Claroscuridad de la vida
para A. Cortés
en esperanza
There is one creed: ‘neath no world-terror’s wing
apples forget to grow on apple-trees
G. K. C.
De todos es conocida, al menos en sus más generales detalles, la alegoría de la caverna de Platón. Todos saben que el maravilloso ateniense labró en una insuperable imagen el camino que ha de recorrer todo joven filósofo. Todo joven filósofo, supongo, se habrá juzgado desde el estándar platónico y frente a él habrá orientado sus aproximaciones. Algunos preferirán juzgarse desde la comparación con el incendiario que baja por la montaña; otros, con el genio que contempla el fuego en la estufa de su cocina mientras moldea un trozo de cera; unos más, con el paseante solitario que ha conquistado el amor propio y tanto se ha liberado de las cadenas de los prejuicios sociales, como ha salido librado de las debilidades de la civilización. Pero el perturbador Zaratustra, el geómetra genial y el estruendoso de Ginebra son, en sus propios relatos, personajes principales; no así los cavernícolas de Platón. La voluntad del sabio que baja de la montaña, el buen sentido del genio que descubre el método y la pasión libertaria del revolucionario que rompe las cadenas son opuestas al eros platónico: el cavernícola es obligado a salir de la caverna por alguien más y la salida es la prueba de su eros. El personaje de Nietzsche necesita a alguien más para confirmar su imperio, el de Descartes para justificar su obra y el de Rousseau para confirmar sus actos; pero el de Sócrates lo necesita como causa final desde el inicio de la acción ―por ello Cicerón se imaginó que los cavernícolas en el exterior no dejaban de platicar sobre lo más importante, lo que al mismo tiempo es lo más interesante. O dicho de otro modo, los cavernícolas son personajes secundarios en la historia de su propia vocación, la historia de eros.
En la historia de eros, me parece, después de la caverna platónica hay una segunda imagen importante casi por todos conocida: las negaciones de Pedro. Tras la aprehensión de Jesús, Pedro está calentándose junto a la fogata y niega su fe por primera vez. Posteriormente sale del palacio de justicia y niega a Jesús por segunda vez. Finalmente, en la plaza pública lo niega por tercera vez, al tiempo que Jesús pasa junto a él aprehendido y lo mira de reojo mientras es trasladado por los guardias. Las negaciones de Pedro ocurren: junto a la fogata, fuera del palacio y en la plaza. En paralelismo con la imagen platónica, las negaciones de Pedro se relatan con peculiar atención a la luz y lo visible, al reconocimiento de la verdad como un alejamiento paulatino de la mentira y a un giro del alma que se llama conversión. Las negaciones de Pedro son la reinterpretación cristiana del eros platónico y en su imagen se ha labrado el camino del joven filósofo cristiano.
¿Qué hacía Pedro junto a la fogata? El Evangelio afirma que se calentaba. Y no seré tan perogrullesco como para preguntar por qué se calentaba, pues casi cualquiera podría notar que no se calentaba porque tuviese frío, sino que se calentaba porque necesitaba ser reconfortado. Pedro buscaba en la fogata el alivio a su alma destemplada por la culpa. Pedro buscaba en la luz y el calor de la fogata una orientación suficiente ante el escándalo; la luz y el calor son el rastro inteligible de la Creación. Contrario a los cavernícolas platónicos que no saben reconocer la realidad de las imágenes que se enorgullecen de ver, Pedro busca en la fogata una imagen de la realidad conocida en la experiencia de Jesús y negada en el escándalo de la aprehensión. Pedro, frente a lo cavernícolas, buscaba una imagen que le impidiera perder al original. La primera negación es el fracaso de la imagen.
¿Qué hacía Pedro fuera del palacio? Pedro salió del palacio cuando la imagen se hizo imposible, cuando queriendo huir de la oscuridad necesitó huir de la luminosidad. Pedro en la intemperie vive la indecisión del deus absconditus. La fogata había revelado su culpa; la intemperie la dejaba expuesta. Afuera, Pedro es reconocido por la luz del sol amaneciente. A Pedro se le vuelven inasibles las imágenes y los conceptos. La segunda negación es el fracaso de una teología pagana.
¿Qué hacía Pedro en la plaza? Según el testimonio de Mateo, a Pedro lo reconocieron en la plaza por su modo de hablar. La luz de la fogata de la primera negación y la luz del sol en la segunda son sustituidas por la luz de los discursos. No son discursos adecuados a los griegos, pues explícitamente se indica que Pedro habla en galileo. Tampoco son discursos adecuados a los judíos, pues implícitamente se recalca lo transgresivo del discurso cristiano. Pedro es ofuscado por la necesidad del discurso, pero en la culpa su discurso se vuelve imposible. La tercera negación es el fracaso de la palabra.
La modificación que las negaciones de Pedro hacen a la historia del eros es su inclusión en la historia del logos y la historia de la salvación. Mientras Pedro está en la plaza y niega por tercera vez a Jesús, el Maestro pasa frente a él conducido por los soldados y lo mira de reojo. San Lucas añade: “Pedro recordó las palabras que el Señor le había dicho: «Antes de que el gallo cante hoy, me habrás negado tres veces». Y, saliendo fuera, lloró amargamente”. La mirada de Jesús incendió el recuerdo e iluminó la fe de sus palabras. La mirada de Jesús confirmó a sus palabras como la revelación y a su persona como contenido de la misma. La mirada de Jesús reveló a Pedro el camino del arrepentimiento y señaló la verdad del perdón. La afanosa búsqueda de luz que Pedro emprendió por la culpa tornó conciencia del pecado en cada negación, pero encontró la luz verdadera en la mirada del perdón. Contrario al cavernícola platónico, tras la revelación el joven filósofo cristiano busca afanosamente la luz. El eros cristiano en lugar de ser tiránico, nos libera.
Námaste Heptákis
Garita. El pasado lunes 30 de marzo, representantes de transexuales y transgéneros del Distrito Federal solicitaron al INE facilidades para la emisión del voto a partir de la validación de los tres elementos de identificación que incluye la credencial para votar: fotografía, firma y huella digital. La solicitud es coherente con las recientes modificaciones a la ley que permite el cambio legal de identidad de género.
Escenas del terruño. En cuanto al caso de los desaparecidos de Ayotzinapa es necesario comentar dos cosas. En primer lugar, es digno de considerar el argumento abolicionista que los padres de los desaparecidos han adelantado respecto a la elección: no hay condiciones para asegurar que en la próxima elección no estarán eligiendo a otro Abarca. Ciro Gómez Leyva, en El Universal del pasado lunes, expuso claramente el asunto. En segundo lugar, no se debe pasar por alto el llamado que los padres de los desaparecidos han hecho a “El Carrete”, líder criminal a quien han solicitado información para encontrar a sus hijos, pues consideran insuficiente la información oficial. Ambas consideraciones son testimonio importante de la antipolítica que predomina en nuestros días y del connotado ímpetu de efectividad que va dominando el ánimo público.
Coletilla. Ayer, la corte del estado de California, en los Estados Unidos, determinó la legalidad de las clases de yoga como formación curricular en las instituciones de educación básica bajo el argumento de que no son una vía de inducción al hinduismo, y por tanto no son promoción religiosa. Sospecho que la salubridad es la religión contemporánea.