Las tres olas de la modernidad (parte II)

Leo Strauss

¿Cuál es, entonces, la peculiaridad de la modernidad? De acuerdo a una opinión muy común, La modernidad es la fe bíblica secularizada; la otra-mundana fe bíblica se ha convertido radicalmente en esta-mundana. Más sencillamente: no para esperar por la vida en el cielo, sino para establecer el cielo sobre la tierra por medios humanos. Pero esto es exactamente lo que Platón pretende hacer en su República: para lograr que cesen toda la maldad sobre la tierra meramente por los medios humanos. Y seguramente no se puede decir que Platón tenga fe bíblica secularizada. Si uno quiere hablar de la secularización de la fe bíblica, debe ser, entonces, más específico. Por ejemplo, se afirma que el espíritu del capitalismo moderno es de origen puritano. O, para dar otro ejemplo, Hobbes concibe al hombre en términos de una polaridad fundamental de vanidad mala y saludable temor de una muerte violenta; todos podemos ver que esto es una versión secularizada de la polaridad bíblica del orgullo pecaminoso y el saludable miedo al Señor. La secularización quiere decir, entonces, la preservación de pensamientos, sentimientos, o hábitos de origen bíblico, después de la pérdida o atrofia de la fe bíblica. Pero esta definición, no nos dice nada en cuanto a qué tipo de ingredientes son preservados en la secularización. Por encima de todo, no nos dice qué secularización es, excepto negativamente: la pérdida o atrofia de la fe bíblica. Aun el hombre moderno fue originalmente guiado por un proyecto positivo. Quizá, ese proyecto positivo no podría haber sido concebido, sin la ayuda de los ingredientes sobrevivientes de la fe bíblica; pero si este es de hecho el caso, no puede ser resuelto antes de que uno haya entendido el proyecto mismo.

Pero, ¿uno puede hablar de un proyecto único? Nada es más característico de la modernidad que la inmensa variedad y la frecuencia del cambio radical en su interior.  La variedad es tan grande que es posible dudar si alguien puede hablar de la modernidad como algo que es sólo uno. Mera cronología no establece una unidad significativa: es posible que existan pensadores en tiempos modernos quienes no piensen en un significado moderno. ¿Cómo, entonces, uno puede escapar de la arbitrariedad o subjetivismo? Por modernidad entendemos, una modificación radical de la filosofía política premoderna –una modificación que aparece a primera vista como un rechazo de la filosofía política premoderna. Si la filosofía política premoderna posee una unidad fundamental, una fisionomía de sí misma, la filosofía política moderna, su oponente, tendrá la misma dirección al menos por reflexión. Nos lleva a ver que, esta es de hecho la causa posterior que tiene fijada el principio de la modernidad por medio de un criterio no arbitrario. Si la modernidad emerge a través de una ruptura con el pensamiento premoderno, las grandes mentes que archivan ese rompimiento, deben haber sido conscientes de lo que estaban haciendo. ¿Quién, entonces, es el primer filósofo político que explícitamente rechaza toda la filosofía política anterior, como fundamentalmente insuficiente y hasta poco sólida? No hay ninguna dificultad respecto a la respuesta: el hombre en cuestión fue Hobbes. Aun el estudio más cercano, muestra que la ruptura radical de Hobbes con la tradición de la filosofía política solamente continúa, de una manera muy original, lo que había hecho en primer lugar Machiavelli. Machiavelli cuestionó, de hecho, no menos radicalmente que Hobbes, el valor de la filosofía política tradicional; él afirmó, en efecto, no menos claramente que Hobbes, que la verdadera filosofía política comienza con él, aunque expresó su afirmación en un lenguaje algo más moderado de lo que Hobbes lo haría.