Una Nueva Adivinanza

A ver si la adivinan (creo que no está tan difícil):

Firme, resisto los mil y un embistes,

mas no me parezco a ningún soldado.

Incólume, nunca veo nuevos lados,

mas no lo padezco, ni sufro triste.

Altivo, guardo ciega vigilancia,

mas no desde torres ni de almenas.

Paciente, ignoro placer y pena,

y no busco alimentos o substancias.

Mi cabellera la mecen los vientos.

Mis brazos no queman hondas fatigas.

No cuento mi edad ni atestiguo el tiempo.

Podría ser el mismo cientos de vidas,

respirando sin jamás dar aliento.

Y seguro que sin mí, no serías.

Lágrimas de San Pedro.

En unas horas, quedará vacante el solio que por tradición se adjudica a San Pedro, un pescador de Galilea, del que sabemos abandonó su barca y sus redes para dedicar su vida a la pesca de hombres; un pescador de hombres que dejó de ser tal para convertirse en su pastor; un pastor que fue mártir y un mártir que fue santo, no por haber hecho milagros como caminar sobre las aguas mientras conversaba con el maestro, o por expulsar demonios gracias al poder que se la había conferido, tampoco fue santo por intentar construir chozas para Elías, para Jesús y para Moisés, aquella vez en que los tres conversaban en el monte.

Pedro es Santo porque lloró, porque con sus lágrimas redime al mundo del gran pecado que es negar lo que se ha estado haciendo. Porque sólo al reconocerse como pecador es posible alcanzar la salvación que trae consigo el arrepentimiento, porque sólo renegando de negar haber visto y vivido lo que se vio y vivió se puede llevar una nueva vida.

Las lágrimas de San Pedro son testimonio de la fe en Cristo, de esa fe que se fortalece una vez que se ha reconocido al pecado, de esa fe que se hace presente cuando uno es capaz de verse a sí mismo como pecador, y por tanto como menesteroso de la misericordia de Dios. Y esto se debe a que las lágrimas de San Pedro lavan el alma de la iglesia que se forma en torno al crucificado que la redime, así como lavan los ojos de quien se queda a cargo de guiar al rebaño de hombres que reconocen la necesidad de ser guiados por los seguros senderos de la fe.

El solio de San Pedro quedará vacío en unas horas, y buena parte del mundo estará expectante para ver quién ocupará ese lugar, algunos orando porque sea el mejor para la iglesia, otros especulando sobre nombres y horas de nacimiento y unos más, los de peor gusto, corriendo apuestas sobre el nombre del sucesor a un trono que nunca fue usado por el que realmente lloró.

 

Maigo.

 

 

La triple A

 “A friend may well be reckoned the masterpiece of nature”

R. W. E.

Cada semana era lo mismo; me llenaba la cabeza de preguntas para las que yo no tenía respuesta. Puros qués, cómos y por qués que uno casi nunca se pone a reflexionar.  Me preguntaba cómo solucionar sus problemas, cómo los agapandos crecían de esa manera, por qué me gustaba el negro y no el morado, o por qué había elegido lo que estaba estudiando. El último día que la vi, me preguntó cómo se sentía tener un amigo porque ella nunca lo había sentido. Como si yo fuera una niña grande, una enciclopedia, Aristóteles o manual. Como casi todas las veces le dije que era sorpresa. Pero pensé en ti y en nuestro camino. Después de tanto año seguíamos igual. Perdimos familia, salud, sueños y a otros que creímos amigos.  Crecimos. Nos aburrimos, pero nunca de nosotros mismos. Quizá permanecimos porque, aunque me siga dando todo el miedo, nuestros intereses, gustos y disgustos siempre han sido los mismos. Como el amaranto, la amistad tiene como mil componentes, sin embargo, es uno solo, no es producto químico, es natural y el más nutritivo.  La amistad es, además, refugio, virtud, seguridad y auxilio. Es permanente; no se esconde ni se pierde. No es interés ni puro placer. Ser amigo no se sabe ni aprende de manuales o recetas. Es una cosa muy rara que se da como por arte de magia. Es la más pura comunidad. La amistad no hace soportable, sino bella la realidad.

PARA APUNTARLE BIEN: “Betty died of a broken heart. Some people laugh when they hear that phrase, but that’s because they don’t know anything about the world. People die of broken hearts. It happens every day, and it will go on happening to the end of time” –Paul Auster en “Man in the dark”.

MISERERES: Cada semana salen nuevas noticias denunciando actos corruptos. Ahora le ha tocado al Sindicato Petrolero que, luego de tantos escándalos, se amparó para no revelar sus finanzas. Así que Hacienda no dará nada de información al IFAI. Se debe exhibir y denunciar, pero también actuar más. Y, precisamente sobre esto, Zaid escribió algo el domingo: http://letraslibres.com/blogs/articulos-recientes/mapas-de-la-corrupcion

Danza febril

Amaneció soleado. Los rayos luminiscentes del astro traspasaban aquel fino cuerpo inerte calentándolo. El viento no se hizo esperar. Su soplo poco a poco comenzó a dotar de vida a ese cuerpo marchito. Primero un movimiento casi imperceptible, después fueron dos, enseguida tres… Aquella cadena de sutiles movimientos terminó por producir un meneo cadencioso y grácil que bailaba al compás del vaivén del viento. La danza era tan suave que resultaba deliciosa. De repente el ritmo cambió y el cuerpo, ahora rezumando de vida, entró en éxtasis al tiempo que el viento aceleraba su soplo, cada vez más fuerte, cada vez más recio. Aquel cuerpo frenético llegó al culmen de su danza y en cuestión de segundos el movimiento comenzó a perder su vigor hasta que la quietud se hizo presente. De aquella danza no quedaba nada más que el recuerdo: la bandera, colgada del asta, había festejado su día mientras el país la olvidaba…

Hiro postal

En medio de la noche

 

cuando la vida es una pequeña bendición…

 

Revisitando a G. K. Chesterton

¡Cuántos millones de estrellas allí!

y sólo Dios las puede contar.

Pero hay allí una para mí

escogida desde antes de bajar.

¿Cómo podría un hombre sobrevivir

         sin su cabeza volar?

 

Coletilla. “Hay que hacer donación de la vida en medio de una paz que el mundo ignora”. Jacques Fesch

Gazmoñerismo #615

La política es el volado en el que la amistad siempre pierde.

Gazmogno

Breve Pensamiento sobre el Vicio

Desde hace tiempo que el uso de la palabra «vicio» se enfoca en algunos de los malos hábitos, especialmente a los notablemente repetitivos y que producen placer reforzado en cada reincidencia. La imagen del vicio que tenemos más ensayada en nuestros días es la de fumar, y funciona de paradigma para lo que después se entiende de todas las otras instancias de vicio. Parece entonces, que es una cosa que dan ganas de experimentar varias veces, y cuyo ímpetu se va reforzando más y más. Se ha convertido en aquello que no podemos dejar de hacer, aunque nos lo propusiéramos (independientemente de si nos lo proponemos o no). Sin embargo, su contrario, la virtud, queda muy mal parada en esta comparación, porque por contraposición resulta que se ha convertido en abstenerse del vicio. Así, ya no hay nada de admirable en ser virtuoso, más allá de lo que se admira en alguien que no sea un inepto. En esos términos parece que uno es virtuoso por privación. Ocurre esta degradación de la exaltada posición que solía tener la virtud por la degradación análoga del vicio: ya no es algo ni temible ni repugnante. Es solamente una clase de manía o compulsión.

De todo esto, pienso que vale la pena recordar que el vicio propiamente no es el fumar, ni el beber alcohol, ni el consumir una droga, sino la incontinencia con la que actúa quien, estando en condiciones en las que tales acciones son perjudiciales, no puede evitarlas. El vicio es la incontinencia porque ésa es una disposición de su carácter hacia la acción. Eso, obviamente, es mucho más peligroso que el cigarro que se fuma, porque aquéste en realidad sólo es el signo de lo que ocurre más profundamente en el vicioso. Con el panorama nuevamente expandido, se nota por qué importa no pensar nada más como vicios las recurrencias de actos que sumados podrían ocasionar la muerte: porque vicios son las disposiciones humanas a hacer mal. Y creo que concordarán conmigo en que hay maneras mucho peores de hacer mal, y vicios de los que se debe tener mucho más cuidado que de estos mal entendidos.

Se ha debilitado mucho la idea de que es vicioso el cobarde, por ejemplo, o de que es un vicio la envidia, porque más y más se ha dejado de pensar que las acciones podrían producir admiración o repulsión, y que el que actúa puede estarse perfeccionando o degradando mientras hace las cosas. Se escapa que en cierta medida tal experiencia es un signo confiable sobre nuestra capacidad de apreciar la bondad en lo que los demás hacen (y nosotros mismos también), o su maldad. Hemos aprendido a vivir con una moral enclenque y relativizada. Pero eso es sólo por la costumbre en los conceptos y en el uso de las palabras, porque la admiración de las acciones que nos parecen bien hechas y la repulsión de los que hacen mal se mantiene como ha estado desde que tenemos noticia, por lo menos en la mayoría de los casos y especialmente en el ámbito cotidiano. Por eso no creo que haga ningún mal recordar la importancia de llamar vicio a la disposición y no a la manía, y también se puede alegrar uno de paso por el provecho de considerar como mucho más importante a la virtud, pues lejos de ser una privación, es algo bien deseable y admirable. Después de todo, parece más sensible pensar que ambas cosas son principios de acciones y consecuencias de acciones, y no solamente accidentes.