Egoismo

No es tu amor propio el que me ahuyenta, es el mío el que se alimenta con tus actos.

 

Maigo.

 

Adendum: La muerte de Juan Gabriel ha servido para que se haga una clara muestra de la intolerancia que nos rodea, algunos, sus seguidores no soportan las críticas ácidas de quienes son sus detractores. Mientras que los otros montados en discurso que también defiende la tolerancia aprovechan para mostrar cuan intolerantes son con aquellos que no comparten sus afecciones. Al final, seguidores y detractores acaban quejandose de lo mismo que culpan a los demás.

 

 

Un maestro en el camino

“Bien podrán los encantadores quitarme la ventura,

pero el esfuerzo y el ánimo será imposible”

Don Quijote aleccionando a Sancho

El más famoso caballero de todos los tiempos, el siempre enamorado como loco, el orgullo de la Mancha nunca justamente alabado, el nunca olvidado Don Quijote es, ante cualquier calificativo, un maestro. Y no se trata de cualquier profesor que está entre los alumnos y la pizarra. Se trata de un Maestro como pocos o casi ninguno, pues no sólo enseña con su valiente ejemplo, también enseña mediante sus errores. Dos ejemplos bastarán para mostrar lo que nos quiere decir con sus yerros. Pareciera que al equivocarse cuando quiere impartir justicia entre Juan Haldudo y Andrés o entre la Guardia Real y los galeotes nos dijera: “Nunca confíen de una fementida canalla como Juan Haldudo” y “mirad que entre los encadenados hay quienes no merecen pena tal sino la libertad”. Por eso se equivoca, para enseñarnos, no por falta de seso, de fuerza o de valor. Sus alumnos nos maravillamos, miramos y aprendemos.

Entre sus alumnos podemos encontrar distintas clases: los pobres cuerdos que nunca confiarán de un loco; los valientes que admiran su descomunal fuerza y enorme pecho; los locos que van tras un ideal aunque cuenten con precarios medios; pero los que más destacan entre todos son quienes persiguen su estela con ánimo infatigable, los que viven y se desvelan por lo justo y honorable. Esos, sin menospreciar a nadie más, son quienes buscan aprender mejor de las enseñanzas y no sólo quieren el 10 del Maestro. Sean quienes sean sus aprendices, a todos nos cae bien, y esa es una verdad universalmente aceptada, pues siempre es agradable y se busca la compañía de un hombre justo.

Su enseñanza nos ha quedado legada en un libro que un hechicero o un brillante erudito armó. En la consignación más fiel de hechos históricos que jamás se hizo, por eso muchos creen que su elaboración estuvo a cargo de un hechicero, pues él pudo ser el único capaz de no fallar a la verdad, parece que el azar rigiera el camino de nuestro noble caballero. Pero su camino es guiado por un claro propósito, un preciso objetivo, o para decirlo con mayor claridad, por una clara aspiración. Según el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Joan Corominas, el verbo aspirar tiene, entre sus diversos usos, dos significados semejantes y predominantes: echar el aliento hacia algo y pretender, poner la mira en algo. Es más o menos notorio que Quijote ha puesto la mira en deshacer agravios, enderezar tuertos, enmendar sinrazones, eliminar abusos y satisfacer deudas. Es decir, pretende fungir como juez, como un apoyo, para quienes no tienen la claridad necesaria para solucionar sus conflictos o quienes son víctimas de los más injustos canallas.

El lector de sus fazañas debe aprender que los planes no siempre tienen una felice terminación, incluso que es más probable un mísero final. Pero que siempre es preferible enfrentarse a los tremendos gigantes que impedirán el avance de los caminos, que siempre será mejor mantener el ánimo inquebrantable, con una aspiración más o menos clara, en vez inventarnos obstáculos o ahogarnos en nuestro propio ánimo. Es preferible tener la guía clara del camino, aunque éste siempre guarde alguna que otra casi inesperada sorpresa, que ser conducido tranquilamente en una jaula.

Yaddir

Ornitofobia

Con la piel cubierta por entero de material impermeable, las aletas ajustadas, y los ojos escudados por una película gruesa, el buzo saltó al mar. Normalmente no tenía que hacerlo ayudado de nada más que la confianza. Sabía que la compañía lo esperaba en la barcaza que dejaba allá afuera; o si acaso, se sumergía con respaldo de uno o dos colegas que cargaban equipo útil como lámparas o cámaras extra. Pero para esta clase de sumersiones muy profundas, no tan normales, era parte del protocolo ayudarse de un cable retráctil con el que los marinos atentos pudieran velozmente robárselo al agua para devolverlo allá afuera, si era necesario hacerlo. De este modo podía ser a la vez cartógrafo celebrado y solitario ermitaño. Así lo prefería, a decir verdad: con un poco de egoísmo satisfecho tenía la sensación de que el espectáculo era sólo para él. Los sonidos del fondo del mar son otros y también los colores. Nada brilla allí como afuera. La lentitud del suspenso tiene su contraste con el flujo de los peces que apenas se asemeja a las aves que cruzan el cielo. En el reino de Poseidón, el resto de los dioses tiene rostros diferentes.

El buzo no pensaba en eso nunca porque estaba perfectamente habituado a la sensación silenciosa del fondo. Tratar de cubrirse con todas las capas del mar era para él tan natural como es para un pato pasearse por el campo donde hubo horas antes un banquete. Por eso fue tan inesperado para él sentir un golpe pesado en la esquina de su visor. De haber podido, habría soltado un pequeño quejido. En vez de eso, tomó con una mano al responsable de su sobresalto: era el extremo cortado del cable que, metros arriba, había conectado alguna vez con la ruidosa maquinaria giratoria de su equipo. No fue sino hasta este momento que se cuestionó si no habría bajado demasiado para ser un lugar antes inexplorado. No se destempló su ánimo. No al instante, por lo menos, pero al buscar la sombra del bajel tornando la mirada hacia arriba, bajo el Sol, no se encontró más que un añil casi del negro de la noche sin estrellas, uniforme e inmóvil, como una cúpula. Nada del exterior se veía. La luz apenas sugería en los contornos de las algas y las rocas que había algo más con él. Los brillos circulares de los ojos que lo rodeaban no llamaron aún su atención. Desconcertado, volteó la cabeza con fuerza varias veces, atendiendo al sonido acuoso del movimiento; pero no hubo tal. De su respirador no salían burbujas, de sus esfuerzos por aletear no ganaba altura. Fue entonces que miró los otros ojos. Los peces lo veían desde muy alto, algunos nadando, otros quietos en su sitio como si se hubieran posado sobre invisibles descansos. Una bandada de ellos se arrojó ágilmente hacia él como si quisiera arrollarlo y a un pelo de lograrlo, viró de nuevo hacia lo alto. El buzo soltó un alarido mudo dentro de su pecho e intentó manotear. Todos los peces, con un lado de la cara, lo observaban a él y no al resto del océano, pero sus expresiones eran indiferentes. No pasó mucho tiempo antes de que se diera cuenta de que sin importar qué hiciera, sus testigos se alejaban de él yendo cada vez más velozmente hacia arriba; pero más bien, era él quien bajaba. Y bajaba. Cuando sintió que la boca del estómago se le encogía y que las puntas de los dedos se adormilaban, ya era muy tarde para asirse de algo y detener su caída.

El Panal (cuarta parte)

Allá afuera, en mi pueblo, se tiene la mala costumbre de hablar sobre comida. Nunca viajé, cuando tuve la oportunidad preferí no hacerlo. No vi, desafortunadamente, gran provecho en conocer nuevos lugares, a cambio de correr el riesgo de quedarme a merced de la naturaleza o de los bandidos que asaltan las carreteras. Por lo tanto, no puedo asegurarlo por experiencia propia, pero sospecho que es un hábito que tienen todos los habitantes de cualquier pueblo del mundo. Bastaba con salir al pozo para acarrear agua, se podía escuchar a más de una mujer platicando con fervor acerca de la cena que preparó la noche anterior a sus hijos. — Un pollo adobado con papas cocidas al horno. Las hice en el horno de piedra, no en el de microondas, así se resecan menos y adquieren un sabor más hogareño, más nuestro. Se dicen recetas como se dicen los buenos días o buenas tardes según sea el caso, y se le escucha a más de una expresar abiertamente su anhelo por comer cuanto antes. Conocí a un sacerdote colombiano, cuando hablaba fuera del templo, no hacía más que frotarse la barriga y lamerse los labios diciendo “mmmh” yo siempre lo encontré de mal gusto, ya que cuando no gemía de esa manera tan desagradable, siempre estaba haciendo comentarios sobre comida. –Nos caería bien unos taquitos en estos momentos. Una birria me ensalsaría el ánimo. Hablaba sobre comida aún mientras comía, siempre pensé que él era, sin darse cuenta, la encarnación de la gula. Me pregunto si mantendría ese deseo de comer si estuviera también habitando en el Panal.

Cuando me estaban buscando para traerme aquí, tuve la oportunidad de escapar del pueblo. Un contacto, un primo del hijo de don Ricardo, el que vende perejil, me cobraba una jugosa cantidad de dinero por esconderme en su cargamento de abono. — Te metemos en un huacal, te vas bien apachurrado y te aventamos el abono encima para que no te vean. Vas a ir bien apretado e incómodo, pero solo será por un par de horas, luego, cuando llegues a Santa Anita, te podrás dar un baño y olvidarte de este malentendido. La idea, no me pareció agradable en lo más mínimo, y pensar que el cargamento (al igual que en muchas ocasiones pasadas) podía ser asaltado al pasar por el camino a San Toribio, me ponía la piel de gallina. Sabrá Dios a dónde iría a parar si se robaban el coche donde yo me escondería. La idea de habitar una nación desconocida, me era casi tan repugnante como aquél sacerdote colombiano, y pensar en vivir exiliado me era más grave que la muerte. Ya no importa a estas alturas, conocí mi pueblo de cabo a rabo y pienso muy seguido que tuve muy buena oportunidad de no haber sido atrapado jamás, si tan solo hubiera sido más cuidadoso, no estaría aquí.

La amistad, el extremo y el medio

La amistad, el extremo y el medio

 

El diálogo platónico sobre la amistad, Lisis, comienza con el término eporeuomen, que en primera instancia se usa para nombrar el recorrido de un camino hasta sus límites, o la marcha de expedición hacia las fronteras. Quien camina al inicio del Lisis es Sócrates, y camina por afuera de la muralla de Atenas. Parece que no se puede pensar sobre la amistad dentro de la polis, pero tampoco fuera de ella: a la amistad se la piensa bien cuando se la piensa en el límite de lo político. Dentro de la polis, nada hay que pensar de la amistad pues se explica fácilmente por la costumbre y se sabe que su fundamento es totalmente cultural. Fuera de la polis, nada hay que pensar de la amistad pues se explica fácilmente por la simpatía natural y se sabe que su fundamento es la atracción entre los hombres. Pero las facilidades en ambas explicaciones falsean la experiencia de la amistad: algunas amistades nos sorprenden porque los amigos son inusitados; algunas amistades nos disgustan porque los amigos son extralimitados. Ni cultura ni natura son suficientes para pensar bien la amistad. Por ello Sócrates debe caminar hasta los límites.

Seguro que para el lector culto del diálogo, la primera palabra recuerda inmediatamente a Homero: amigos son dos que marchan juntos. Seguro Platón lo sabía y quería que su lector culto lo tuviera presente. Sin embargo, Sócrates marcha solo. De los cinco personajes del diálogo, sólo Sócrates marcha solo. El diálogo nos presenta dos pares de amigos que marchan juntos, pero a un filósofo que marcha solo. ¿Por qué? Fácil es decir que el filósofo no tiene amigos, así como fácil también sería afirmar que el filósofo es amigo de todos; mucho más fácil es notar la falsedad de ambas afirmaciones. Un poco más complicado es afirmar que el amigo de Sócrates es el lector. Y todavía es más difícil decir que el amigo de Sócrates es amiga y se llama Sabiduría. En el fondo la última posición supone un hegelianismo y una respuesta precipitada a la trabajosa pregunta sobre la amistad. Notemos que la definición homérica de la amistad es efectiva en la guerra, donde lo mejor es que el compañero además sea amigo; pero también debemos notar que Sócrates caminando por los extremos es la muestra más evidente de la limitación de la definición homérica para los tiempos de paz. ¿Necesitamos amistades en la paz o la paz es producto de las amistades?

El término inicial del diálogo platónico sobre la amistad también puede significar, en dialecto jónico, “ser un éforo”. Los éforos eran un consejo que equilibraba el poder de la diarquía en la antigua Esparta. El consejo de éforos constaba de cinco integrantes, como los personajes del diálogo. ¿En medio de qué diarquía Sócrates se presenta como éforo? Sócrates caminaba de la Academia derecho al Liceo. ¿La diarquía de las escuelas? ¿Idealismo contra realismo? Evidentemente, no se puede pensar la amistad hasta que no se limite el poder de las escuelas.

 

Námaste Heptákis

 

Para no olvidar. 1. Ayer se cumplieron 23 meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. A un mes del segundo año hay distanciamiento entre los padres de los desaparecidos y los funcionarios federales. 2. El pasado jueves 25, el subprocurador de derechos humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa, se reunió con familiares de los desaparecidos de Veracruz; no ofreció novedades sobre los casos. Recordemos que son cinco casos de desaparición forzada en Veracruz. Primero, los desaparecidos de Tierra Blanca (José Benítez de la O, Mario Arturo Orozco Sánchez, Alfredo González Díaz y Susana Tapia Garibo, desaparecidos por policías municipales en Tierra Blanca el pasado 11 de enero). En segundo lugar, Claudia Ivonne Vera García del colectivo «¿Y quién habla por mí?» desaparecida por policías estatales en el municipio de Veracruz el pasado 23 de marzo. En tercer lugar, los desaparecidos de Papantla (Alberto Uriel Pérez Cruz y Luis Humberto Morales Santiago, desaparecidos por policías municipales en Papantla el pasado 19 de marzo).  En cuarto lugar, Jesús Alan Ticante fue desaparecido por policías municipales en Papantla el pasado 19 de marzo. Y por último, Diego Arnulfo Bazán Vargas desaparecido por policías estatales en Veracruz el pasado 7 de abril. 3. El pasado martes 23 de agosto se cumplieron seis años de la masacre de 72 migrantes en San Fernando. Las investigaciones sobre el caso no han avanzado y la funcionaria panista responsable del asunto ahora es una feliz diputada. 4. Hoy se cumplen cinco años de la masacre del Casino Royale, donde un comando armado ejecutó a 52 personas. En su momento Felipe Calderón prometió enérgico el castigo a los responsables…

 

Escenas del terruño. 1. «El Estado conspira contra su legitimidad», sentencia Jesús Silva-Herzog Márquez. 2. Héctor de Mauleón expone la actividad de un líder criminal en quien se conectan la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa y la ejecución extrajudicial en Tlatlaya. 3. Bernardo Barranco reflexiona sobre la situación actual de la diferencia entre los funcionarios federales y los jerarcas católicos. 4. Es una pésima noticia: amenazan de muerte a Álvaro Delgado de Proceso, Julio Hernández López de La Jornada y al poeta Javier Sicilia fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, colaborador de Proceso y La Jornada y conciencia moral del país. Ya se presentaron las denuncias ante la PGR. Ahora los funcionarios son responsables. Y eso es también una pésima noticia. 5. Guillermo Sheridan advierte que Morena ya prepara las protestas contra las elecciones de 2018. 6. La escritora Guadalupe Nettel reflexiona sobre el plagio en la tesis del señor Presidente Lic. Enrique Peña Nieto. Concluye: «resulta patético que para gozar de cierta gobernabilidad, en nuestro país los políticos tengan el derecho extraordinario de delinquir». 7. Todavía espero que me llegue la invitación al encuentro del señor Presidente con los jóvenes del país, encuentro que sustituirá el ritual del informe que se presentaba ante el Congreso y el besamanos que en Palacio escenificaban los amigos. Ya tengo listas mis preguntas. Por si la invitación no me llega, ¿alguien podría preguntarle al Lic. (sic) Peña, de mi parte, cuándo cumplirá su palabra y se reunirá con los padres de la guardería ABC?

Coletilla. El ensayo es un hecho literario, descubrió para todos don Alfonso Reyes. El ensayo de divagación es un hecho diario literario, un diario común y en comunión, nos enseña a ver Jorge F. Hernández.

Notas insomnes

Notas insomnes

De modesta simplicidad es el reconocer la presencia de lo misterioso en el sueño; me refiero al hecho completo del sueño: a la experiencia limitada de él y a su necesaria aparición, que se echa de menos con dolor en el insomnio, que se siente como una enfermedad. Distinto quizá a lo misterioso en la religión, pues no requiere de fe como tal para relacionarse con ello. Ese misterio que es asequible en mayor o menor medida al alma desde sus primeras experiencias de él. Eso que vincula los trabajos de la imaginación, los sentidos y el entendimiento en un escenario alterno que no deja de ser real, aunque sea en el sentido de lo imaginario.

He soñado cosas que derivan de una preocupación latente a la hora sacra en que se besan ambos párpados. Me he visto en fantasías infantiles, hechas realidad y sentidas como verdaderas con una extraña sensación de placer ante la verosimilitud. No hace falta ser cartesiano para admitirlo. ¿Será sólo el reposo de la agitación, la vuelta de las energías a un cuerpo que desfallece día con día? ¿Para qué soñar? El descanso es la muerte. El sueño es una actividad: eso es parte de su misterio. Existen siestas reparadoras de cinco minutos, felices y lisonjeras embusteras. Pero nunca he obtenido descanso del sueño. No tengo la experiencia del reposo dormitivo hasta que me he despertado y, aún allí, se siente como un consecuencia, no como un actualidad. No niego la natural relación entre el placer y el descanso en el sueño: he dicho que el insomnio se siente con dolor, una privación de algo que se requiere para vivir.

No es necesario aceptar el subconsciente para entender el sueño. Si no entiendo mal, el inconsciente sólo se vuelve razonable hasta que se requiere interpretar el contenido de los sueños. Tiende el puente entre la naturalidad y la sexualidad, entre las pasiones sepultadas como germen en los deseos y preocupaciones profundas. No dudo, por otro lado, que, de cierto modo, en él se manifiesten los deseos más extraños y heterodoxos de todo hombre. Don Quijote arremetía sonámbulo a un montón de cueros rellenos de vino, creyendo estar fustigando con la fuerza de su brazo a un gigante abusivo, razón de la pertinencia de su oficio. ¿Habrá una relación eterna entre lo erótico y lo onírico que esté al fondo de la interpretación psicoanalítica de ella?

La respuesta parece fácil. Pero eso sólo responde por una parte de la experiencia onírica. En él tienen influencia tanto lo erótico como lo adivinatorio. ¿Qué puede abarcar el reino de infinitas proyecciones? No basta la imaginación como respuesta. Porque también se requiere para el arte y la poesía en vela. No es manifestación llana de la inspiración. Para inspirarse se requiere de la vela. Puede que un poeta describa su sueño de manera épica o romántica, pero necesita estar despierto para llevarlo a la palabra. No hay poesía sin palabra. Soñar el infierno no es poético: lo poético está en saber manifestarlo con arte, para que pueda bien enseñar lo que el poeta ve. Lo decía Reyes en un brillante ensayo que ponía a Jacob como camino para dar una idea de la poesía.

La consciencia poco sirve para resolver la cuestión. Uno puede comer moscas como lagarto en un sueño y poderlo recordar gracias a que, aunque no estaba en vela, podía presenciar el deseo de saborearlas y buscarlas, incluso verse, para ello, en tercera persona. No hay una diferencia enorme, salvo por el hecho, por siempre señalado, de poder realizar ese tipo de fantasías, asequibles siempre en un sueño. El mundo que en él se presenta puede ser semejante al de la vida entre los despiertos porque recordamos nuestra vida ahí. Uno duerme con la incertidumbre de lo que terminará soñando, incertidumbre distinta frente a la costumbre de lo cotidiano en la vela. Sólo puedo decir que en él se ve que la fantasía no es lo mismo que la falsedad. Digo fantasía en tanto aparición, vaguedad que se experimenta en un mundo que no es ajeno, pero que, también misteriosamente, se distingue fácilmente de la experiencia de estar despierto. Es una medianía. Tal vez por eso se le puso el mote de ebrio.

Tacitus

Una simple anécdota

Mientras caminaba a la pequeña escuela donde laboro, me encontré con un amigo muy querido. Su nombre es Ambrosio y tenía semanas sin verlo. Me relató un suceso muy sabroso que a continuación contaré. Nos saludamos con mucho cariño y su sonrisa no pudo pasar desapercibida. Manifesté mi curiosidad por aquel gesto, actualmente pocas veces alguien llega a tenerlo. Y fue así que Ambrosio comenzó su historia:

«Sabes cómo les gusta presumir y jactarse a todos esos hijos de Clío. En su palacio desfilan con sus discursos y trabajos, subiéndose en el estrado para poder contemplar su brillantez. Todos se esmeran en presentar rutas nuevas para el mar del pasado, lidiando con sus tempestades y fuerzas, y así poder hallar descubrimientos dignos de Magallanes o Colón. Vislumbramos tierras que estaban ahí, pero que nadie había visto antes. Encontramos culturas, nuevas batallas o hazañas de los personajes del libro del mundo. Todo está escrito, no hay nada nuevo bajo el Sol. Entre nosotros estudiaba uno llamado Inganacio Vera. Cargaba una horrible fama de inventarse versiones, desapegarse de los hechos siempre certeros y andar por conjeturas. Burlonamente le llamaban el Doctor Mentira y todavía era más risible por escribir poemas en sus ratos libres. Hace días despertó la carcajada en un público muy dormido. Acabando una conferencia se levantó de su asiento para hacer una aclaración. Un tanto indignado replicó que su investigación flaqueaba al confiar mucho en una anécdota relatada en público.Señaló que la anécdota era verdadera y falsa, tal hombre sí y no era sincero con su público, aunque… El estallido de las risas no dejaron terminar al pobre diablo. ¡Carajo! El Doctor Mentira ahora viene a hablarnos lo que es cierto y falsoAhora el loco se ha vuelto juez de los hechos. Frustrado se salió del auditorio, habiendo pasado el ridículo. Algo como verdadero y falso: qué disparate. ¡Imagínate qué hombre tan presuntuoso para desconfiar de un testimonio oral! ¡Y dado en público! El Doctor Mentira quiso que todos alabáramos su espíritu irreverente y gran brillantez en pensamientos.»

Mi amigo Ambrosio se recuperaba de la risotada y yo lo miraba con cierta perplejidad. Quisiera relatarlo como lo hizo él, ya que uno disfrutaba escuchándolo. Sin embargo soy torpe, con una memoria muy deficiente y una imaginación árida, entonces estoy diciendo lo que me acuerdo del suceso. Puede que parezca austero y esencial, pero al menos alguno podrá notar el giro cómico para Ambrosio. Y no crean que estoy sesgando la narración por tener alguna intención velada. Siempre soy directo y sincero. En lo que sí hay claridad es el buen momento que pasé. Se hizo patente mi afición placentera por las narraciones, sean breves o extensas, simples anécdotas o novelas del tamaño de una guerra. Bien reza aquel dicho: Estamos hechos de Historia… ¿o historias? ¿Cómo era? Algo así.

Moscas. Esta semana el portal Sin Embargo publica un recuento que hace sentir que vivir en el Estado de México resulta una calamidad. Entre pobreza, inseguridad y endeudamiento, el panorama estatal resulta sombrío. Y eso que ni es Guerrero, Veracruz o Tamaulipas.

II.  Loret de Mola advierte que este sexenio podría terminar con más muertes que el anterior, el cual tildábamos de sangriento. Con sus palabras, la misma guerra contra el narco, menos resultados.

III. La Fundación Teletón pasa por momentos difíciles. En diversos medios —radiofónicos, televisivos e impresos— su presidente ha venido alertándolo. Felicidades Hijos del Averno, junto con los sobrinos feisbuqueros: casi vencen a los discapacitados y enfermos.