El ojo que no parpadea

«Oigan, ¿no han notado que «Cruzando el Desierto» es igual que «El ojo que no parpadea» y que «El desastre de Hesperus»?”.
Homero Simpson

La culpa la tiene Jesucristo nuestro Señor, o sus evangelistas, nos educaron bastante bien y esa idea de que La Verdad nos hará libres ha penetrado la reforzada coraza de las mentes libres. Hace unos días leía a un cuate porque el título de su texto prometía dar una interpretación de la alegoría de La Caeverna. Para mi sorpresa, el texto estaba muy bien ordenadito, tenía incluso vínculos a una traducción (decente) al español y el autor se tomó la molestia de citar párrafos enteros para escribir su interpretación después de cada cita. El tema general es el mismo que le gusta abordar a todos los que hablan sobre la Caverna muy superficialmente, a pesar de que el autor se presenta desde las primeras líneas como un científico (yo no dudaré acerca de esta autoproclamación, porque la forma seria y académica que tiene su texto le alcanza para que yo le crea) que en sus primeros semestres de la carrera recibió una embarrada de filosofía (precisamente de la alegoría de la Caverna). Bueno, como yo esperaba que no sucediera (pero terminó por suceder) el buen hombre este escribió acerca de epistemología, de cómo él como hombre de ciencia ha visto el Sol al igual que muchos otros hombres (científicos según él) y de cómo después de haber escapado a sus cadenas de manos, cuello y pies, ahora lucha incansablemente por liberar a nosotros los demás cavernícolas.

La premisa que guía semejante entrada es bastante simple: “yo soy bien chingón y tú no”. Digo: “la sociedad vive engañada porque cree en tonterías como religión, fantasmas, y un toque mágico que rodea su entorno, pero sería libre y más feliz creyendo lo mismo que yo”. Hace algunas referencias a blogs de gente que promueve la medicina alternativa, y de cómo eventualmente esta misma gente termina por abandonar su fe y se une a la Santa Iglesia de la Ciencia moderna. Los pregoneros y predicadores de la ciencia no se cansan (como explica el cuate éste) de liberar a los cavernícolas con uñas y dientes, siendo éste, el método de la violencia (en forma de sarcasmos), el más recurrido. ¿Por qué? La verdad no lo sé, y me extraña que los científicos sean tan bárbaros a pesar de haber visto El Sol y abandonado su condición cavernícola. Bueno, el autor pide a sus lectores que le ayuden de despojarse de las cadenas que todavía tiene, porque sabe que aún están allí: sus prejuicios, sus creencias, su educación, su bagaje cultural. Supongo que ingenuamente (como el comentario ingenuo que le hicieron a esa parte de su texto, donde le dicen que uno nunca puede librarse del todo de su realidad conceptual <o una mafufada así decia, que no era otra cosa que uno no puede escapar de su cultura y su educación>) lo exclama a los cuatro vientos sin darse cuenta del nihilismo que evoca, que desea y que incluso pretende que nosotros compremos para que después de un tiempo de vivir en él, comencemos a consumir Soylent por montones.

El problema con la alegoría de la Caverna no es meramente epistemológico (bueno, hay muchos problemas allí) y aunque a los pedagogos les encante andar predicando que hay que mejorar la técnica de la enseñanza para que podamos vivir mejor, y a los científicos les dé por bautizar a cuanto aborigen se encuentran; temo decirles que son parte del mal que tratan de erradicar. La Verdad nos hará libres, dice el Hijo de Dios, y los científicos se lo creen (yo no creo que haya pelea inconciliable entre ciencia y religión, aunque hay quien sí lo cree), pero, ¿libres de qué? ¿Por qué carajos quiero ser libre? Vaya, resulta hasta intuitivamente comprobable que la esclavitud es indeseable o no es parte de la naturaleza del hombre (habrá quien diga otra cosa, pero ahora que los gringos pusieron de moda la libertad, mucha gente la acepta como un feligrés a la Ostia), por ende uno debe buscar no ser esclavo, escapar de las metiras que lo someten a la indigna condición de cavernícola. Pero, ¿qué no es el hecho de educar lo que vuelve a los titiriteros los esclavistas de los cavernícolas? No es lo que enseñan, sino el hecho de enseñar. Creer que educar con conocimientos falsos (por decirlo de algún modo) como lo hacen los titiriteros de la caverna es la causa de los problemas de la sociedad, es análogo a creer que las sombras reflejadas en el fondo de la caverna, son el Mundo.

El problema es la educación, el problema es para qué educamos, o por qué educamos, no tanto el qué educamos o cómo educamos. Cuando el filósofo sale de la caverna, tiene la necesidad (tal vez esté forzando el término) de regresar, pero no es a educar a los esclavos, no es por compasión o porque quiera darles una vida más digna. El filósofo regresa por dos razones: la primera es que se encuentra solo, completamente solo ante algo maravilloso y bello en extremo. La segunda es que el fascinamiento por aquello que acaba de descubrir lo obliga a compartirlo (como cuando un cristiano descubre a Dios, o como cuando leí que lo recto es lo que está frente a dos extremos) es la naturaleza de la belleza el mover al hombre a representarla, aunque esta representación sea un simple comentario verbal. Bueno, una vez dicho esto, proseguiré a decir que me parece que en la alegoría de la caverna se presenta el problema verdadero que muestra la república: ¿cómo chingados es posible la política? Vaya, puedo hacer trampa y decir que el hombre es político por naturaleza, y no meterme en más problemas (y justo eso haré), pero antes señalaré que el único modo en el que se puede gobernar a un montón de cavernícolas es bajo la Noble Mentira, aunque ésta esté construida por titiriteros y una fogata en el fondo de la caverna.

Me resulta evidente, al menos a mí, que el problema no es liberar a los esclavos, el problema es: ¿cómo demonios vas a gobernar a un montón de esclavos libres? Suponiendo que los cavernícolas tuvieran las mismas capacidades que el filósofo que escapó de la caverna, y que aprovecharon del mismo modo todas las oportunidades que tuvieron de escapar, y que la educación efectivamente es posible, y que la técnica para educar resulta efectiva y que además es el único medio para que el cavernícola vea el Sol (como predican nuestros educadores modernos), y que además encontraron hermosa la verdad y no temible por su magnificencia. Entonces, podrían suceder dos cosas: la primera es que los cavernícolas vivan en anarquía, porque son tan educados, civilizados y bienhechores que no requieren gobierno — como proponen esos anarquistas chiflados que sostienen que el hombre es bueno por naturaleza, y que por lo tanto hay que vivir en la anarquía — (esto también bajo el supuesto de que el gobierno siempre es un Leviatán). La segunda es que reconozcan al filósofo Rey y lo hagan su gobernante, sin embargo, esta condición anula por completo los tipos de alma y las cualidades del filósofo (ya que todos los esclavos serían filósofos y por lo mismo reyes, lo cuál nos lleva al caso uno de nuevo). Es decir, un montón de cavernícolas sueltos que vieron efectivamente la luz, resultan ser ingobernables.

Ahora bien, a nuestro amigo apóstol de la sacro-santa Iglesia de la Ciencia, se le posesionó el Espíritu Santo y el evangelio de la Nueva Verdad. Lo mismo le sucede a los pedagogos y a los psicólogos (que tienen su religión aparte), se emocionan, creen que han visto el sol y corren a convertirse en titiriteros (y lo logran). Nuevamente pregunto: ¿de qué nos hará libres La Verdad? Y una pregunta más incisiva (y certera a mi parecer) sería: ¿de dónde sacan estos bienhechores científicos la idea de que los cavernícolas quieren (o pueden) conocer La Verdad? (suponiendo que ellos ya la vieron como lo proclaman sin pelos en la lengua) Los invito, queridos lectores a que hagan un experimento: salgan a la calle y díganle a diez personas que el triángulo es una figura cuyos ángulos internos sumados son igual a dos rectos. Vean cuántos les prestan atención, vean cuántos no se interesan, pero sobre todo vean cuántos les agradecen que hayan roto un poquito sus cadenas. Temo decirles, amigos científicos y demás profesionistas, que pueden educar todo lo que quieran (y solo por no dejarlo a un lado, diré que creo firmemente que no hay acto más violento en este mundo que el de la educación), pero si Eros no lo manda, su educación no servirá para maldita la cosa. Si me lo preguntan, amigos lectores, prefiero mil veces vivir en la caverna a vivir en un mundo lleno de eruditos Nihilistas que saben mucho, gobiernan poco y son tan libres como para vivir de una dieta rica en Soylent. No sé qué opinen ustedes.

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