Óptimas facultades
Cuando se piensa en el hombre como el animal que se distingue de los demás seres vivos, inclusive de los de su propia familia evolutiva, por la aplicación y desarrollo de la técnica, es casi imposible negar que precisamente esto es lo que lo separa de los demás, incluso resulta fácil aceptar que es precisamente el desarrollo y manejo de la técnica lo que lo hace ser hombre. Es decir que la facultad mejor del género humano es la que lo lleva a desplegar la ciencia. Si uno quiere ser hombre: ¡sapere aude!
Cuando la razón se reduce a la posibilidad que tenemos para encontrar modos precisos de enfrentarnos al mundo, de vivir en él, se entiende porque la humanidad ha estado ocupada en desarrollar tecnología que nos permita vencer cualquier abatimiento. De hecho es notoria la necesidad de una ciencia médica, entendida ésta como la aplicación del saber a la conservación y mantenimiento del hombre. Mantenimiento no en la burda comparación con las máquinas, -que bien sabemos que el cuerpo no es una máquina, sino un organismo. La medicina es la más necesaria de todas las ciencias que se puedan desarrollar, ya que si el perfeccionamiento del hacer humano está dirigido a encontrar el mejor modo de ser hombre, bajo la facultad suprema que es la razón, la técnica médica deberá estar encaminada a llevar hasta su más alto término cualquier función que contemple el hacer humano: desde optimizar el simple respirar, pasando por la posibilidad de autoregeneración, hasta el fortalecimiento de cada uno de los miembros musculares y sensitivos. Porque una cosa es refinar el gusto o corregir algún defecto en la córnea, y otra muy distinta mejorar lo que ya funciona bien.
El deseo a la eternidad junto al miedo a la muerte y el dolor, tendrán que ser en todo momento las mancuernas que ayuden a la facultad suprema, aunque cabe preguntar todavía ¿estos sentimientos también serán optimizados? Quizá alguno conteste que ya fueron perfeccionados, llamándose uno soberbia y el otro esquizofrenia. Lo que no queda claro hasta este punto es si la ciencia médica, al lograr en su mejor plenitud cualquier facultad del hombre, estará contemplando una mejora del alma.
Javel