Reducción al absurdo

Si pienso en la vida de hombres como San Francisco de Asís me percato de lo limitada que es la idea de justicia que guía a la sociedad positiva en la que vivo.

Creemos hacer leyes al decretar códigos y formalismos. Y al escribirlos, publicarlos y anunciarlos con bombo y platillo  esperamos que nuestra condición de seres dependientes de todo lo que nos rodea se acabe, no vemos que entre más complejo se torna lo legal más nos alejamos de lo justo.

Nos cegamos ante la idea de que la justicia se limita a la distribución equitativa de riquezas o de castigos visibles, y por ende terribles. Para quedar tan ciegos hizo falta reducir la vida del hombre a lo corporeo: fue menester olvidar que lo justo va más allá del alimento, el vestido y la comodidad y que la pena para el injusto es una pesada cadena que siempre lleva al cuello, tan pesada que le impide ver el cielo. Nos volvimos menesterosos al ser mezquinos y somos injustos cada vez que reducimos la virtud a lo que ilusamente creemos poseer.

El Santo de Asís, que para muchos no es más que un pobre loco, nos muestra con su vida cuan reducida es nuestra mirada y cuan absurdos son muchos de nuestros actos en tanto que nos reducen a seres sumamente menesterosos.

Maigo.