1-. A casi un año de haber ingresado a este sitio, creo que resulta pertinente contar un detalle casi insignificante. En un principio creí que Cuentagotas sería el título adecuado para lo que escribiría. Siempre tuve que presente que tal vez no me haría presente por la belleza en mi pluma (¿o teclado?) o la profundidad en mis párrafos, sin embargo me empeñaría por resaltar detalles que me parecerían importantes. Exprimiría cada gota para que fuese expuesta a la luz. Me sentía bastante cómodo con los cuentos, por la diversión que tenía en elaborarlos o por la naturalidad que recorría mis dedos al escribirlos. Quería que cada gota se iluminará por medio de ellos. No obstante, posible lector, se ha dado cuenta que el rumbo ha sido un tanto distinto. Si pudiera asignarle un nuevo nombre, definitivamente sería Tertulia (¿coincidencia?). Curiosamente este año tuve oportunidad de acercarme a hombres que me dejaron enseñanzas, una de ellas fue la importancia de sentarse a la mesa para comer. No sólo se deleita uno con los sagrados alimentos, sino que las palabras favorecen que saboreemos cada instante detrás del plato. Por ello pensé que este espacio para escribir podría ser nombrado como tal, cada entrada sería una oportunidad para conversar. Ya no sería un simple señalamiento o una fría exposición sobre una caja de Petri, ahora seríamos afortunado en compartir realmente una experiencia. Para algunos esto puede tomarse como una cursilería entusiasta propia de un joven cándido. Al final quizá nunca nos conoceremos ustedes, lectores, y yo. Como alguien bien dijo, puede que nunca tendremos el gusto de estrecharnos las manos. Sin embargo creo que esta deficiencia puede ser la misma que nos motive a seguir intentando. Advertidos de que nunca nos veremos frente a frente, confiamos en que leernos pueda consolidar alguna comunidad entre ambos. No sólo se trata de que yo transmita información a los lectores, en ese caso ustedes guardaran el mensaje y terminará nuestra relación. Mientras logre que ustedes y yo tengamos una experiencia, una idea o un gesto semejante, estaremos cerca de tener una conversación.
2-. Pacientes lectores, no podría comenzar este año sin pedir una sincera disculpa. Aunque, para empezar, sería bueno preguntarnos qué es una sincera disculpa. Muchas veces abusamos de esta petición sin realmente queriéndola hacer. En vez de buscar redimir nuestro error, nos concentramos en tener una excusa que oculta la equivocación misma. Adelantamos la disculpa porque no confiamos que nuestras habilidades puedan satisfacer nuestra futura empresa (una limpia de manos con apariencia de advertencia). O lo hacemos por el fracaso acontecido sólo para librarnos de sus consecuencias nefastas. Ahí en la disculpa no se asume realmente alguna culpa. En el caso presente, no se trata nada de eso. Al revisar lo escrito en el año pasado, existen alguna entradas por las cuales estoy arrepentido. Unas que no sé por qué están ahí, otras que parecían mejor cuando fueron concebidas y unas que verdaderamente me causan vergüenza. Incluso algunos bocadillos pueden haber parecido insípidos al paladar de algunos asistentes del banquete. Reconozco que no han sido las mejores y pido una disculpa de corazón si no han sido justas para sus expectativas. Por otro lado, también hubo entradas que me terminaron por gustar y hasta hacerme sentir orgulloso. A pesar de que fue un año fatídico, todavía existen cosas por que celebrar.
3-. Recuerdo cuando me invitaron a pertenecer a esta banda de músicos. Apreciaba mucho sus presentaciones diarias y en alguna medida me ilusionaba por algún pertenecer a ellas. Sin embargo nunca creí que sería realidad. Seguramente ayudó a mi ingreso el que haya estado tanto tiempo en el conservatorio. Creo que no es ninguna sorpresa, ya que en el estilo de mi interpretación se evidencia tal hecho (a veces de manera que ni yo quisiera). Parece como si mi instrumento sonara en un recital, frente a un público que me aprueba si aprendí mi bien mis lecciones en el conservatorio. No digo que mi auditorio sea como describo, si no que parece que mi modo de tocar lo pide así. Afortunadamente, en los últimos meses del conservatorio me fui acercando a esta banda. Ya conocía a varios de sus integrantes y, como bien dije, los había visto en presentaciones. No obstante me fui haciendo su amigo hasta que me invitaron a tocar con ellos (para algunos sería una imprudencia porque el buque titánico se hundía mientras ellos seguían tocando). En estos meses he aprendido algunos errores que me dejo la formación del conservatorio, notar que ha sido incompleta pese a las opiniones de tomarme como un músico arriba del promedio. Dicen ellos que estoy preparado para enfrentarme al mundo, para poder brindar una presentación, incluso, en cualquier foro europeo. Pertenecer a esta banda ha desmentido eso, con el talento —a veces pulido, a veces en bruto— visto y con la consistencia en sus piezas melódicas. El foro europeo puede estar sobrando, lo importante es la perfección en nuestras ejecuciones y en nuestros espíritus de músico. Y en este propósito, es fundamental el papel de ustedes, público querido. Mediante su observación se verá si esto es posible o cierto, quizá descubra uno que otro que también es músico y decida seguir el mismo camino que nosotros (pero ¡cuidado! Queda advertido que no sabemos si tocaremos tierra algún día en este regreso a casa).
Por este año grisáceo, por todo el auditorio, por la banda, por el amor que nos une por la música, ¡salud!
Bocadillo de la plaza pública. El año que terminó dejo muchos momentos a resaltar. Entre algunas despedidas —como el lamentable casi adiós de ICA, hubo supuestos triunfos que varios hombres celebraron. Uno de ellos fue la aprobación del primer amparo para consumir mariguana recreativamente. Varios asumieron que se había ganado una garantía más. Sin embargo, oh, sin embargo diría el gran Machado, quizá sería útil que también opinaran sus detractores, principalmente porque su experiencia con la yerba puede brindar otra perspectiva para un buen juicio.
Mondadientes. Agradezco mucho el haber compartido cada sábado con Námaste y, como bien adelantó, él retomará escribir cada semana. Por mi parte, estará mi publicación cada jueves quincenal, es decir, cada dos semanas. Fue divertido hacer relajo con los juguetes, ahora me toca guardarlos en el baúl para que pueda divertirse su dueño.
Señor Carmesí