La mentira y el hombre que teme

La mentira y el hombre que teme

Justo en el clímax de las caricias apareció él. Me separé dolorosamente, ya con dolor en el alma andaba yo. Algo en todo esto se rompió, quedó inconcluso. ¿Por qué no di buen fin a todo esto?… Ni ella ni yo le dijimos nunca nada… pero me arrepentí. Unos días después ella me susurró al oído: no te preocupes, nada pasó; lo que hiciste fue seguir a tu pasión, a esa necesidad que te demandaba algo, por eso no te sientas mal. Su explicación me daba libertad, al tiempo que intentaba dejar inútiles a mis remordimientos, pero apenas comencé a sonreír, la verdad abrió la puerta a mis culpas. Ellas se agolparon en mi rostro, se colgaron de mi cuello, y dejaron sin fuerzas mi valor.

Ahora no me atrevo a dar la cara ni al sol, pues me duele lo que pasará, por eso lucho por quedarme aquí, en este tiempo roto donde el fin no llegará.

Javel