Un hallazgo secreto

Mas no te importe si rueda

y pasa de mano en mano:

del oro se hace moneda.

Olvidarlo siempre ha sido un temor para mí. Conforme pasan los años no me gustaría que suceso tan curioso se perdiera. Quizá, por este afán de retenerlo, nunca pueda olvidarlo. O tal vez sea cierto lo que me dijo mi abuelo cuando le compartí mi hallazgo: «no es coincidencia que te haya ocurrido, sólo alguien como tú pudo haberlo encontrado». Era un día de primavera, uno de los primeros después del veintiuno. El calor ya se hacía presente, pero afortunadamente parecía no encontrarse colérico. El clima y viento refrescante hacían que fuera perfecto emprender una caminata. Justamente la mudanza de mi abuelo al campo se había debido a su hartazgo de la ciudad. Según él, la Ciudad de México se había degenerado al ser tomada por los fantasmas. No soportaba su atiborramiento paulatino de edificios y automóviles (aunque extrañamente llegó a componer coplas acerca de éstos), por ello, después de cincuenta años de haber residido ahí, decidió cambiar de aires. Siempre responde así cuando uno se lo pregunta. Con su jubilación y ahorros decidió levantar una casa con una pequeña caballeriza, tenía una fascinación por los equinos. De regreso en mi caminata, quise terminarla ahí. Entré por la puerta rechinante y sólo ese sonido se despidió. Los animales respondían a la naturaleza y se encontraban sosegados como su mismo alrededor. Mientras caminaba dentro presté atención a un muro y me fije que se encontraba la siguiente inscripción:

«En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…», ¿por qué el Príncipe de los Ingenios no quiso recordarlo? ¿Será que es consciente de su amnesia y por vergüenza no quiso confesarlo? ¿O intencionadamente quiso guardarlo bajo el velo? Quizá tenga que ver con lo mencionado por él mismo en el prólogo. Al no asumirse como su padre —sino su padrastro— sabe que su paternidad es parcial. Es decir, la engendración del Quijote fue por adopción, su autor no le brindó un soplo divino (como muchos artistas pseudoquijotes en su arrogancia quieren afirmar). Entonces el origen del Caballero de la Triste Figura es incierto, casi como leyenda, tan reservado que ni su apellido sabemos con exactitud. ¿Esto será que debamos cerrar el libro por el misterio que representa? ¿O podrá enseñarnos algo aunque su autoría sea incierta, como los refranes que tanto encantaban a Cervantes?

¡Aún no me abandona! Intrigado le pregunté a mi abuelo si había sido él y me respondió que no (de hecho se preocupó por algún chistosito que fue a rayar su querida caballeriza). Me pareció extraño que no estuviera firmado por alguien. Quizá era apocado y se reconocía una basura para su preciada perla. Eso sería muy simple. Indagando pensé que tampoco yo me arrogaría algo ajeno. ¿Tendría una mala memoria por no recordar quién? ¡Pobre hombre! También puede que no lo recuerde porque nunca lo supo.

La inscripción bien señala que algunos orígenes no son claros. Así como no sabemos de dónde es originario el Quijote, desconocemos la procedencia de varios refranes. Por lo mismo les llamamos dichos populares. La misma población acoge a éstos no sólo por ser ingeniosos, sino a veces por resumir verdades en tan pocas palabras. Las malas compañías podrá habituarte a malas acciones: quien se junta con lobos, a aullar se enseña. No importa si un sabio o alguien de renombre haya dictado el refrán, permanece en las posteridad por la facilidad y certeza en explicar lo que vivimos. Quizá los verdaderos sabios son quienes reconocen la sabiduría en tan pequeñas frases.

Del mismo carácter encontramos muchas historias o leyendas que van perdurando en las comunidades. Buscando a mi anónimo fui preguntando por todo el pueblo y me enteré de muchas narraciones. Entre cotilleos donde supe cómo eran algunos habitantes hasta leyendas que escondían los peores temores, me fui enterando quiénes vivían ahí: sus costumbres, preocupaciones, anhelos y lo que consideraban valioso. Pronto me vino la idea de que ellos no fabricaban esto, en realidad el modo en que pasaban sus días conformaba todo lo relatado. Sus tradiciones relucían en cada historia. Me fije que unos pocos lo contaban con mayor excitación que otros, incluso metían su propia cuchara e inspirados cambiaban el final de las historias. Sin saberlo, pude conocer algunos corazones trovadores y cuentistas.

Fatigado por andar preguntando, mi abuelo se acercó y vio mi rostro exhausto. Me preguntó si me encontraba triste por no haber conseguido lo que deseaba. Asentí la cabeza, con una mirada que encerraba decepción. En ocasiones hasta recibí malos tratos e insultos y sin tener un triunfo palpable. Tratando de animarme, mi abuelo me compartió algo que había escuchado. Dijo que el camino se hace al andar. «Seguramente tu hombre anónimo quiso compartirte su mejor hallazgo ocultándose».

Moscas. Esta semana en El Universal publicaron un caso donde, con auxilio del crimen organizado, pudieron hacer un despojo injusto. Y sí, la misma ciudad disputada por un sinfín de grupos criminales. Una historia donde se entretejen manchas nacionales: corrupción, violencia  e ilegalidad.

II. Hablando de Guerrero, también llamó la atención el bloqueo de la Autopista del Sol organizado, aparentemente, por los transportistas en protesta. Pedían dialogar con el gobernador y avanzar en que se cumplieran sus peticiones. No obstante quien porta el título de gobernador, Héctor Astudillo, afirmó suspicazmente que detrás estaba la destrucción de los campos de amapola y mariguana. Contribuyendo a esto vino los diferentes rifles y paquetes de droga encontrados a los detenidos y su incertidumbre en su consignación. Todavía más complicada fue la respuesta: la retención de 12 integrantes de la Policía Federal por los pobladores, quienes posteriormente fueron liberados (Reforma, 8,160). Y el líder de los transportistas y pueblos de la Sierra, Servando Salgado, quién sabe dónde está. Tanta extrañeza para un estado donde sólo hay paranoia cibernética.

III. Dando un vuelco, nos enteramos que los famosos Porkys puede que no sean los victimarios, sino los acosados y extorsionados.

IV. Recurrente en este blog, otra muestra de acoso y censura a periodistas.

Y la última… Tanta conmemoración del aniversario luctuoso de Cervantes y Guillermo Sheridan no podía quedarse atrás.

Nota: Paciente lector, se habrá dado cuenta que las secciones han cambiado. Así será a partir de hoy, junto con otro cambio sutil: de Señor Carmesí pasaré a Carmín. Mejores tiempos, mejores nombres. Gracias.