Yo sí soy guadalupano (y tú también)

Comenzaré por hacer una discriminación de a de veras, bueno, no la hice yo, pero se la robé a un tuit de un querido amigo mío cuya intención creo que era la contraria. Esto fue publicado en su cuenta de tuiter (¡dah!) el meritito día de la Virgencita de Guadalupe.

Indio: habitante de la India
Hindúes: practicantes del hinduismo
Indígena: habitante oriundo de un país que preserva su cultura tradicional

¿Ya les quedó claro? Los indígenas no son cochinos indios, y solo algunos de éstos últimos son hindúes. Baste con lo dicho para comenzar a tratar el tema que tan gustoso me he propuesto exponer en esta entrada de hoy mismo. La noche anterior al doce de diciembre, es decir la de transición entre once y doce, me quedé levantado a ver las mañanitas de la Virgencita, pero terminé dormido cuando empezó a cantar Yahir. Los cuetes sonaron toda la noche y en alguna especie de macabra escena de terror, a lo lejos se escuchaban cánticos con un tinte de lamento a mitad de la noche. Para ilustrarlo mejor, me referiré a una experiencia que creo que todos hemos tenido. ¿Han escuchado a las mujeres, señoras, jóvenes y viejitas por igual, cantar en las iglesias? Si no, seguro las han escuchado cantar en las posadas, mientras se pide posada. Cantan como si quisieran llorar alargan las palabras y agudizan la voz. Bueno, imaginen eso en una noche donde ni los perros están dando lata, como a las cuatro de la mañana sonando a la distancia como susurros de algunos daimones olvidados que me hacen la maldad en no dejarme dormir. Bueno, así fue mi madrugada de hoy.

Procesiones hay un chingo, y cerca del lugar donde vivo hay más, por su relativa cercanía a la Villita. Todos los doce de diciembre es lo mimo, mañanitas a las cinco de la mañana por parte del tortillero de la esquina, mañanitas en las teles de los vecinos, mañanitas en la iglesia de la cuadra anterior a la mía, mañanitas en todos pinches lados. ¡Dios nos bendiga a los guadalupanos! Yo no sé por qué tanta gente se queja, ni sé por qué tanto odio a los peregrinos, no mamen, es una labor bien noble la que hacen, admirable y sobre todo bien occidental. Vean, las peregrinaciones VIP, las más chingonas de la historia las han reconocido a nivel mundial, tuvieron una magnitud comparable con la segunda Gran Guerra (o la primera) si no es que fueron más ostentosas, tanto así que para (si no les invento por culpa de mi memoria) ser financiada la última o de las últimas tuvo que usarse gran parte del oro de los indios de las américas, perdón, indígenas. Y es que era asunto de primera importancia ir a recuperar Tierra Santa de las manos de los hijos de la criada de Abraham (creo en ese entonces, cuando embarazó a su criada era Abram todavía). Bueno, esos fueron otros tiempos memorables llenos de honor y gloria. Ahora la costumbre se mantiene, no solo el doce de diciembre, los buenos católicos andan haciendo peregrinaciones todo el tiempo a varios lugares del país. Creo que es en Pascua cuando se hacen la visita de las siete casas, no estoy seguro, pero si alguien puede informarnos mejor se lo agradecería. La idea es que visitas y escuchas misa en siete iglesias el mismo día, no recuerdo si es en Domingo de Ramos o en Sábado de Gloria o en el de Resurrección. En fin, las procesiones son bonitas, la devoción, la tradición y el gusto con que lo hacen los participantes es de verdad admirable. ¡Pero es una tradición impuesta por esos cochinos españoles que vinieron a conquistarnos!

No sé, queridos lectores, cuánto tiempo pasen navegando redes sociales, yo en lo personal, invierto unos tres minutos unas diez veces al día para ver tuiter. En ese tiempo logré mirar un montón de comentarios de personas que señalan (no estoy seguro si están indignadas o se están burlando) que la tradición guadalupana es justo eso, una impuesta por los conquistadores. Por un lado están los que se muestran genuinamente indignados y descalifican la tradición guadalupana por no ser una originaria de estas tierras (como día de muertos, supongo). Por otro, están los que su comentario parece decir “lero lero, eres bien menso y sigues tradiciones españolas impuestas con violencia”. Déjenme expresar mi repudio a ambas propuestas, no por discriminar a la gente que practica un quehacer religioso, sino por defender a una (no me atrevo a llamarla civilización, pero hagamos como que lo fue) civilización (guiño, guiño) que ni siquiera es nuestra. A ver, amigos proprehispánicos, díganme, ¿qué tienen de padre los prehispanos? Tenían guerras interinas a cada rato, eran caníbales, tenían sacrificios humanos bastantes sanguinarios y cochinos, violaban, robaban y los ancianos podían estar borrachos todo el tiempo todos los días en cualquier parte de la ciudad. ¿De verdad les hubiera gustado vivir en uno de esos Zigurats tercermundistas que llaman pirámides? Sabemos las atrocidades que cometían, los que jugaban pelota con una pelota culera y dura, si ganaban los sacrificaban y nos enseñan eso como que era “un gran honor”, claro, toda la barbarie se disfraza de honorable. En fin, los españoles trajeron caballos, trajeron espejos y sobre todo progreso. Porque me parece que ese punto es donde la mayoría de los que satanizan la conquista tienen un supuesto gigante. Suponen, que de no haber sido conquistados, los nativos de estas tierras hubieran llegado eventualmente a ser tan civilizados (si no es que más) como occidente. Claro, si no se comían entre ellos primero, tal vez en unos cuantos miles de años.

Tal vez no he sido claro, pero parece que la crítica más popular a la celebración de la Virgen de Guadalupe, es que los españoles cambiaron a la Tonantzin por esta imagen más occidental, para que los indígenas tuvieran mejor disposición de convertirse, de ahí se sigue que la Virgencita es un invento, y que no se le apareció a San Juan Diego, y que por lo tanto todo eso es falso y están siguiendo algo sin fundamento. Bueno, ¿qué eso no pasaba en todas las conquistas? Llegaba el pueblo dominante a arrasar con una provincia y lo primero que hacían era apagar los dioses e imponer los nuevos. Eso es lo que tuvieron que hacer los cristianos desde el principio, y es lo que hacían los judíos con los pueblos que conquistaban, y… ¿Por qué les extraña tanto que haya sucedido con la Virgencita? Sale sobrando poner en duda si a San Juan Diego se le apareció o no, ¿quién descalificaría la tradición diciendo que a Cronos lo engañaron dándole una piedra en vez de a Zeus para que se la comiera, que eso no es posible? Solo los ateos, pero esta entrada no va dirigida a ellos. La Virgen de Guadalupe es símbolo del triunfo español sobre los indígenas prehispánicos, sí, al igual que el cristianismo, al igual que el caballo, al igual que el espejo. ¡Dios los bendiga! ¿Por qué no habríamos de celebrar nuestra inclusión al progreso, al buen camino de Dios, y a la Salvación? ¿Por qué no dejan de usar espejos quienes se indignan tanto con la conquista? ¿Por qué no alegrarse de que el canibalismo ya es un crimen? ¿Por qué resistirse a aceptar que somos tan occidentales como los gringos, y que eso es motivo de orgullo y no de vergüenza? La respuesta es sencilla, estámos confundidos, y la culpa es de la educación. Nos enseñan desde niños historia prehispánica como si fuera nuestra, solo porque habitaron la misma posición geográfica que nosotros, pero, a diferencia de los niños griegos que habitan las mismas tierras que sus antepasados, los nuestros no tienen nada que ver con los prehispánicos. Si me van a decir que México es un país donde gran parte de sus lugares conserva sus “raíces” prehispánicas en los nombres de sus lugares, bueno, ya hablé sobre eso. La celebración del Día de la Virgen de Guadalupe no solo es una fiesta religiosa, también, es una celebración de nuestra condición de occidentales y de esa, participamos todos los mejicanos.