Controversial y hasta belicoso resulta cuando se habla acerca de la homosexualidad. Regularmente, en cuanto el asunto dirige la conversación, con facilidad pueden encenderse los ánimos o prejuicios que intervienen y peligran la conversación misma. Lo delicado y espinoso del asunto hace que la mínima ofensa amenace con el término del encuentro o, incluso, sepultar la cuestión para nunca hacerla volver. Entre defensores pro homosexuales y reaccionarios se quiebra la comunicación y aparece una fisura irreparable. De ahí que, a menudo, sus confrontaciones alcancen cierta tensión.
Como mencionan los defensores, frente al dogmatismo no se puede hacer mucho y el máximo alcance justificado es alzar la voz. Enfrentarse al túnel estrecho es chocar con pared. No se puede abrir los oídos cerrados y resta, entonces, señalar su error terrible. Queda tratar de ofrecer argumentos y hacerse medios para conseguir un estatus en la sociedad actual. La indignación por la censura de la diversidad se vuelve el hilo conductor de muchos grupos pro homosexuales. Cada uno manifiesta su indignación y reclamo por su falta de inclusión.
Existen, por ejemplo, las defensas más agudas y elaboradas donde pretenden tomar el foro público exigiendo el reconocimiento de su diferencia. En la vía política los líderes y agentes de la facción pelean por sus garantías en la ciudad. El Estado acredita su pluralidad y castigar con el peso de la ley a quien no acate la norma. Tolerar se vuelve la llave maestra para el Paraíso de la buena convivencia. Sin embargo, a pesar de promulgaciones y una formación estipulada en la tolerancia, las atrocidades en contra de los homosexuales no se detienen. Las riendas de la ley no someten lo suficiente a los caballos vigorosos.
En ocasiones la indignación llega a ser tanta que se tropieza con ella. Aunque a veces sirva para poder tomar palabra en el podio, en otras veces enarbola solamente la causa. Ello conduce a acciones que en vez de reparar las diferencias, agravan la factura. Lo oscuro de la marcha multicolor es que celebran su distanciamiento de la sociedad. Al final del carnaval descubrimos que abrazaron su desintegración, oponiéndose al propósito de su lucha. O distinguir los crímenes de odio entre los comunes lejos de aclarar la situación, la enturbia. Bajo la distinción de odio pretende explicarse todo y ganar certeza, cuando en realidad no se explica nada y se vuelve un dato vacío y general. Así como temblamos cuando el fallecido se vuelve una cifra, perdiendo su rostro y presente fatal, el crimen de odio sirve para las estadísticas y oculta la atrocidad del hecho. De ahí que, por ejemplo, estemos confundidos afirmando que un insulto es un asesinato en pequeño. Una gota de sangre que caerá derramando los caudales rojizos. La respuesta engañosa evade confrontar la malignidad del crimen, pero sirve bastante para reponerse y mostrar la necesidad de la lucha. Indignarse desde la corrección política sirve para tener conversaciones matutinas o hacer carrera.
Mientras aspiramos a que haya legitimidad por los homosexuales, las discordias ocurren y crecen a niveles inesperados. ¿Y si la lucha fue equivocada? Quizá buena parte de la culpa está en la cerrazón de los supuestos reaccionarios y revolucionarios. Discusiones fútiles y perseguir intereses colectivos no sólo ha sido imprudente, sino hasta homofóbico. No existe peor aversión que utilizar a los raritos por una causa política. En vez de elevarnos por medio de nuestras discusiones y vislumbrar la confusión en torno al erotismo contemporáneo, preferimos resguardarnos en la tolerancia hipócrita. Abrazamos la diversidad para estar en pie de guerra.
Moscas. En plena resaca electoral, muchos afirman que nuestra casa empieza a acomodarse para 2018. Prueba de ello está en los destapes de los todavía gobernadores, por ejemplo, Rafael Moreno Valle (¡vaya sorpresa! ¿Y Acatzingo y Coxcatlán, futuro candidato?) o Eruviel Ávila, quien resulta plausible por su gestión manteniendo al Estado de México en los conteos de seguridad nacional. Una de las sorpresas de las elecciones fue la supuesta alternancia en Veracruz: la serpiente mudó de piel y el triunfo fue concedido a Miguel Ángel Yunes Linares. Curiosamente, frente a las sospechas del triunfador, Javier Duarte anunció y promulgó su iniciativa para lograr el desafuero de gobernador y alcalde, además de fortalecer la imparcialidad en la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción. La pregunta del millón: ¿por qué ahora y no antes? ¿El que ríe al último ríe mejor?
II. El pasado Domingo en el periódico Reforma, Luis Rubio escribió acerca de las iniciativas especializadas en el combate a la corrupción. Una opinión un tanto contraria pero interesante para estos días de discusión en torno a la corrupción.