Lo vivo sin vivirlo y lo miro a ojos cerrados,
si todo está callado lo escucho más atento,
y sus labores nunca me cansan ni un momento
por más que siendo mío, actúe descontrolado.
Hoy puede ser pesado, mañana lo contrario,
pero es dichoso el grave, y triste es el liviano.
Lo puede mudar todo y nunca estar lejano,
y hacer lo preocupante volverse secundario.
Su frágil material se rompe casi diario,
mas nunca podré asirlo, ni en voz ni con la mano.