Panorama del honor
Quienes creen que la política no ha fracasado consideran al honor como un valor relativo a la comunidad y que al estado del honor se le juzga por el rol que juega en la conformación del todo social. Quienes creen que no es la política la que ha fracasado, sino el Estado moderno, consideran al honor como una cualidad permanente en la naturaleza humana y apelan a esa misma naturaleza para declarar su confianza en el futuro de la política. Quienes consideramos, en cambio, que la política ha fracasado disentimos en torno a la especificidad del carácter natural del honor y nos distanciamos a partir de la comprensión de la historicidad del mismo. De un lado se encuentran quienes consideran que el honor es natural al hombre, pero su precario estado actual se funda en un cambio en la naturaleza humana. Por otra parte se encuentra quien considera que el honor llama naturalmente al hombre, pero que su disposición al llamado cambia históricamente y que es ahora, en el momento crítico en que la política ha fracasado, cuando más indispuesto al llamado se encuentra el hombre. En otro lado se encuentra quien cree que el honor sólo es natural en un sentido analógico, pues es de segunda naturaleza, y que la variación en torno a su estado es consecuencia de los hábitos, y que una variación mayor, una variación histórica, modifica la disposición habitual, pero no la naturaleza. Por último estamos quienes creemos que la naturalidad segunda del honor no sólo se modifica por hábitos, sino por la conjunción de hábitos y conocimientos, por lo que el fracaso de la política conduce necesariamente a evaluar nuestro conocimiento de lo político desde la búsqueda de la verdad que da luz sobre lo político. Lo cual quiere decir que para comprender el fracaso de la política se requiere identificar lo mismo las falsificaciones intelectuales de lo político, que las imposturas morales de lo práctico; es decir, se requiere saber qué tan alejados creemos estar de la verdad que da luz sobre lo político. En el caso específico del honor se requiere identificar las falsificaciones de lo honorable. ¿Qué es lo honorable?
Námaste Heptákis
Los desaparecidos. Han pasado 19 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. En la semana volvió la polémica en torno al caso. Según publicó la agencia noticiosa AP, estaría comprobado que algunos detenidos por su probable responsabilidad en torno al caso fueron torturados a fin de obtener una declaración que permitiese armar una explicación de los hechos de la noche del 26 de septiembre. Nuevamente fue profusa la celebración de la caída de la «verdad histórica». Nuevamente fue discreta la corrección de la información, pues lo publicado por AP no considera que hasta después de un año de la detención se practicó a los detenidos el protocolo de Estambul, por lo que la información filtrada a la agencia noticiosa es inexacta. Por tanto: no está comprobado que las declaraciones se hayan obtenido por tortura. Y aunque es importante investigar que no haya sido así, la duda ya se sembró insidiosa.
Por otra parte, ya son cinco casos de desaparición forzada en Veracruz. 1. Los desaparecidos de Tierra Blanca (José Benítez de la O, Mario Arturo Orozco Sánchez, Alejandro González Díaz y Susana Tapia Garibo, desaparecidos por policías municipales en Tierra Blanca el pasado 11 de enero). 2. Claudia Ivonne Vera García del colectivo «¿Y quién habla por mí?» fue desaparecida por policías estatales en el municipio de Veracruz el pasado 23 de marzo. 3. Los desaparecidos de Papantla (Alberto Uriel Pérez Cruz y Luis Humberto Morales Santiago, desaparecidos por policías municipales en Papantla el pasado 19 de marzo). 4. Jesús Alan Ticante fue desaparecido por policías municipales en Papantla el pasado 19 de marzo. 5. Diego Arnulfo Bazán Vargas fue desaparecido por policías estatales en Veracruz el pasado 7 de abril. No hay novedades sobre ninguno de los cinco casos.
Según las estimaciones de algunas organizaciones de búsqueda de desaparecidos, en los últimos diez años han desaparecido aproximadamente trescientas mil personas. Los desaparecidos no deben ser olvidados.
Escenas del terruño. 1. Quizá la labor del periodismo es hacer público lo público, y para ello debe investigar lo mismo las certezas populares que indagar en las desconfianzas populosas. Eso ha hecho Héctor de Mauleón quien, gracias a tomarse el trabajo de revisar, cotejar y reportear, nos aclara que la liberación de uno de los presuntos implicados en el secuestro y asesinato de Silvia Vargas Escalera no fue un tecnicismo. Vaya que nos hacía falta esta información. 2. Y si de la labor periodística se habla, resaltan las reflexiones que se han presentado en el diario Milenio. Alfredo C. Villeda reflexiona en torno a la labor del editor de periódicos y del problema que significan las páginas que «editan» información sin hacer verdadero trabajo editorial. En tanto que Ariel González Giménez reflexiona en torno al periodismo de las redes sociales. 3. El ensayo de indispensable lectura recientemente publicado por Enrique Krauze, «Desaliento de México«, ha removido los sentimientos de una parte del espectro político. Sintiéndose aludido por una parte del ensayo, Andrés Manuel López Obrador acusó a Enrique Krauze de ser parte de las personas que validaron el supuesto fraude de 2006, acusación con la que pretende descalificar el análisis del historiador. Krauze respondió certero: «Yo he criticado al sistema corrupto desde 1982, cuando él (AMLO) militaba en el PRI». 4. En octubre de 2014 señalaba aquí que es indispensable aclarar la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, pero que también es necesario asumir políticamente la responsabilidad en la muerte de Gonzalo Rivas. Ayer, en Milenio, Luis González de Alba hizo pública la propuesta de otorgar de manera póstuma la medalla Belisario Domínguez a Gonzalo Rivas. Es una propuesta justa.
Coletilla. “De la envidia es propio no añadir lo que falta, sino apoderarse de algo de lo que está completo y destruirlo en su totalidad”. Juan Crisóstomo