Rumor de pies descalzos sobre el polvo

Rumor de pies descalzos sobre el polvo

pelear por la vida de los vivos,

dar la vida a los vivos, a la vida

Mi estimado Octavio, apenas creo que te entiendo y eso me asusta. Cuando muy joven leí tu Itinerario descreí de ti como quien cree en los agoreros y charlatanes. Yo, como tú, también quise cambiar al mundo. Pero tú, distinto a mí, perdías las fuerzas vitales cuando apenas a mí llegaban. Te recuerdo viejo, rodeado de inexplicables reverencias, halado de las malas palabras de tus detractores. Fue poco después de tu muerte que de ti obtuve más que poesía amorosa. Todo había fracasado porque no habíamos comprendido el espíritu democrático y no podíamos permitir que en la hora crucial del final de los tiempos del PRI siguiéramos sin comprenderlo; la UNAM no era el país, había que aprenderlo, la verdadera lucha estaba en otro lado. Iniciático, conversivo, de alta subversión interior fue tu Itinerario para mí. Previo a la elección habías sembrado en mí tal convicción democrática que mis pláticas, mis actividades, mis amigos, se veían inevitablemente llenos de ti, del demócrata Octavio. Esa noche del 2 de julio, después de emocionarme, no pude dejar de pensar en ti: “¿qué hubieras dicho de ese modo insuperable cuando, al igual que todos nosotros en aquella noche, escucharas a José Woldenberg declarar el resultado de la elección, el pronto amanecer?”. Fue un amanecer difícil, ahora lo sé, que cegó a muchos y heló a más. Fue tu convicción democrática, junto con el ideal ateneísta de Alfonso Reyes y Pedro Henríquez Ureña aunado a la esperanza de Gabriel Zaid, la que orientó, en más de un sentido, mi acción pública. Círculos de lectura, conferencias, blogues… De los primeros, ninguno sobrevivió al sapo verduzco. Las segundas, se han ido anulando por “prudencias” políticas. De los terceros aquí no voy a hablar… Tengo frente a mí la foto de Plural 48. ¡Qué imponentes los siete personajes a tu izquierda! ¿Cuál es tu secreto para mantener unido un grupo? Aquí en mi mano derecha tengo el primer número de Vuelta, y no puedo más que hacerme la misma pregunta. ¿Cómo sobreviviste al sapo verduzco? Tengo una mínima sospecha y hoy te escribo para compartírtela.

         Es en esa sección impresionante de Itinerario, intitulada “Nihilismo y democracia”, donde, me parece, reconoces los rasgos más extremos el sapo verduzco. Sabes bien que el sueño socialista naufragó en una pastosa pesadilla. Reconocías, en cambio, que el triunfo del capitalismo era un infierno superior: el de la pesadilla laberíntica. Lo más terrible, sospechabas, es que esa pesadilla ya no nos asuste, que gustosos descansemos angustiados en el laberinto y que ahí, en medio de ello, llegáramos a creer que era una vida soportable. Pedro Páramo como destino del hombre. Al final, tras exponer tu Itinerario, creo que nos dejas una puerta abierta: ahí, en medio del polvo, al final de todo, todavía de pie, cabe despertar… ¿Fue tu acción pública el canto que prevé un nuevo amanecer? Y si lo fue, mi estimado Octavio, ¿cómo podemos hacer que los demás lo oigan?

         Acá todo sigue igual, todo sigue en lo mismo; nada más estamos peor, más tristes, confundidos y algunos con ganas de nada.

Námaste Heptákis

Recomendación. Como parte del homenaje por el centenario de Octavio Paz, el Colegio Nacional presenta las siguientes mesas de conferencias. El jueves 27 de marzo: 10 de la mañana, “Octavio Paz en la historia de México” con David Brading, Enrique Krauze y Miguel León Portilla; 12 del día, “Revuelta, rebelión, revolución: ayer y hoy” con Héctor Aguilar Camín, Ian Buruma, Norman Manea y Jean Meyer; 16 horas, “Fanatismo de la identidad” con Juan Goytisolo, Juliana González, Jesús Silva-Herzog Márquez y Tzvetan Todorov. El viernes 28 de marzo: 10 de la mañana, “La democracia en el orbe latinoamericano” con Jorge G. Castañeda, Jorge Edwards, Celso Lafer y Julio María Sanguinetti; 12 horas, “La letra y el cetro: los intelectuales y el poder” con Christopher Domínguez Michael, Michael Ignatieff, Mark Lilla y José Woldenberg. La entrada es libre.

Escenas del terruño. ¡El hilo negro! ¡Albricias! ¡El hilo negro! En el seno de la UNAM inmaculada el señor de todas las opiniones sobre todo ha fijado un momento la vista en su casa y, muy honesto, reconoció que las autoridades universitarias han sido incompetentes en cuando a la recuperación del auditorio Justo Sierra se trata. Bien, doctor Narro, ya sólo falta seguir reconociendo los otros 210 errores.

Coletilla. “El que se ha arrepentido se pone en camino hacia el Señor”. Teófano el Recluso