Mentiras progresistas

Mentiras progresistas

En esto del progreso no hay elección. O se es progresista o se es reaccionario del progreso, pero aún de este modo se necesita del progreso para vivir, para ser. La libertad no es algo que se busque, es algo que se ejerce. Vivimos libres y con miras a la eternidad, porque el mantra de nuestra época es ‘si lo puedo desear, lo puedo obtener’. Lo que más desea el hombre es ser un dios con todas las potestades y sin ningún dolor. Se quiere estar pleno, no ser un hombre pleno, sino algo que nunca deje de desear, pero sin sufrimiento. Y resulta que el deseo sólo lastima cuando sé que no lo puedo obtener, o cuando sé que lo que deseo sólo me traerá más dolor del que me causa deseándolo, incluso antes de obtenerlo. Así que se hacen necesarias dos etapas, -aún no sé si una detrás de la otra o juntas-, o quizá un movimiento doble: tener certeza en todo e inventar, para cada momento, mi deseo del bien, no inventar el bien, porque inventar el bien aún al progresista lo deja vacío. Para esto último necesito decirme ‘Tú deseas eso, y lo puedes obtener’. Mentira progresista, pues busca instigar la libertad, no el pensamiento. En todo esto, siempre, se busca el cómo, no el qué.

La libertad, así, toma bríos. Camina expandiéndose hasta donde la razón la lleva, pero la razón sólo ve lo que ella puede ver, -que ya es bastante-, y ese es el otro problema, que la libertad llevada de la mano por la razón en el quehacer tecno-científico ve límites. Y lo que desea es no ver. No quedarse ciega, sino ver la disolución de los linderos que la naturaleza le impone. Superar tales límites. Por eso el progresista no puede inventarse el bien, sino, ¿qué supera? Más bien puede, y de hecho debe, reducirlo. Si el fin del hombre era ser feliz o bienaventurado, ya no más, su fin, ahora,  es no sufrir. Desear y obtener un placer infinito no parece en nada desdeñable, porque sólo así sé que soy libre.

Pero así, el hombre se ve vulnerable frente al hombre. Se busca el placer infinito y como no importa para qué, como la justificación más realista es ‘porque sí’, no hay que ir más profundo. Sólo hay que saber cómo ser más astutos que los demás para obtener más placer. ¿Qué si se vive con miedo? No, se vive gustoso buscando cómo engañar al otro, cómo engañarme, cómo saber si no me están engañando. Así vivimos paranoicos, pero gustosos. Hace mucho tiempo que ya no buscamos la verdad en y con los otros. No, ahora buscamos la mentira.

Javel