La Nueva Alianza en el progreso

La Nueva Alianza en el progreso

No es necesario tener fe en el progreso, porque, aunque llegue a haber mitos sobre él, nunca podrá ser una religión. No se requiere la fe en él, porque siempre ha cohabitado desde el inicio con las convicciones del hombre. No es algo en lo que se ha de tener fe, porque es algo que podemos ver; sólo hace falta investigar la historia y el presente de él. No es posible investigar su futuro, pero sí preverlo. Ha existido en los tiempos de la llamada “religión natural”, y en la era medieval. Su entendimiento es posible como ajeno a la era moderna, producto de las habilidades del hombre. Es señal de que él ha cambiado, pero sin dejar de ser lo mismo que en los albores de ese camino, desde la rueda, la caza, hasta la religión y las artes.

No admitir el cambio sería tanto como negar lo que significó el cristianismo para el mundo pagano, y para el mundo moderno, incapaz ya de regresar a esa etapa. Creo que parte del centro del problema entre la religión y el progreso es el historicismo, y el modo que él tiene de acceder al entendimiento del hombre. El positivismo podía ver etapas históricas del hombre en donde uno podía describir era en el progreso espiritual. Pero puede uno aceptar que el progreso que significó, por ejemplo, el feudalismo para la organización política y económica de los hombres que vivieron a principios del milenio pasado fue tal porque fue oportuno. Un modelo que quizá ya no serviría en años de sobrepoblación y explotación de recursos naturales.

El paso del paganismo al cristianismo no sólo significó un cambio hacia la abolición de la esclavitud, cuyo germen fue el feudalismo. El sentido político no podría ser sin la importancia de la fe, cosa que jamás terminará de aceptar un positivista. Es decir, que en la religión, a partir de la encarnación, se dio un paso importante en la verdad y el favorecimiento de los hombres que ninguna técnica podría tener. Que esto no ponga en entredicho los avances en la sabiduría eterna que dieron hombres como Platón y Aristóteles, sabios que apenas se pueden asimilar a lo que se llama pagano. La filosofía no niega rotundamente la revelación. De ahí la posibilidad de que la teología se erigiera como la corona de la era medieval, como un progreso para el espíritu del hombre, imposible sin la fe, y que requirió, por supuesto no sólo de la revelación sino de la comunicación entre los sabios que la fueron erigiendo, cosa imposible si a las cualidades de los grandes intelectos no se hubieran sumado la escritura, el libro y la traducción. El progreso material sucedáneo al conocimiento en la fe.

La religión fue un cambio histórico, es cierto, pero uno no necesita decir que así tenía que darse de manera necesaria. De hecho, después de ella, los cambios que la técnica y la organización política trae consigo resultan disminuidos en magnitud y fuerza. Los mitos sobre el progreso no requieren de fe, sino de obstinación. El progreso no requiere fe, sino de las habilidades humanas para que aparezca en las innovaciones y beneficios renovables. Existió antes de los proyectos y las planeaciones. Se detendrá sólo cuando el hombre deje de requerir de su industria para vivir de manera que considere aceptable. Lo que la religión le dio es muy diferente a lo que el internet, el periodismo y la mecánica le han dado y le podrán dar todavía.

Parecerá ajeno, pero cabe preguntar si la religión sobrevive en el mundo moderno, adverso a ella, por lo que la teoría moderna sostiene (la conveniencia política y retórica de que en ella se crea, muestra de la tolerancia y la apertura de los valores modernos). Si lo que digo es cierto, la pregunta deviene sospechosa, por ser una pregunta a todas luces moderna. Los cristianos tenían que esconderse de sus perseguidores para poder vivir con su fe antes de que tuviera el poder que tuvo después en el imperio. Ahora que no existe la misma persecución masiva y pública ni la misma influencia política, la fe sobrevive como siempre lo ha hecho: creyendo. Porque fue anterior al desarrollo político, económico y técnico de la edad media, sirviéndole de base, y puede decirse que puede permanecer en medio de la doctrina moderna del progreso, aunque no le sirva de fundamento verdadero. Si ella (la fe), como dijo el Papa Francisco tiene que ayudar a discutir los problemas actuales, es por esa razón. Puede ver el fondo de los problemas de la consciencia como le enseñó a verlos Quien puso su primera piedra. Porque esa fue la herencia eterna.

Tacitus