Desgarramiento ante la presencia

Desgarramiento ante la presencia

 

Alguna vez se me detuvo el corazón. Pensé luego que eso, obviamente, era una exageración. Tú no llegaste a resplandecer con la castidad de las nubes. La afectación de mi alma delata ahora mi mentira entre líneas, pues para el roce mutuo bastó sólo el testamento de mi memoria. Aunque me asfixie, he de decirte que tu aire me insufla el rojo de mis mejillas. Ese fragmento de tiempo inútil quedó inmortalizado en mi ceguera voluntaria; lo terrible (o lo mejor) es que nunca dije ni una sola palabra. Ridículo; lo sé. Pero mi silencio se ha comprado con mi amor por la luz.

Ahora serás indiferente, pero sé que me escuchas en la selva de tu cabello. Aprendí que tú revelas parte de mí. Y eso, más que alguna otra cosa sensible, me ha puesto en una luz intensa, a la sombra del límite de mis abrazos.

 

 

De un amante imaginario.

 

 

 

Tacitus