La sangre de Caín
Noche de la Justicia y el amor
en la tierra del fruto turgente.
Al tiempo lo desuella el temor
en el lecho de mármol fulgente.
El llanto no enjuga el pasado,
y la guerra no tiene motivos.
No podemos gritar el pecado
creyéndole a dioses furtivos.
La esperanza no es para los ciegos:
brilla por su grandiosa sensatez;
en sepultar los píos ruegos
mostramos una amarga rapidez.
Tacitus