SIEMPRE ES LO MISMO

Siempre es lo mismo

Cada vez me voy convenciendo más de que la apatía es el problema central, actual, del alma humana. Apatía en el sentido más etimológico: no padecer nada, y si se le padece no preocuparse por ello. Rastrear esta enfermedad puede tener varios caminos, pero al menos comencemos por uno que parece el más próximo.

     Anteriormente los investigadores se apresuraban a leer o estudiar aquello que les interesaba tanto, ya fuera porque reconocían que la vida se les iba acabando y preocupados por saber algo antes del final, adelantaban todos los pasos que pudieran, o ya fuera porque temieran que aquello que estaban investigando, así como lo que posibilitaba su investigación eran inciertos, o mejor dicho, algo que pudiera esfumarse de un segundo para otro, hablo de que aquello podía derrumbarse, o morir o cambiar. Todavía peor, que tal si la razón, o su deseo se alteraban por alguna enfermedad grave, había que darse prisa, pero sin volverse loco. El deseo de saber y de llegar a ese saber estaba a flor de piel.

     Todo esto dejó de ser un problema cuando se dio fijeza a todas aquellas cosas perennes que habrían de ayudar a encontrar cualidades eternas, gracias a los avances tecnológicos que pueden ayudar a conservar más tiempo lo que se busca, el investigador moderno no tiene más que introducir en el rastreador electrónico lo que desea saber y ahí estará siempre a su disposición, no hay prisa en alcanzar algo que siempre estará ahí, puedo ocuparme de tantas cosas como quiera, pero mejor las dejo para más tarde, al fin y al cabo haciendo ejercicio y tomando lo que el doctor me receta podré vivir lo suficiente para saber todo lo que pueda. Y esto no sólo para el que desea saber, también para el que desea viajar, o poseer riquezas, la vida se ha extendido casi indefinidamente, que no hay de qué preocuparse. Algún día se hará todo eso. Se nos está olvidando que la mortalidad es parte constitutiva del hombre, gracias a que el conocimiento por el que lucharon algunos, hace unos cientos de años, nos permite dominar la naturaleza, al grado de acercarse tanto a los dioses que ya pronto nos burlaremos de ellos, aunque quizás lo dejemos para después, porque ahí van a estar siempre.

     La dominación por el saber ya ni siquiera es algo tan importante; presumir lo que se sabe ha dejado de ser señal de un claro intento de superioridad, pues cualquiera en cualquier momento podrá acceder a ese saber. Todo está a nuestra disposición, todo excepto el deseo. Todo está fijo, incluso los problemas, <<mañana le reclamo al agresor, ahí va a seguir mañana>>, piensa el hombre. Quizá un problema más serio sea que ya ni en lo fijo podemos ver alguna cualidad. Todo es igual.

Javel