Buscando razones

¿Cuántos no nos hemos molestado porque alguien descargue sus enojos pretéritos en nosotros?; ¿cuántos hemos intentado entender la procedencia de la confusa pasión? Resulta sumamente fácil molestarse y tachar de irracional a quien nos trata con agrio desplante; difícil es percatarse de que nosotros estamos molestándonos irracionalmente. Fácil también ha sido decir que nunca se podrá conocer el núcleo, la causa, la razón de una pasión; tan fácil como enojarse por el pésimo transporte público de una ciudad populosa ha sido aceptar que la pasión tiene una procedencia incontrolable. Vemos a un hombre enamorado y le cancelamos toda posibilidad de pensamiento. Pero los enamorados piensan, pueden entender su estado y pueden agradecer a la vida a partir de ellos mismos. Un gruñón puede descubrir qué situaciones motivan constantemente su enojo. Se sabe que iniciar un pleito causará una molestia palpitante, duradera, peor que la temporada de lluvias. Sabemos que hay planes que conducirán a situaciones desastrosas: vemos el cielo nublado y dudamos si conviene o no navegar. El hombre tiene la capacidad de dudar cuando sabe que uno de sus proyectos se romperá o que una de sus acciones no será buena. El hombre también puede vislumbrar por qué está planeando o proyectando algo en específico. El hombre puede darse cuenta por qué quiere algo y por qué le repele otra cosa. ¿Puede equivocarse cuando se da razones sobre sus pasiones? Es decir, ¿puede estarse diciendo que su enojo se debe a una causa totalmente ajena y sin relación a su estado actual? Me parece que eso es lo más fácil y más común. Semejantemente decimos que nuestros miedos se originan en recuerdos falsos, pisoteados por la edición de nuestra mala memoria. ¿Es un error humano o una acción voluntaria el recordar mal o el presentar causas falsas ante el jurado de nuestra consciencia?, ¿nos sentimos mejor con las razones parciales?, ¿la ropa prestada nos sienta mejor que la adquirida por nosotros mismos?  Cotidiano y corriente es engañar a nuestro ineludible juez; algunos se jactan de haberle ganado y ríen sin gracia. No vemos lo que somos, sino lo que creemos que queremos ser. Es de lo más fácil dar razones cómodas y falsas para un asunto tan complicado e intrincado como nuestras pasiones.

Yaddir