2 de octubre no se olvida
Hoy es el día del olvido, nos reunimos a olvidar y a reconstruir anécdotas que hace mucho dejaron de serlo, pues lo que fue anécdota, ahora forma parte del imaginario colectivo que sale a las calles gritando que el día de hoy no se olvida, y olvidando lo que se supone no se debe olvidar.
He de aclarar que no estoy negando hechos que desconozco, es imposible que niegue lo que no puedo demostrar que fue o no fue, pero sí estoy poniendo en duda que la mejor manera para recordar lo que se supone debemos recordar es la empleada por todos aquellos que salen a las plazas para hacer lo que no se hacía cuando ocurrió lo que se supone no se debe olvidar, o que por el contrario la mejor manera de recordar sea procurando reconstruir lo que se hacía cuando algo importante pasó.
Cuando se pretende rescatar del olvido algún suceso, éste es considerado en primera instancia como algo importante, pero negado por aquellos que se encuentran en el poder, o importante pero enterrado en las arenas del olvido gracias a las ventiscas de vida cotidiana que hacen que los días se sucedan uno a uno sin que estos efectivamente sean significativos para quien los vive.
Pretender sacar de las arenas del olvido aquello que éstas ya han devorado, exige tesón de quienes buscan iniciar tal empresa, pues un pequeño error en el intento por desenterrar el pasado puede traer consigo grandes errores en el momento de recordarlo, ya que se puede dejar de lado lo importante por lo fatuo.
Pero esto supone que hay algo importante que debe ser recordado, es decir, supone que el examen de la historia es algo que puede dotar de sentido la vida de quien la examina, y que ésta no sólo es un cúmulo de fechas inconexas que es mejor no aprender porque nada dicen a quien las memoriza. Este supuesto debe ser examinado, en especial cuando estamos tan cercanos a la idea de que la historia ya se ha terminado y que la mejor manera de progresar es permitiendo que el desierto del olvido crezca día a día.
Así pues, antes de decir que una fecha en específico no se olvida porque en ella ocurrió algo importante, es necesario ver por qué es importante el estudio de lo ocurrido en fechas anteriores a cuando los ojos del estudiante vieron la luz del sol por primera vez, es decir debemos examinar lo que se entiende por historia.
Hay muchas maneras de entender lo que es historia, y lo que une a esas diversas maneras son el pasado y la memoria del mismo, no importa si lo que se busca en esa memoria sea el orden que gobierna al mundo de los hombres, la posibilidad de la comprensión de la ley que trae consigo la salvación del alma, el carácter progresivo del ser humano como aquel ente que modifica más que ninguno su entorno o la posibilidad de aprender para no cometer errores que traen consigo los horrores más grandes que puede realizar el ser humano; sea cual sea el modo de pensar a la historia, ésta siempre se remonta a lo memorable y nos pone a la vista al hombre como ser memorioso.
Pero ese ser memorioso, rememora de distintas maneras, a veces con fiestas que le hacen olvidar todo y le permiten salir del orden que regularmente tiene establecido, mismas que desde el punto de vista de quien no se pierde en el olvido de sí que trae consigo la fiesta, sólo son vistas como desordenes que deben evitarse a toda costa, es decir, como actos de mal gusto; en otras ocasiones se rememora de maneras más solemnes, y más que un olvido se sí, lo que acontece con el ser que recuerda es que éste es capaz de ver el sitio que le corresponde en la vida, que bien puede ser un sitio por mucho inferior al que le corresponde ocupar a los dioses o a los héroes, pensados estos como aquellos seres que algo tienen de divino y que deben destacar entre los hombres debido a su naturaleza.
Quizá esta segunda manera de recordar sea la más apropiada para ver en el recuerdo histórico algo que dote de sentido a la vida de quien recuerda y no sólo la posibilidad de hacer lo que no se hace todos los días, como salir a las plazas públicas a gritar que el 2 de octubre no se olvida, o que México es una nación libre e independiente, o aprovechar que no hay que ir al trabajo cuando se supone que hay que acudir al templo. Pero esta manera de recordar nuevamente depende de cierta manera de pensar a la historia, en la cual el sentido progresivo de la misma no entra con facilidad, pues para el progreso no importa tanto de dónde viene el caminante, sino hacia dónde va.
Por lo pronto la única manera de pensar que la memoria histórica tiene algún sentido, es considerando que ésta es efectivamente importante, y que mediante ésta nos es posible ver algo que sobre el hombre no se aprecia en otras maneras de pensarlo. Aceptando esto la pregunta por la mejor manera en que se debe recordar algún suceso se mantiene latente, pues la fiesta desenfrenada trae con invitado al olvido y el orden ritual de otro tipo de festejo también oculta en su seno al olvido de lo que se pretende recordar. En la primera, el festejante deja todo de una manera descuidada, en la segunda el recordante puede verse ahogado por el peso del ritual, a tal grado que sí éste no se lleva a cabo de la manera correcta sea necesario empezarlo otra vez. El hecho es que en ambos casos el olvido se muestra y deja a quien festeja y recuerda a veces sonriente y a veces lloroso.
Maigo.