H

La H no es muda; mas, para que hable, hay que callarnos. Su hablar es una caricia de madre, una mariposa revoloteando en el jardín, una hoja moviéndose al viento, un dormitar tranquilo en la hamaca.

La H no es muda; llena de aire sus pulmones, de vida, y enseguida habla en una exhalación.

La H no es muda, no calla, no muere; suspira.