Como un gitano que toca el violín así te piensa mi mente, así te siente mi alma. Cada letra de tu nombre es una nota que va hiriendo las cuerdas de mi carne. Viejo violín desafinado voy tarareando tu recuerdo a la luz de los faroles, en la penumbra. Tan íntimo yo, tan ajena tú. Te llevo en mi canción a todos lados.
A veces hay quien se detiene y no sé qué escuchará que se aleja con el corazón inflamado. Yo no hago más que tocar tu canción, aunque no estés en ella; aunque ni siquiera sepas que es tuya, que hablo de ti a cada rato. Pero a veces creo que sí lo sabes, o lo intuyes, pues de cuando en cuando en tu mirada veo la dádiva que obsequia mi canción incitándola a continuar.
Gazmogno