Para quien se aleja de casa
Te recuerdo callada, soñando el pasado difuso. El presente que te daba un beso, y que sin darte cuenta comenzaste a amar, ya se había ido cuando quisiste corresponderle, sin embargo, otro amante ya te besaba. Besaste tantas bocas que nunca me pudiste hablar. Ellos sólo subían para acallar tus labios, tú, a veces, no querías abrazarlos, pero siempre estabas sentadita en tu balcón, ¿así cuándo se irán?… con una sonrisa veías a esos extraños alejarse… nunca amaste a nadie, sólo al primero, y era él a quien esperabas. Ahora, todo lo confundes con el pasado, nada sabes del presente. Levántate y sal de tu casa que da de cara al sol; usa tu voz para gritar su nombre, para que los falsos amantes se alejen. Tal vez él siempre ha estado rondando tu esquina, pero tú, arriba, con el sol deslumbrante, con la boca en otras bocas, ni lo has visto, ni podías llamarle. En tus piernas aún hay fuerzas, baja las escaleras hacia la calle, ¿ya lo viste?, está junto al prado que colinda con tu casa. Ahora que lo puedes abrazar sonríes a borbotones. Arriba estabas callada, y cualquiera podía aprovecharse de ti, ya que todos decían ‘ocuparse de tu persona’, pero ahora que dices su nombre entre risas, los amantes parecen enfermos, no tienen el valor de bajar por ti, se ven como sombras que van desapareciendo con el sol que se declina, sol de luces perfectas, pues ya no te golpea en la cara, ahora los acaricia a los dos mostrándoles un posible sendero. Por cierto, te recuerdo caminando por la calle, platicando del amor.
Javel