No puedo negar que una de mis actividades preferidas es estar cerca de una mesa bien dispuesta, con viandas dulces y saladas, comiendo y platicando. Podría denominar a los cocineros como artistas en el más alto significado de la palabra, esperando, por supuesto, que aquéllos no se enojen al ser catalogados así; mi intención no es insultarlos, más bien pretendo gloriarlos por sus excelsas y complejas producciones. Saboreando el bocadillo más sencillo o degustando el platillo compuesto con docenas de ingredientes (algunos imposibles de conseguir la mayor parte del año), se puede percibir un talento inigualable, casi un don concedido para el bien de los hombres.
En las mesas, en esos momentos especiales de la vida, los comensales nos pueden volver más deliciosos los platillos con el aderezo de sus palabras. Las buenas ideas se saborean y degustan, nos revitalizan, nos hacen recordar nuestras mejores recetas y entender cómo pueden ser perfeccionadas. Incluso ahí, en el momento de la convivencia, podemos ofrecer nuestras ideas recién cocinadas y ver, en el rostro ajeno, cómo son recibidas así como notar qué sabor tienen; a nuestros propios platillos difícilmente podríamos juzgarlos con todo el rigor que merecen, además, la comida sin buena convivencia a veces resulta insípida. Quizá les falten ingredientes a nuestras ideas, otro tipo de sabores (los cuales ahí en la mesa nos pueden dar a conocer) para ser mejoradas, pero eso sólo lo sabremos una vez las hayamos vuelto a probar, con los debidos cambios, y veamos qué le producen a nuestros compañeros de mesa (nuevamente ellos nos pueden ayudar, con su cuidadosa opinión, para ir mejorando nuestro sazón).
Dialogar es como comer; con las personas adecuadas resulta una experiencia vivificadora. No perdamos de vista los ingredientes y los platillos de los mismos, pues entre mejores sean, el diálogo puede ser más sabroso. Los buenos comensales siempre pueden ir en aumento, siempre se pueden invitar a más, pues, aunque los nuevos sean inexpertos cocineros, pueden darle más y mejor sabor al banquete.
Yaddir