Descrédito
Desde que la paz es producto del desarrollo,
la guerra es por la supervivencia.
Pérez Páez
Domina en el discurso público la convicción de que vivimos en un tiempo decisivo, en un momento crucial, en nuestro tiempo axial… En uno de los lados, es ahora o nunca cuando se ha de poner fin a la impunidad del crimen mediante la consolidación del estado de derecho, el fortalecimiento de las instituciones legales y la reducción paulatina de la corrupción mediante el orden y la vigilancia de la vida –sea pública o privada-. En otro de los lados, es ahora o nunca la oportunidad de capitalizar el descontento mediante la agudización de las contradicciones, el crecimiento de la insurgencia urbana contra la comodidad burguesa y la rebeldía civil ante la ilegitimidad del Estado. En varios lados más es ahora cuando la realidad se ha tornado insoportable, cuando lo indignante ha de quedar signado por el nunca, cuando se descubre el más cruel de los infiernos y se vuelve imperioso salir de él. No creo, perdón, que ninguna de las posiciones anteriores esté en lo correcto. Ni comparto la perspectiva legal de los primeros, ni confío en el credo económico de los segundos, ni me persuade el fácil optimismo escatológico de los últimos. Perdón, pero yo no creo que nuestro país esté en el peligro de la extinción, sino que ya se extinguió y nuestros muertos están ocultos entre sus restos. Perdón, pero yo no creo que sea el momento indiscutible y oportuno de la revolución, sino a ésta la creo imposible y a quienes la proponen los considero mercenarios de las falsas esperanzas. Perdón, pero tampoco creo que estemos llegando al más insoportable de los límites; pasamos de ahí desde hace algunos años. Creo, en cambio, que no nos atrevemos a nombrar lo que realmente vivimos: vivimos la instauración de la anomia entre el pillaje y la seguridad de las costumbres. Y lo que ahora realmente ven como oportunidad y terror es la debilidad ante las nuevas costumbres. Quienes prosperen y sobrevivan a la instauración de la anomia deberán tener el poder para acomodar sus costumbres a la nueva paz. Quienes me sobrevivan tendrán que dejar de lado la nostalgia por un pasado prometedor de todo lo que pudo ser, y deberán asumir valientemente su pasado, su futuro, su presente, su vida toda, como autoproducción. Quienes logren salir del falso infierno conquistarán su libertad sin Dios. Quienes con éxito sobrevivan, ya podrán exclamar seguros que han inventado la felicidad. Deseo que los demás encontremos, al menos, una digna muerte.
Námaste Heptákis
Recomendación. A partir de este lunes comenzará a circular el número de diciembre de Letras Libres. Ampliamente recomendable en dicho número es el reportaje de Fernando de Haro intitulado “Diáspora de doce puntas”, en que nos muestra la vida de las comunidades cristianas coptas que han llegado a España huyendo de los extremistas islámicos. Sucede en Medio Oriente, como hace unos días declaró el Papa Francisco I, un exterminio de cristianos que pasa desapercibido entre las buenas conciencias.
Escenas del terruño. Informa El Universal de hoy sobre la vida que han llevado los choferes secuestrados por los normalistas de Ayotzinapa. Ciro Gómez Leyva ha informado en su programa radiofónico sobre el robo de camiones a la empresa Autobuses Purépechas que los activistas michoacanos han realizado en las últimas semanas. Uno de los policías heridos por la CETEG en la toma del aeropuerto de Acapulco perdió definitivamente un oído. Dos de los policías con quemaduras en las protestas del 20 de noviembre no han sido dados de alta y uno de ellos tendrá un doloroso tratamiento. Si tanto les importa la dignidad a los indignados del país, ¿por qué nadie cuenta las historias de los nuevos revolucionados? ¿O qué, nos saldrán con el cuento de que son bajas colaterales de la libertad?
Coletilla. “No es la inocencia lo que concede impunidad a los criminales, sino la magnitud del crimen”. San Cipriano de Cartago