Confusion will be my epitaph.
-King Crimson
Se sirvió su octava cuba preparada por él mismo después de haber escrito en Facebook uno de esos mensajes autocompasivos que tanto gustaban a las chicas del trabajo, y se sentó, mirando el cenicero que sólo habían usado sus invitados hacía mucho tiempo. Siempre fue orgulloso en su ruidosa asunción de la vida saludable: él no fumaba ni una pizca de tabaco. Su sillón suave de piel color crema lo recibió involuntariamente mientras terminaba el último párrafo de la canción del último disco de acetato que escuchó. De joven había llorado alguna vez escuchando «but I fear tomorrow I’ll be crying», pero eso había sido hacía demasiado. El solo de guitarra terminaría todo, sin palabras. Descansó su cabeza cerrando los ojos, calva por el tiempo, soleada por el trabajo, cansada por la vida. Esa vida que se parecía tanto al mar, cosa de la que nunca se dio cuenta. La voz de Belew llevaba tiempo desvanecida, pero su eco aún llenaba la habitación. Ya no escuchó el final, no pudo oír cuando el vaso con hielos se reventó contra el piso sucio sin trapear. Le hubiera gustado sonreír, pero era demasiado tarde. Había muerto ya el mentiroso, solo.