita un día para pasar el resto del año en silencio. Silencio extraño que va acumulando en la garganta la fuerza del próximo grito, y del que no podemos saber si es el silencio del estulto que sabe que es mejor no decir nada, o es el silencio reflexivo del sabio, quien no habla más que cuando tiene algo que decir.
Con ese año silente que se renueva tras un grito, a veces gustoso y la mayor parte del tiempo adolorido, es muy difícil percatarse de los sentimientos de quien calla. A menos que veamos en los actos propios y ajenos aquello que los motiva, y esto con la esperanza de que dichos actos no sean un engañoso disfraz, capaz de presentar como mártir a quien es un peligro y, de mostrar como seres peligrosos y disidentes a todos aquéllos que buscan obtener paz y dignidad una vez que lo han perdido todo.
Si lo que se supone que motiva un festejo es el sentimiento de pertenencia y de unidad, más difícil resulta la interpretación de lo que ocurre el 15 de septiembre, pues los celebrantes no confían en la palabra, porque ésta no se muestra más que en un grito uniforme, que si bien parece compartido se limita a la individualidad del gritante, y los actos que pudieran interpretarse como buenos, malos, o patrióticos siquiera, dejan de ser confiables en tanto que dejamos de confiar en aquél que grita o en el que calla en medio de los atronadores gritos que no dicen nada.
Maigo.
“¡Effetá!”
J. San Marcos: 7, 31-37.
Hoy la mayoría me quiere lejos y “fuera del mapa”. La verdad es que muchos me acusan y odian desde hace tiempo. Pero no fue sino hasta hace poco que esas amenazas y acusaciones comenzaron a volverse acciones. De un tiempo para acá soy señalado, tachado, juzgado con un odio cada vez más colorado. Cada vez más soy símbolo de lo peyorativo. Cada vez más se empeñan en que me vuelva recuerdo. Cada vez me discriminan más, me quieren fuera de sus calles, fuera de sus vidas. ¿Que qué dicen de mí? Que soy sucio, escandaloso y muy estorboso. Que soy incubadora de gritos y chismes. Que soy un foco infeccioso. Hoy muchos creen que no pertenezco al folklor de sus vidas. No me malinterpreten, no digo que todos me odien; jamás me creí muy especial. Pero es que cada vez siento que me olvidan más. Otros ha habido y aún hay que me defienden, como aquel caballero ateniense que ha sido mi más fiel amigo. De verdad no soy tan malo. Sepan que soy internacional, he estado en muchos lados. Soy de esos pocos viajeros que atraviesan el tiempo. Me conocen muchos y con miles de nombres, con palabras curiositas como tianguis, y otras más rimbombantes como ágora, plaza o bazar. Mucho tiempo fui cazador de turistas, y aunque no lo crean ayudo a la economía. Aparte no soy nada aburrido: tengo variedad de colores, sabores y olores. Soy como un abanico, conmigo encuentras de todo. Frutas verduras y flores. Carne, pollo y pescados. Quesos, tostadas y cremas. Especias, semillas y maíz de todos tipos. También hay agua de alfalfa y esquimos más ricos que las malteadas. Pero no sólo ofrezco comida, también tengo telas, ropas y más monerías. Pero además de todo esto, de los colores, los olores, las probadas y todas las sensaciones, además de regateo y otras transacciones, conmigo encuentras al diálogo. Ese que está cada vez más escondido, que es como el encuentro de ríos. Donde hay voces y palabras. Aquí la gente suena, retumba y se escucha, aquí el lenguaje vive y circula. Yo soy toda una experiencia. Nomás que ya no me disfrutan tanto. Cada vez son menos los que andan en el mundo lento, con los ojos, los sentidos y el alma “a las vivas”, bien abiertos. No deberían ir tan rápido, ni menospreciarme tanto, pues el mío es lugar donde se reúnen almas. Sí, yo soy mundano y cotidiano, pero aun aquí hay resplandor y encanto.
PARA APUNTARLE BIEN: Zaid en La poesía en la práctica habla de lo que Hiperión le escribe a Belarmino en el Hyperion de Hölderlin:
“Duras palabras son éstas, pero tengo que decirlas porque son la verdad. No puedo figurarme que exista pueblo más hecho a trozos que éste. Se ven en él obreros, pero ni un solo hombre; pensadores, pero ni un hombre; sacerdotes, pero ni un hombre…Me dirás que cada uno debe atender a sus ocupaciones, y yo también me lo digo. Pero entonces que lo haga con toda su alma y no ahogue en sí toda otra llama por consideración a la categoría social del individuo; que no ceda a ese miedo miserable que lo impulsa a no ser, literalmente, y aun hipócritamente, sino lo que indica su título: que sea seria y sinceramente lo que es en realidad. Así es que como cada uno de sus actos llevaría la marca del espíritu que lo anima…”
MISERERES: EPN quiere -dice- crear una Comisión Nacional Anticorrupción (¡autónoma!). AMLO está fuera del PRD: buscará que MORENA se vuelva un nuevo partido de izquierda. “Peor que los priístas, los perredistas” –dijo. Habría “gasto fiscalizable, rendición de cuentas, necesidad de estatutos y declaraciones de principios”, dicen algunos como Gerardo Esquivel. Violencia en Nezahualcóyotl; balazos, golpes y antorchistas. Y mientras todo eso pasaba, el ayuntamiento todo lo negaba. La Caravana por la Paz en Nueva York no fue bien recibida por el alcalde de ahí (Bloomerg), Sicilia buscará reunirse ahora con Obama.
No es dejar de estar solo, sino sólo estar contigo. No es querer quererte, sino quererte y ya. No es pensar que te veo, sino vernos juntos.
Es andar contigo, juntos. Es contigo andar andando. Es saber que estás conmigo.