Contra los fantasmas de la noche
“Febrero de Caín y de metralla”, sentenció Alfonso Reyes en el inolvidable poema luctuoso en que lloraba a su padre. Historia caínica la del pasado, historia caínica la del presente… Entre metrallas, ora con el estruendo del plomo, ora con el sigilo de la palabra violenta, recordaremos el 22 de febrero. En 1913, lo sabemos, fue asesinado Francisco I. Madero. Hombre gentil, idealista y bondadoso, Madero confió más en la paz y la concordia, que en la guerra y la discordia. Inexplicablemente para los historiadores del poder, Madero renunció a la fuerza y la fuerza lo exterminó. Completamente explicable para los historiadores del ideal, la renuncia sólo puede entenderse por su carácter ejemplar. De un lado se dirá que a Madero le faltó astucia; del otro se pensará que al mundo le sobró voluntad. Recordaremos el 22 de febrero entre metrallas, entre metrallas reales e imaginarias. En aquel 1913 asesinaron a un hombre bondadoso. Hoy, en cambio, la discordia, la insidia, el afán de venganza, inundan nuestro país. No debemos celebrar un acto de fuerza; debemos reconocer un acto de justicia. Mas para que la justicia llegue debemos partir de la concordia: prestar más atención al ideal que al poder. No anhelemos ansiosos la venganza; no temamos lujuriosos la respuesta; esperemos justicia para los detenidos y de los detenedores; soñemos con Ariel y no con Calibán, que la marca sigue bochornosa en nuestra frente esperando la justicia.
Námaste Heptákis
Coletilla. “El hombre más feo en vida es un dechado de hermosura comparado con el más bello de los muertos”. C. S. Lewis