Esa noche, arropada ya en la cama, no hacía más que voltear a la ventana y mirar en el cielo a aquella tercia de estrellas brillantes. “Los Reyes Magos llegarán pronto” dijo para sí ilusionada mientras las veía titilar e intentó conciliar el sueño. Lo que no sabía la niña es que al otro día, en vez de regalos, descubriría que esas tres estrellas centelleantes no eran más que el cinturón de Orión y que no existía tal cosa como los Reyes Magos…
Hiro postal