Todo fracaso sabe a fracaso, toda derrota sabe a derrota y toda pérdida a pérdida. ¿Alguna vez se han preguntado si renunciarían a una amistad por ser un obstáculo para lograr sus sueños personales?, ¿qué responderían si alguien les hiciera esta pregunta? Más complicado aun, ¿qué elegirían si estuvieran en una situación en la que deben renunciar a una amistad, o a su pareja, para lograr su sueño personal o renunciar a su sueño personal para cuidar una amistad?, ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Cuál sería su elección? De palabras muchos se inclinarían por la amistad. Pero la amistad es el resultado de acciones y no de afirmaciones. Quizá soy pesimista, pero conozco pocos hombres que lo dejarían todo por cuidar una amistad o una relación.
Mientras no veamos que no hay renuncia cuando se hace por algo más noble, cualquier pérdida de nuestros sueños personales sabrán a pérdida, fracaso y derrota.
No es lo mismo sacrificio que pérdida. Cuando Abraham iba a sacrificar a su hijo, no estaba perdiéndolo, tampoco renunciaba a su hijo, estaba dispuesto a entregarlo a Dios, a entregarse a Él. No hay manera de que un sacrificio sepa a pérdida o fracaso, siempre lleva cierta nobleza.
Cada día me convenzo más que se ha pervertido la comprensión de lo que es felicidad y la búsqueda de ella. Quizá debemos aprender a renunciar y sacrificar a nosotros mismos con más nobleza. Hay una manera en la cual lo noble sigue siendo noble y la renuncia no sabe a pérdida, cuando se renuncia por amor. Cuando uno renuncia por lo que es buen, cuando uno renuncia a sí mismo por cuidado y amor; sólo cuando uno renuncia a sí mismo por amor, no es pérdida de sí mismo, sino entrega.