Muero porque el frío de tu ausencia se torna mortal, el silencio de la roca se impone en mi alma y la oscuridad del pecado se traga la luz que eres tú; y sin poder tragarte, más bien te oculta a mis ojos y ese ocultamiento duele por tu ausencia, pues siendolo todo por nada te perdí.
Me siento como bolso con treinta monedas, cada una un delito, cada una algo cuenta, cada una el peso con el que carga mi conciencia. Yo he elegido perderte y eso duele aún más, me alejé de ti a sabiendas de que solo me quedaba, sólo viendo en cada moneda el reflejo de un orgulloso rostro, ese rostro mío que sólo sabe llorar.
Hasta ahora que noto tu ausencia, me duele la marca del pecado cometido, veo lo falso dentro de los fálsos ídolos y ruego me perdones como el buen padre que siempre has sido conmigo, y es que peor que el mal es la ausencia tuya en la que hasta ahora por terco me he mantenido.
Sin ti vivo sin sentido, y muero a cada instante peridido en el olvido, pues contigo ausente ni siquiera estoy conmigo. Muero por ausencia, por trsiteza y por olvido, y sólo al ver tus brazos siempre abiertos Jesús mío regreso a la vida para la que me creaste, y en la que tú estás siempre conmigo.
Maigo.