Notas para una lectura del Éxodo – VI

Notas para una lectura del libro del Éxodo

Sexta parte

La piedad del pueblo judío es presentada, preliminarmente, en el siguiente pasaje (2:23-25). Tras la muerte del Faraón, los judíos permanecían en la esclavitud y clamando al Señor fueron escuchados y siendo escuchados el Señor vio por ellos.

La Tanaj llama a la acción de los judíos שוע, verbo que nombra la voz activa de la acción intensiva en aspecto perfecto de pedir ayuda o pedir auxilio mediante gritos. Por su parte, la Septuaginta nombra αναβοαω que es el aspecto aoristo activo de clamar a gritos reiteradamente. Mientras que la Vulgata dice vociferati que es participio perfecto pasivo para llamar a gritos. En las tres lenguas se destacan los gritos, con lo que se intenta mostrar lo gravísimo de la situación en que los judíos se encontraban. Tanaj y Vulgata destacan el aspecto perfecto de la acción, con el que se denota la implicación histórica de su llamado. Con el aspecto aoristo que da Septuaginta podemos reconocer –paradójicamente- la dimensión del llamado, pues sugiere tal intensidad de súplica que sus límites se pierden en los oídos del tiempo, es decir, que su llanto se escucha en la eternidad.

Precisamente es aquello que corresponde escuchar lo que sigue de ser nombrado. La Tanaj describe la acción divina con ישמעque es el aspecto imperfecto del verbo activo para escuchar, oír, hacer caso y entender; no como acepciones posibles –pues se trata del Señor-, sino la unidad de los cuatro significados. La Septuaginta dice εισηκουσενque es el aspecto aoristo activo de escuchar con atención e intención. Mientras que la Vulgata da audivit que es la forma del perfecto para hacer caso escuchando. Nuevamente es relevante lo que las lenguas dejan ver y lo que con ello sugieren. Del lado hebreo destaca que la composición imperfecta sugiere que el hecho de hacer caso y entender las súplicas del pueblo judío hace necesaria la consecución de un movimiento, pues la acción se describe inacabada; o en otras palabras, usar la composición en imperfecto es mantener implícita la respuesta del Señor. La versión griega resalta y tematiza la actividad divina, pues no sólo los escucha, sino que –metafóricamente, por supuesto- voltea plenamente hacia ellos para prestarles la atención que se completará en el siguiente verso; o dicho de otro modo, la parcialidad de la expresión humana divide fragmentando en la descripción la actividad divina que es completa y total. El tema de perfecto de la voz latina, por su parte, indica la unidad de la actividad intelectual del Señor, quien al mismo tiempo escucha y comprende plenamente. En los tres casos, y esto es importante, se resalta la unidad absoluta de la actividad divina, por lo que sugieren como necesario el siguiente verbo de nuestro estudio.

Al escuchar, el Señor recordó. Tanaj da יזכרque es imperfecto para tener presente y recordar. Septuaginta da εμνησθηνque es la forma pasiva del aspecto aoristo con valor medio para traer al pensamiento, cuidar de alguien y atender a alguien. Y la Vulgata da el aparentemente transparente recordatus que es una forma muy poco común en el latín culto para el participio perfecto pasivo de recordor que más que recordar significa recolectar en la mente, tener en cuenta y sobre todo tener presente en el propio pensamiento para sí mismo y en cuanto a sí algo más. Aunque parece burdo el ejercicio de buscar las formas verbales en que nuestro texto habla del recuerdo de Dios, para casi cualquier hombre inteligente y serio ha de ser claro que es necesario ser muy preciso cuando se habla de que Dios recuerda algo, pues podría estarse suponiendo que Dios lo ha olvidado y que con ello el olvido es una posibilidad de su omnipotencia; y aunque una afirmación así es el sueño de los vacilantes, no podemos entregarnos a la modorra de suscribirla con la facilidad de los que no se esfuerzan, pues las formas en que el verbo recordar son compuestas en los textos, según lo acabamos de ver y el lector puede tener presente, son por demás cuidadosas y esforzadas, dignas, pues, de una lectura sutil. El aspecto imperfecto de la construcción hebrea, por ejemplo, da cuenta de la inconmensurabilidad de la actividad divina, pues no es aspecto imperfecto en cuanto a que esté en un proceso, sino que lo adquiere en cuanto no pueden verse, desde nuestra perspectiva, su principio y su fin; al tiempo que, con dicho aspecto, destaca la presencia y acontecer transtemporal de dicha actividad. Que el aspecto aoristo pasivo tenga un sentido medio, en la formulación griega, implica que el cuidado que Dios prodiga al pueblo hebreo se caracteriza por el peculiarísimo rasgo voluntario del pueblo elegido, no en sentido de conveniencia, sino en el de interés genuino, de preocupación, de amor. La forma latina, por su parte, involucra la propia actividad divina en su captación del pueblo hebreo, es decir, señala su revelación histórica.

Y es precisamente la inclusión de Dios en la historia aquello con lo que cierra el presente pasaje y con lo que abre el siguiente. En 2:25 se dice que tras recordar su alianza con Israel, el Señor hizo algo. Según la versión hebrea eso se nombra ידעque es tanto reconocer como interesarse por alguien y, con una posibilidad hacia el futuro, manifestársele en tanto darse a conocer. Por parte de la versión griega se dice εγνωσθηque es la forma del aoristo pasivo para reconocer y conocer personalmente, por ello ser reconocido. Y la latina dice cognovit que es forma del perfecto para conocer, reconocer, comprender, comprobar y resultar accesible. Nuevamente lo cuidadoso de las formas de expresión nos permite ver la importancia de lo afirmado. En las tres formas se expresa la manifestación divina a partir del conocimiento, del hacerse presente mediante una manifestación que torne asequible el acceso a aquel que actúa, reconocer al Señor en su manifestación por la brecha histórica que aquella abre ante los hombres. Ante la piedad del pueblo judío, el Señor los conocerá manifestándose.

 

Námaste Heptákis

 

Coletilla. “La virtud es causa de vida y también de muerte. Es vida para aquellos que son diligentes; muerte, en cambio, para aquellos que son disolutos”. Isaac de Nínive

Gazmoñerismo Sensiblero

El aroma de tu recuerdo es un sabor dulce, tal dulce que se escucha claro, como los colores de tu sonrisa.

Gazmogno

El Éxito del Copión

Muchas veces a lo largo de muchos años se ha dicho que este país necesita mejorar su educación. Ésa es la solución a la mayoría de los problemas, según la mayoría de las personas. “Hay asaltos porque falta educación”, y “hay abuso de poder porque falta educación” y también “hay violencia porque falta educación”. Más o menos lo mismo pensaron los ilustrados que querían acabar de una buena vez con tanta sanguinaria guerra que, según su discurso, las religiones propiciaban. La idea era (como veo que es para muchos actualmente) que estas sectas enseñaban falsedades a la gente y les mataban el impulso para preguntar y descubrir, por lo tanto, formaban ignorantes incapaces de percatarse de por qué la maldad y la mezquindad son tan inconvenientes. Con más educación, mejor disposición para hacer lo correcto. Otra manera de verlo es que parece convincente que las más difíciles circunstancias requieran del mayor talento para su resolución, y si el talento se afina a través de la educación, de muchos modos es obvio por qué es ésta la salida del pantano en el que estamos metidos.

Puede ser. Ahora bien, también puede ser que ésa no sea la salida a los problemas que estamos viviendo y que en algún punto del razonamiento estemos asumiendo más de lo que conviene; pero, ¿cómo podríamos darnos cuenta si es tan obscenamente obvia nuestra inferioridad educativa? Dejaré de lado la formación del carácter y la apreciación de la decencia que se supone se aprende en la niñez y en la familia, porque ese es un caso muchas veces más difícil de diagnosticar. Pensemos en lo más fácil para empezar: las academias responsables de la enseñanza, las que deciden los programas educativos, las que pagan y emplean a los maestros y las que tienen el deber de examinar la competencia de los estudiantes. En este país tenemos un solo modo de “demostrar” oficialmente que estamos capacitados para ejercer una profesión, y es con el título que otorga la SEP.

Esto no sería problemático si pudiera confiarse en que tal documento es una prueba fehaciente de la capacidad de quien lo porta, pero la realidad es que nadie lo toma suficientemente en serio. Hay escuelas cuyas carreras funcionan más por la cantidad de egresados que por la calidad de su educación, muchísimas, y las hay que primero buscan los premios antes que los verdaderos logros. Muchísimas universidades prefieren el ilusorio prestigio de estos lugares en una carrera (como de caballos) al bienestar de sus egresados. Otra circunstancia es que con cada nuevo cambiecito en los programas se atrae lo que mejor se vea públicamente y no lo que mejor funciona: llenan de computadoras antes de enseñar a usarlas (o de enseñar matemáticas, para el caso), primero buscan lo que los demagogos del momento puedan presumir como las más vanguardistas corrientes de la pedagogía estadounidense y ya después se preocupan por las condiciones del alumnado. De que alguien se dio cuenta de lo mucho que la gente apreciaba eso de “modernizarlo” todo, ahora ya no paran de ofrecer que en México se tenga lo más moderno, lo último, lo que están usando en otros lados y haciendo en donde es bien sabido que se vive mejor. Les importa un comino si es verdad. ¿Alguien preguntó si la pedagogía de fulano o de mengano tenía bien comprendida la relación entre maestro y estudiante? No importa, lo que importa es que eso creen en… Francia. Y por supuesto, antes hacen más sencillos los exámenes de admisión o los eliminan por completo, o cambian y aumentan las condiciones para poder titularse que estudiar con detenimiento las mejoras en los sectores laborales que propiciarán los que salgan afectados (o según ellos, “beneficiados”) por estos cambios. Más fácilmente, muchos adquieren beneficios ilegalmente durante el curso de sus “estudios”, o compran el papel en el centro de la ciudad. Es decir, todos estamos más o menos conscientes de que nuestra institución educativa funciona al mismo son que toda nuestra política: la demagogia. Por eso no se pueden tomar en serio sus títulos, porque son trámites solamente y tienen poca relación con las verdaderas capacidades de los que los obtienen. Son la prueba de que uno aguanta con templanza las intransigencias de la burocracia académica, antes que prueba de otra cosa.

Si esto fuera a cambiar un poco, un poco en lo que fuera, los estatutos (que suelen ser inverosímilmente rígidos para los “desafortunados” sin palancas) de lo que es posible y lo que no en el sistema de la SEP tendrían que estar motivados por un confiable modo de examinar. Y el examen tendría que poder hacérsele a cualquiera. La razón por la que no es viable la educación en casa en nuestro país no es que seamos demasiado tontos como para considerar qué es bueno y qué no enseñar, sino que no hay modos razonables de hacerlo. No se puede estudiar de verdad, conocer en serio algo valioso para el área que uno haya elegido y después demostrarle a la SEP que se tiene lo necesario. Los maestros oficialmente admitidos ganan apenas como para que podamos esperar que los haya fuera de la secretaría. No se puede. ¿Y por qué? ¿Cuál es la razón que por la que no merecemos la oportunidad de ponernos a prueba nosotros mismos? No tiene ningún sentido negar lo que sabe uno asumiendo que es erróneo por el modo en el que lo aprendió. Es una infamia que sólo el conocimiento supuestamente adquirido según el programa de la SEP, y según el contentillo de quien esté a su cargo en cada año que toque, sea considerado por nuestro país como conocimiento verdadero. Ejemplo de esto es una falta de examen para los maestros que permita demostrar sus aptitudes independientemente de la carrera que hayan estudiado. Si sabe uno enseñar física, ¿nos importa si lo aprendió solo, en ‘youtube’, o por las clases que le dio el portero de su edificio? Esto es una obvia idiotez. Si de veras fuéramos a averiguar cuáles de nuestros problemas se pueden resolver con mejor educación, la primera en mostrarse razonable tendría que ser nuestra secretaría de educación, y tendríamos que poder poner a prueba lo que vale lo que creemos que sabemos. Las reformas no tendrían por qué estar enfocadas a cuántas horas está uno en el aula, ni mucho menos a cuánto se vale o no reprobar como porcentaje de un grupo ni todas esas incoherencias que contempla actualmente esta institución, tan influenciada por el capricho indiferente a la ignorancia. Nuestros exámenes deberían ser confiables. Podremos tener el lugar mundial en educación que presuman, y según la organización internacional que se les antoje, pero la realidad es que tal puesto de honor México lo obtiene con la misma mezquindad con la que el mal estudiante saca el acordeón y responde sin saber ni qué demonios está escribiendo en el examen.

A propósito del buen ladrón

Dimas alcanzó el perdón de sus pecados unos instantes antes de morir. Padeció el mismo suplicio que Cristo, sintió las burlas de quienes acudieron a la ejecución de dos ladrones y un justo, y reconoció en el sufrimiento del justo al mesías que traía la salvación para todos aquellos que eligieran la vida justa. Dimas ya no podía enmendar sus males, como muchos de nosotros tampoco podemos hacerlo; pero alcanzó el perdón y junto con él el reino de los cielos.

Muchos juzgarán a la ligera al buen ladrón considerándolo el más indigno de salvación, porque tras una vida de tropelías y pecados, muchos de ellos seguramente mortales, alcanzó el perdón y el reino de los cielos. ¿A qué se debe la gracia especial que logra este buen ladrón?, ¿será al arrepentimiento tardío que malamente se puede interpretar como para afirmar que se puede hacer en vida lo que sea mientras haya posibilidad de pedir gracia al final de la misma? La negativa salta inmediatamente, pues la vida del buen cristiano incluye lo que se hace día a día.

Pero, el arrepentimiento de Dimas le vale la salvación, ¿por qué se salva el buen ladrón?, si nos fijamos en él será más fácil entender cómo es que consigue el perdón y la gracia. Dimas, al final de su vida defiende al justo y lo reconoce como tal, y al hacer esto ve lo que él mismo ha hecho con su vida como para aceptar humildemente el suplicio que bien se ha ganado, se sabe ladrón y se sabe perdido, y ruega al mesías por ser encontrado.

Dimas tuvo fe, vio la salvación que muchos no vemos, y al alcanzar la gracia de Dios dejó encendida la llama de la esperanza para quienes, como buenos ladrones, reconocen que lo mejor es ser justos sin importar cuánto tiempo resta de vida.

Maigo.

La Santa Madre UNAM

Que la UNAM, como mater, no sea tocada ni con el pétalo de una rosa… Así, más o menos, habló ayer José Narro Robles, rector de la UNAM, al opinar sobre la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en torno a un caso de acoso sexual en alguna de las escuelas de la institución. No me importa comentar los detalles del caso de acoso, que ni es el único ni es el peor, sino que me importa señalar la declaración del rector, quien se ha vuelto asiduo a tomar los micrófonos públicos para acusar los muchos errores ajenos y acallar las preguntas sobre los errores propios. José Narro siempre tiene una declaración sobre algo, sobre lo que sea el tema del momento; nunca es tema, ni puede serlo, la UNAM, porque en su fantasía ahí todo está bien, ahí –en esa burbuja de idealidad- nunca pasa nada. O al menos así entiendo que ayer haya declarado: “las acusaciones de la CNDH contra las autoridades universitarias disminuyen la calidad moral de la comisión”. ¿Por qué? Porque a la UNAM nadie la debe cuestionar. Autoerigida como la cabeza moral del país, la UNAM pretende poseer una probidad incuestionable. Señalar los problemas de la UNAM, piensa Narro y con él las barras unamitas, es una acción vil que obedece a oscuros intereses que pretenden dañar a la “máxima casa de estudios”. ¿Cuáles oscuros intereses? Ningunos en realidad, que eso sólo es tirar la piedra y ocultar la mano, sembrar discordia, descalificar al otro y erigirse víctima. Así lo dijo ayer el rector Narro: “es preocupante que una institución como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que deber ser de buena fe, aparente no serlo”. ¿En qué aparenta no serlo? ¿En hacer su trabajo? Y lo reiteró: “es preocupante que una institución que debe manejar las cosas con pulcritud, aparente no actuar así”. ¿Cuál apariencia? ¿Es un delito señalar que algunas autoridades universitarias pueden ser proclives a encubrir el acoso sexual en la institución? Pero Narro no quiere cuentas claras, ni que se conozca la verdad del caso, sino que quiere evadir las responsabilidades que el caso atraiga. Por ello, tras lanzar la piedra y esconder la mano, el rector declinó a abundar en el caso. A mí me parece que más preocupante que un pretendido trasfondo político es la actitud de las autoridades que aminoran los casos en que se ve comprometida su responsabilidad y se victimizan para protegerse del juicio público. De volverse costumbre una actuación como la que defiende en su discurso el rector Narro, estaremos ante las incuestionables autoridades que prestas señalan toda diferencia como ilegítima y que ensordecen el ambiente plagándolo de oscuridad. Si así la cabeza moral del país, ¿cómo estarán sus pies de barro?

Námaste Heptákis

Recado. Alegre, emotiva, ocurrente e ingeniosa, así fue la participación de Hiro Postal en nuestro blog. Ahora toma otros rumbos, otras actividades y otras preocupaciones, pero no por ello he de evitar agradecerle su compañía en esta página y despedirla deseándole buena suerte.

Coletilla. La política como irresponsabilidad se va volviendo una especialidad de la carrera política, o al menos eso me hace pensar una reciente declaración del presidente municipal de Naucalpan, Estado de México, David Sánchez Guevara –el mismo que, cuando fue diputado, sugirió combatir el abstencionismo electoral con multas a los ciudadanos que no votaran-, quien tras varias semanas de que el diario Reforma informara sobre las protestas ciudadanas por la cantidad de baches en el municipio, se deslindó afirmando: “Yo no inventé Naucalpan, así me lo encontré cuando llegué”. ¿Así o más claro?

I Ching

Caen las monedas

y el azar se dibuja

inevitable.

Muy breve pensamiento sobre los celos

Temo que son muchos los enamorados que, remedando años de tradición que enaltece la pasión como a una diosa, corroen su amor celándolo y extenuándolo. Se enorgullecen de su calor en estos intensos arranques e incluso los desean contra sí mismos, repudiando la templanza. Se convierten en suspicaces jueces de un compromiso de difusos límites, y confunden la confianza con desinterés, la paciencia con debilidad y la fidelidad con presencia. En su embriaguez –y en su elogio de este vino– no pueden regalarse la oportunidad de estar juntos aun siendo los dos libres, el uno del otro.