“Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo.
Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.”
N.
No me gusta, como supongo a nadie, tener gripa. Todo huele y sabe a nada. No se puede respirar, hablar ni dormir como Dios manda. Ayer amanecí así, con gripa, con el “cuerpo cortado”, dolor de cabeza y toda congestionada. Me contagió mi hermana, estoy casi segura, pero cuando acechan esas escurridizas enfermedades, poco se puede hacer para escaparse. De verdad me molesta la congestión, sentirme atrapada o toda apretada. Por eso no me gusta esta gripa, la gente celosa o posesiva, los elevadores ni las plazas en las fiestas decembrinas. Por eso, tampoco me gusta el tráfico feo que se encuentra uno en todos lados estos días. En realidad no me gusta, lo confieso, porque soy muy mala, malísima, para eso de la manejada. Pero, además, no me gusta manejar en ese distorsionado mar, porque todos, o la mayoría, quieren ir rápido, pasar primero o ganarle al de al lado. No me gusta porque si no “te les metes”, nunca puedes pasar. No me gusta el sonido del claxon ni los gritos desaforados. No me gusta porque, poco a poco y sin darse cuenta, uno se va haciendo cada vez más grosero. No me gusta porque parece que “ser bueno para manejar” no sólo quiere decir no chocar, sino también pasar primero antes que cualquiera. No dejas pasar, no quieres que te ganen. Pobre del tonto al que rebases, peor aun para un ciclista o caminante. No me gusta porque parece que ese acelere, enojo y desesperación, se contagian como la gripa que se resbala por todas partes. Porque me da miedo pensar que seamos eso que mostramos cuando manejamos; que no nos importe nada más que llegar primero, que no nos importe que se ensucie o abolle el coche ajeno mientras no sea el nuestro. Me da miedo pensar que esto sea reflejo de nuestra naturaleza. Prefiero pensar que este disgusto, el miedo y el desconcierto, son el símbolo más transparente de que somos algo diferente.
PARA APUNTARLE BIEN: “Most lives vanish. A person dies, and little by little all traces of that life disappear. An inventor survives in his inventions, an architect survives in his buildings, but most people leave behind no monuments or lasting achievements: a shelf of photograph albums, a fifth-grade report card, a bowling trophy, an ashtray filched from a Florida hotel room on the final morning of some dimly remembered vacation. A few objects, a few documents, and a smattering of impressions made on other people. Those people invariably tell stories about the dead person, but more often than not dates are scrambled, facts are left out, and the truth becomes increasingly distorted, and when those people die in their turn, most of the stories vanish with them” –Paul Auster, The Brooklyn Follies.
MISERERES: Human Rights Watch ha pedido a EPN que dé razón (o algo) acerca de los 25 mil desaparecidos durante el sexenio anterior. Ayer lunes, el presidente presentó su “estrategia de seguridad”. Y, hablando de esto, H. Moreira denunció ante la Haya a Calderón; lo comparó con Victoriano Huerta por robarse la presidencia (cosa que nunca dijo hasta ahora) y lo calificó como el peor presidente de nuestra historia. Ahora él sufre –dicen- la impunidad que vienen sufriendo miles a diario (algo así como cuando Salinas lloró por el encarcelamiento de su hermano, y se quejó de los tratos que le daban en la cárcel que él mismo inauguró). Este es un artículo, precisamente, sobre la “política de combate a las drogas” del gobierno de Calderón http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2103069.