“Selfishness must always be forgiven, you know,
because there is no hope for a cure”
J. A.
Se rió. “Eso que dices son puros cuentos. Así es el mundo, aunque tú no lo quieras ver” –me dijo. Estos días, parecen tontos los que se atreven a cuestionar el llamado “egoísmo natural”. Eso, ha de pensar más de uno, sólo lo hacen los desobligados que creen que el tiempo sobra. Pero como no entendía, le pedí al burlón que me explicara bien. No se enojó, me insistió que mirara bien: que no había ningún sustrato ni fin último, que cada quien íbamos y veníamos como mejor nos parecía, como mejor nos placiera o menos nos doliera. Los hombres así, le contesté, son una verdadera verbena. Y me dijo que sí. Que ni modo, que así era. Que así como a mí me gustaba el amarillo y a él el rojo vivo; así a todos nos gustaban miles de cosas diferentes y variadas. Que hasta en una misma persona, los gustos nacían, morían y cambiaban casi como parpadear. Hoy podía comprar un coche, mañana detestarlo y cambiarlo por una bicicleta hípster por la moda de no contaminar. Unos quieren coches, otros quieren casas, otros más, ropa y zapatos; éste es el único cuento que no se va a acabar. Aunque hubiera gustos diferentes, todos al final eran placeres. Somos egoístas porque, en el fondo, no nos importa nada ni nadie más. Nos importa sólo seguir viviendo y seguir satisfaciéndonos. Por eso tanta corrupción, por eso todos quieren pasar primero y se meten en las filas cuando están formados o manejando. Se había burlado de mí y quizá tenía razón. Se había burlado de que le dijera que, así como había mil ejemplos que comprobaban el egoísmo, había otros mil que lo negaban. Se había burlado de que le contara que el señor Scrooge, aunque satisfacía todos sus placeres, no era feliz. A pesar de su explicación, yo seguía pensando que era cierto. Cuando jugaba fútbol, una vez me regañaron por pedirle perdón al del equipo contrario porque le había pegado. “¡¿De qué lloren en tu casa a que lloren en la suya?!”-me gritó el entrenador. Y así ha de haber mil frases que apoyan y defiendan al egoísmo y al placer como ejes de nuestros movimientos. ¿Tendrían razón todos éstos? ¿Nuestra humanidad y felicidad consiste en ser egoístas, satisfacer placeres y nada más? Yo no sé si todos los defensores de esta supuesta felicidad, hayan tenido alguna vez un amigo. Bajo esos términos no sé cómo puede existir la amistad. Resulta, además -y esto es tal vez lo más triste y peligroso- verdaderamente tortuoso, no sólo explicar, sino vivir en comunidad.
PARA APUNTARLE BIEN: “The world says: «You have needs — satisfy them. You have as much right as the rich and the mighty. Don’t hesitate to satisfy your needs; indeed, expand your needs and demand more.» This is the worldly doctrine of today. And they believe that this is freedom. The result for the rich is isolation and suicide, for the poor, envy and murder.” ― F. Dostoyevski en Los hermanos Karamázov
MISERERES: En este marzo, según datos de los periódicos y del INEGI, se dio la inflación más alta desde hacía diez años (.73%). Frutas y verduras, por ejemplo, incrementaron poco más de un 10%. Subió el huevo, el petróleo y hasta los servicios para el celular. Por otro lado, cada vez es más el ruido sobre la censura a periodistas políticos: censuraron a Mariano Barranco en Radio Centro y, en Veracruz, a una periodista que cuestionó el premio al gobierno Javier Duarte (se le reconocía, curiosamente, la “protección y defensa a los periodistas”). El Gobierno sigue prometiendo “transparencia”. Este artículo es sobre esto: http://www.sergioaguayo.org/html/columnas/Cuentasmochas_030413.html.